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El robo de cobre se está convirtiendo en una lenta y dolorosa sangría económica para las empresas que operan en la provincia de Granada, como es el caso de Endesa, Telefónica o Renfe, tres grandes firmas que son objeto de sustracciones y cuyas pérdidas por este motivo conforman la punta del iceberg del lucrativo negocio de la compraventa de este metal. El espectacular ascenso en el precio del cobre -en las chatarrerías se pagan hasta cinco euros por kilo- ha propiciado que desde finales de 2009 se detectara, según fuentes policiales, un importante aumento en las denuncias por robo de cobre, tanto a empresas, como suministradoras o constructoras, como a particulares e incluso a ayuntamientos.
Los robos de cobre suponen importantes perjucios económicos para empresas como Endesa, que, según sus propios datos, en 2010 estimó que por este motivo había sufrido unas pérdidas por valor de 572.546 euros, lo que supone una media mensual de 47.712 euros. Hasta el pasado mes de mayo, la estimación hecha por la eléctrica ascendía ya a 249.840 euros, lo que, dividido entre los cinco primeros meses del año, da una media mensual de 49.968. Estos números suponen un aumento de las pérdidas de prácticamente un 5% con respecto al año anterior. Y eso sólo en el caso de Endesa. Como afirma la propia compañía suministradora de energía, también Telefónica o Renfe son objeto de robos en la provincia, por lo que la cuantía final de estas pérdidas puede ser mucho mayor.
A estas cantidades, además, hay que sumar las pérdidas que sufren por un lado los ayuntamientos y por otro los particulares, muchos de los cuales ni siquiera denuncian haber sido objeto de robos. Según explican fuentes policiales, muchas de estas sustracciones tienen lugar en lugares apartados, cortijos o naves ubicadas en zonas rurales y deshabitadas. Es más, en ocasiones, ni siquiera se denuncian los hechos hasta mucho después de haberse cometido, cuando ya es imposible detectar quién es el responsable y qué ruta ha seguido el material robado. Se trata, según explicaron desde la Unidad de Robos de la Policía Nacional, de sustracciones en los que una de las piezas más apetecidas son los transformadores, que también se encuentran en obras en las que las constructoras, en ocasiones, ni siquiera cuentan con un vigilante o que incluso están abandonadas.
Según estas mismas fuentes, estos hechos pueden tener incluso consecuencias medioambientales, por cuanto que esta maquinaria -sobre todo la más antigua- alberga líquidos que pueden ser altamente tóxicos si no se saben manipular, como, efectivamente, ocurre en buena parte de los casos.
Aparte de la vertiente económica e incluso medioambiental, los robos de cobre llevan aparejados no pocos problemas para los usuarios de las empresas afectadas. Así, en algunas ocasiones se han registrado incluso cortes en los servicios de luz o de telefonía.
En cuanto a la labor policial para atajar estos sucesos, la mayoría de los detenidos por robar cobre son interceptados cuando trasladan el material sustraído a alguna de las chatarrerías -en toda la provincia se contabilizan nueve- en las que se compra este metal. Aunque en ocasiones es posible detectarlos in fraganti. Para ello la colaboración ciudadana se ha demostrado como un medio muy eficaz para localizar a estos ladrones precisamente cuando están con las manos en la masa. Se han dado casos en los que los particulares han alertado a la Policía precisamente cuando han sufrido un corte de luz o de telefonía.
Así, durante 2010 fueron detenidas una veintena de personas relacionadas con este tipo de hechos. Por nacionalidades, la mayor parte de los detenidos eran españoles, seguidos por ciudadanos de países del Este de Europa.
Por otro lado, existen controles también en las chatarrerías. Los propietarios están obligados a llevar un libro de registro en el que se debe especificar la cantidad de metal que se adquiere, el precio y el nombre del vendedor. Este registro debe estar a disposición de la Policía, como también ocurre en los establecimientos que comercializan con oro.
Las empresas afectadas, por su parte, también colaboran en el control de estos robos. Para ello, cada compañía tiene perfectamente identificado su cable de cobre y, por ejemplo en el caso de las bovinas, cada una cuenta con un número de serie. Por ello, lo primero que hacen los ladrones tras sustraer el cobre es llevarlo a un descampado donde se quema el plástico que lo recubre y que sirve para identificar su procedencia. Una vez quemado, queda perfectamente 'limpio' y puede ser vendido en las chatarrerías.
En cuanto al radio de acción de estos delincuentes, los lugares donde, a tenor de los datos ofrecidos por Endesa, se registra un mayor número de incidencias son los municipios que componen el Área Metropolitana. Así, hasta el pasado mes de mayo, Endesa registró 24 robos de cobre, con un coste total de 249.840 euros entre la suma del material robado y el coste de los daños causados. De esta veintena de hurtos la mitad, doce, supusieron un desembolso de más de 6.000 euros, y, de esta docena, algunos de los más importantes tuvieron lugar en Almuñécar (41.000 euros de coste total) y Granada (28.000), pero también en municipios más pequeños como La Zubia (25.000), Atarfe (25.000), Albolote (23.000) o Cúllar Vega, donde se sustrajeron 800 kilos de cobre con un valor de 13.000 euros. Esta también es la dinámica que se registró en 2010, con un robo más que destacado en Otura, donde se sustrajo material valorado en más de 74.000 euros.
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