Una depresión de caballo (0-3)
El Granada sale goleado otra vez de su campo ante un Valencia que no hizo méritos ni para ganar el partido. Los rojiblancos gozan de ocasiones suficientes para haberse metido en la eliminatoria.


El Valencia es uno de los equipos que siempre que viene a Los Cármenes -me refiero al nuevo- saca algo bueno sin merecerlo. Ayer ganó y echó al Granada de la Copa. Nada nuevo teniendo en cuenta el 4-0 de la ida, que condicionó todo el planteamiento y restó la competitividad que debe tener un encuentro a estas alturas de la temporada. Pero hay maneras y maneras de quedar eliminado. La de ayer caminó en una delgada línea que separa la dignidad de la depresión. El equipo rojiblanco fue goleado por un Valencia sin intensidad y visiblemente molesto por tener que venir a la ciudad de la Alhambra a jugar un duelo inservible. Las únicas opciones de los locales eran volcarse sobre la meta de Ryan y marcar al menos un gol pronto. Y lo hizo, pero como no tiene pólvora, dio otro sinsabor a los poquitos que se atrevieron a ir a Los Cármenes. Fue descorazonador.
Sorprendentemente, Sandoval renunció al sistema que implantó tras la derrota en Las Palmas. Hubiera tenido lógica porque el equipo necesitaba un sistema ofensivo para remontar. Puso un 1-4-2-3-1 con Uche Agbo recibiendo atrás en vez de que los centrales la sacaran jugada, Fran Rico repartiendo y Rochina de enganche. Cuando era un partido para probar a Javi Márquez en la posición del valenciano con el dibujo de cinco atrás debido a su sanción para el lunes en Eibar.
La táctica le funcionó al técnico en la primera parte, entre otras cosas gracias a que el Valencia se tomó el partido como una coña. Pero este Granada tiene problemas endémicos que hacen que, aunque el entrenador acierte y los jugadores rindan bien, los resultados no lleguen. Falla atrás. Tanto que en la primera que tuvo el Valencia marcó para asegurar la eliminatoria y en la segunda, también, lo que le dio el triunfo. En ataque no le marca ni al arco iris. Ayer, el equipo granadinista la tuvo de todas las formas y todos los colores. Remates de cabeza, contragolpes, centros por alto y por bajo, jugadas elaboradas, faltas... Y en ninguna de esas marcó. Si llega a hacerlo, el partido hubiera sido otro.
Viendo el resultado final, resulta difícil creer que la primera parte se viera sólo a un equipo sobre el césped. El Granada, con haber tenido menos de la mitad de acierto, hubiera podido marcar hasta tres goles. A los tres minutos fue Fran Rico el que en una gran posición envió alto un cabezazo de córner y sólo dos después Success finalizó una buena jugada. Más clara fue la del 6', cuando en una contra Edgar metió una gran asistencia a El Arabi al que le faltó poco para llegar. En ese momento ya empezó a haber pitos hacia el marroquí. El público pensó que un hombre rápido como Peñaranda hubiera alcanzado el balón. Las ocasiones prosiguieron. La siguiente, en el 10'. Un córner por bajo al primer palo que Mainz remató rozando el poste. Minuto 14' y otra más. El Arabi se queda en posición franca de tiro y le pegó duro pero Matt Ryan taponó su tiro. Esa fue muy buena, como la de Success dos minutos después en pared con Rochina y bien finalizada pero que sacó el arquero australiano con el pie. En el 20',más. Rochina desde la frontal chutó fuerte y el palo repelió el balón.
Hagan recuento. Seis oportunidades flagrantes en menos de un cuarto de partido. El Granada ha vencido encuentros con mucho menos. Pero esto no paró aquí. El árbitro debía poner su nota y lo hizo en el 25' cuando anuló una acción en la que Fran Rico había marcado. Según él, controló con la mano. Era dudosa, pero estaba más claro que no lo era en vivo y en la repetición.
El Arabi terminó de encender al público en su contra cuando sólo ante Ryan, asistido por Edgar, en vez de finalizar de primeras, que es lo que pedía la jugada, controló y Aderlan se la robó. Rochina, en una falta que salió lamiendo el larguero, tuvo la última (34').
El Granada bajó el pistón en ataque, como siendo consciente de que tanto fallo lo iba a pagar. Y bien que saldó pronto esa deuda. Siete minutos más tarde, en la primera jugada trenzada, Fran Villalba forzó un córner que acabó con el 0-1 y la eliminatoria. Kelava salió a por uvas y Zahibo, entre tres marcadores, se elevó para cabecear a gol.
Antes del descanso todo estaba sentenciado. El Granada trató de plantar cara en la segunda parte pero la falta de fe paralizó las piernas de unos jugadores a los que les pesó como una losa el primer gol. Neuton pudo empatar al mandar alta una buena jugada de Edgar (53'). Diez minutos más tarde llegó la sentencia del partido. Paco Alcácer, treinta segundos después de ingresar al terreno de juego, culminó una contra en la que el Granada estaba paralizado protestando una falta clara sobre Rochina. Dos ocasiones y 0-2. No es digno de un equipo de Primera.
Sin opciones de llevarse la eliminatoria y ni siquiera un triunfo moral, el Granada deambuló, triste, conocedor una semana más de sus debilidades, duramente castigadas anoche. El tercero, una anécdota estadística, llegó por mediación de Piatti gracias a un penalti inexistente sobre Bakkali. El respeto de los árbitros a este Granada es también para desanimar a cualquiera. En fin, mejor pensar en Ipurúa.
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