La defunción del Teatro Cervantes

Es curioso que este teatro tan céntrico, que daba a la Plaza de la Mariana y a la del Campillo y que gozaba de una gran popularidad cerrara sus puertas, se derribara entero y a otra cosa mariposa

José Luis Delgado/ Granada

23 de enero 2012 - 01:00

Mientras se anunciaba el cierre del Teatro Cervantes, el público, que agotó las entradas, se moría de risa viendo la función de su defunción llevada a cabo por la Agrupación Lírica Francisco Alonso, que puso en escena la popular obra de Muñoz Seca La venganza de Don Mendo. Una caricatura de tragedia para una real tragedia.

Es curioso que este teatro tan céntrico, que daba a las plazas de la Mariana y el Campillo, que gozaba de una gran popularidad por la cantidad de buenas obras y artistas que por él pasaron, cerrara sus puertas, se derribara entero y a otra cosa mariposa.

Mientras tanto emigraban 11.000 granadinos y entre ellos tal vez los porteros y acomodadores del Cervantes; los demás estaban en las nubes, se entusiasmaban con el fútbol de los canteranos Almagro, Bombillar, Tinas y González o bailaban con los 40 Principales de la cadena SER.

El teatro empezó a construirse a finales del siglo XVIII pero no se terminó hasta los días de la invasión francesa; fue el general Sebastiani el que lo abrió con el nombre de Napoleón y con la comedia Granada precisamente el día de su cumpleaños. La función terminó con una gran fiesta a la que acudió la alta sociedad granadina tan amiga de reír las gracias a los turistas.

Fue siglo y medio después, un fatídico 22 de enero de 1966 cuando el Teatro Napoleón, llamado luego Principal y por fin Cervantes, echó definitivamente el telón con la protesta más airada de los de siempre; los que parecen condenados a dar la cara ante los desmanes: artistas, escritores, periodistas, músicos y poetas. Enfrente, Mariana Pineda con cara de pena.

Cundió la noticia del derribo y mientras alguna inmobiliaria se frotaba las manos, la Agrupación Lírica Francisco Alonso decidió montar la que sería última función como despedida y homenaje al que fuera tantos años director de la misma Manuel Hernández. Se adornó el teatro con flores y guirnaldas y en el escenario aparecieron los actores más populares: Emilio Prieto, que leyó previamente unas cuartillas del decano de los periodistas Narciso de la Fuente, Carmen Soler, Maribel Solís, Mercedes Domenech, Josefina Ramírez, Angelita Barrios, Eduardo Piñar, Fernando Lastra, Enrique Marín, Manuel Gómez Sánchez-Reina, Aurelio Cano, etc.

Al finalizar la obra actuó también el Grupo Lírico de Radio Granada con fragmentos de la ópera Marina del maestro Arrieta, y de la zarzuela La Tempestad del maestro Chapí, bajo la dirección de Julio Marabotto.

La presencia de los poetas estuvo encarnada por la intervención de José G. Ladrón de Guevara que leyó lo que el tituló Casi réquiem por el Tetro Cervantes y por la de José G. Sánchez-Reina que recitó su Elegía al Teatro Cervantes.

La función de aquella lluviosa noche del 22 de enero finalizó con la interpretación del Himno Nacional por la Banda Municipal dirigida por el maestro Faus. Era lo que faltaba, que sonara una marcha reservada habitualmente para los grandes acontecimientos. El reloj del Ayuntamiento daba las 3 de la madrugada. Y la lluvia seguía cayendo como jarro de agua fría sobre toda Granada, poniendo Darro y Genil a reventar.

El mundillo del periodismo granadino lamentó el tristísimo suceso: Eduardo Molina Fajardo, director de Patria, publicó un trabajo con el emotivo título de Antes de bajar el telón. Julio Moreno Dávila tituló una de sus Siluetas Animadas con Abajo el telón, y el entonces redactor de Ideal Ruiz Molinero lamentaba la pérdida del teatro; "se cierra una historia importante para entrar en la Granada apática y rutinaria de hoy", decía en su artículo del 23 de enero en el que abogaba por la pronta y necesaria creación de un teatro municipal.

Así terminó el Teatro Cervantes en el que Margarita Xirgú representó a Mariana Pineda; y los granadinos distraídos en Babia. Maldita piqueta que nunca se está quieta.

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