Espectáculo lamentable (0-0)
Elche-granada
El Granada CF desaprovecha una gran oportunidad de ganar a domicilio pese a jugar con uno más durante una hora. Los de Fabri hacen un homenaje al fútbol mediocre y la ausencia de ambición
Los programadores del Canal Plus deben estar todavía tirándose de los pelos, arrepentidos por haber elegido para la matinal de ayer el Elche-Granada. Fue el peor partido de la temporada y el más malo que se recuerda del Granada CF en los últimos años. Una oda a la mediocridad y el despropósito. Un bochorno desesperante. Una vergüenza que deshonra la camiseta rojiblanca y que debería acarrear sanciones a varios futbolistas, que se arrastraron por el césped del Martínez Valero como si fueran peñistas. Alguno, como Muriel, tiene hasta pinta de ello. Y eso que enfrente hubo un amigo desde el principio, el ghanés Wakaso, que confundió el fútbol con otro deporte y se autoexilió a la ducha a la media hora, lo que multiplicó los huecos y las opciones para, de una vez, haber mandado al garete el complejo de inferioridad del equipo cuando no está arropado por su estadio.
Sin embargo, lo único que acarreó la temprana expulsión del africano fue que el Granada desnudara sus complejos y que mostrara que, igual que otras veces ha rozado la excelencia, también puede hacer el ridículo a base de malas elecciones, pases intrascendentes, disparos dignos de infantiles y resoluciones más propias de un sexador de pollos que de un futbolista. Y lo mejor de todo es que el equipo, sin hacer nada, acaba la jornada en puesto de fase de ascenso, con un partido menos.
Hay futbolistas, como Abel Gómez, que ya han mostrado esta temporada sus dos caras más antagónicas. O el máximo asistente del equipo no es tan bueno como el día del Barcelona B o, desde luego, no es tan malo ni indolente como se le vio ayer. Muriel tampoco puede ser tan mediocre, ni esa sensación de futbolista fondón y al que le pesan las piernas que ayer emanó en su debut como titular ha de ser real, sino un espejismo. Orellana tampoco puede liarse tanto como se lía en sus gambeteos sin fin. No es posible que un tipo con esa claridad en el regate sea tan obtuso a la hora de dar el último pase, o tan timorato cuando tiene que agarrar la responsabilidad y chutar. El chileno no tomó ni una buena decisión, ni se fue de nadie, pese a que siempre parece que lo va a hacer. La jugada que mejor lo define se produjo en la recta final, cuando se desembarazó de sus vigilantes, se adentró en el área y con todo a su favor para fusilar a Caballero, intentó un pase imposible a Ighalo.
El momento del Granada fue el último cuarto de hora del primer tiempo, justo después de que Wakaso le tocara las narices a su entrenador con sendas apariciones 'estelares' y dejara a su equipo con uno menos. Pero sólo pudo marcar a la media hora, en un córner que no remató Íñigo López. Luego, nada. Un bagaje paupérrimo.
Fabri había apostado de inicio por un cambio de sistema para jugar con un solo pivote netamente defensivo, Lucena, y dotar así de libertad a Mikel Rico, de los pocos que se salvan del partido de ayer junto a los miembros de la defensa -salvo Siqueira, que no tuvo su mejor día-. Manolo estuvo muy bien hasta que le aguantaron las fuerzas, recuperó muchos balones y nunca perdió el sitio. El equipo no estuvo mal en la tarea defensiva, pero cuando pasaba del centro del campo hacia adelante, se mostró horrible, sin ideas, asemejándose a una escuadra mediocre de Segunda B y no a ese torbellino creativo y eficiente que hemos visto esta misma temporada.
Delante tuvo a una escuadra muy musculosa y aguerrida, que tuvo que redoblar esfuerzos en la presión y las marcas tras la niñatería de Wakaso, y que mantuvo a raya a los hombres creativos del Granada simplemente aportando intensidad. Los huecos que se generaron a raíz de la expulsión del ghanés no solo no fueron aprovechados, sino que el Elche incluso pudo marcar en alguna acción, especialmente en una segunda mitad en la que el Granada ni tiró sobre el marco contrario.
Se puede decir que al equipo de Fabri le temblaron las piernas, o que tuvo miedo a ganar, pero el caso es que los huecos se multiplicaron en el segundo acto, ante el cansancio acumulado por el tremendo esfuerzo de los ilicitanos, mucho más preocupados de no ver su marco batido que de atacar. Fabri volvió a estar lento a la hora de ir a por el partido, tardó en quitar a Orellana de la banda y meterlo en el centro, aunque sí acertó con un Calvo voluntarioso que, sin embargo, fue injustamente expulsado. Mantuvo demasiado tiempo a Geijo en el campo y tardó en darle protagonismo a Collantes.
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