Una máquina casi perfecta
real sociedad | granada cf
El cuadro donostiarra es la auténtica revelación de la temporada con un fútbol ofensivo y atractivo en el que brillan sus eficaces finalizadores
Resulta evidente que la gran temporada que está firmando la Real Sociedad es, sobre todo, gracias al técnico galo Philippe Montanier, que ha modificado de forma exitosa los procedimientos y conductas de los jugadores llegados al primer equipo provenientes de Zubieta. Ya no se valora el rendimiento de cada futbolista en función del barro acumulado en su indumentaria tras los partidos disputados, ésa ya no es una condición sine qua non para formar parte del conjunto blanquiazul.
En el rival de esta noche del Granada, el balón ha dejado de ser pateado por los defensores con el propósito de buscar espacios aéreos hasta encontrar al hercúleo delantero, ése que siempre vivía de espaldas a la portería contraria y cuyas intervenciones se basaban en continuas disputas con su oponente para facilitar el trabajo de aquellos compañeros que corrían como posesos para capturar los rechaces derivados de las mismas.
LAS NUEVAS ESTRELLAS
El cuadro blanquiazul ya no actúa así. Jugadores como Illarramendi, baja para el choque de hoy ante los de Lucas Alcaraz, o Rubén Pardo son un fiel ejemplo de esta nueva filosofía. Este cambio de guión se inicia en la portería, donde el cancervero chileno Claudio Bravo es una pieza fundamental para evitar el gol del equipo contrario y, en numerosas ocasiones, vestirse de primer atacante del equipo.
La dupla de centrales la componen habitualmente el veterano Mikel González y el joven Iñigo Martínez. En ellos, veteranía y juventud se mezclan a la perfección, ya que ambos futbolistas son capaces de emular a los mejores zagueros del país en el inicio de las jugadas de ataque.
Los espacios laterales son cubiertos por Carlos Martínez, por el perfil derecho, y el ex sevillista De la Bella, por la izquierda. Ambos jugadores se incorporan continuamente en fase ofensiva teniendo como mejor argumento sus envíos al área.
En el centro del campo se asienta la nueva identidad de este equipo, ya que junto a los Zurutuza, Elustondo o Markel Bergara, los jóvenes Illaramendi y Rubén Pardo marcan las pautas para que el proceso tenga pausa, para que se prioricen las relaciones entre jugadores cercanos. El balón se ha convertido en elemento de unión y se ha tomado conciencia de que su posesión garantiza el dominio del juego en detrimento de la sucesión de disputas como medio para conseguirlo.
EL DESEQUILIBRIO
Cuando la presencia de un jugador puede llegar a modificar el nivel estructural y funcional de un equipo es, sin duda alguna, porque nos encontramos frente a un futbolista excepcional, uno de esos portadores por sí solos del modelo de juego a implantar, independientemente de si actúa por fuera o en posiciones más centradas. Ese hombre, como no podía ser de otra manera, es Xabi Prieto.
En la izquierda se ubica Antoine Griezmann, atacante con una gama de recursos increíbles. Alterna los desmarques de penetración a espaldas de la última línea defensiva rival con diagonales hacia espacios interiores para asumir el papel de segundo delantero.
Tanto el talentoso Xabi Prieto como Griezmann tienen asumida la máxima de incorporarse a zonas de finalización cuando el envío proviene del lado opuesto a su ubicación.
LOS FINALIZADORES
Aguirretxe es la referencia de este equipo, jugador más relacionado con el gol que con el juego, idóneo para hacer buenas las asistencias de sus dos notables pasadores, en tanto que Carlos Vela aporta polivalencia al frente de ataque, siendo capaz de desenvolverse con la misma eficacia tanto en banda como en zonas interiores. En el banquillo, un reserva de lujo, el Chori Castro, cuyo principal mérito es aportar casi siempre que juega.
En fase de defensa, los realistas intentan recuperar el balón en el lugar y momento de su pérdida, con adelantamiento de la última línea defensiva. En defensa organizada, los centrales suelen recibir ayudas de los medios centros pero no ocurre así en los pasillos laterales, donde los extremos no prestan la misma colaboración a su lateral colindante, aunque este comportamiento facilita la salida a la contra del equipo.
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