La comunidad de aprendizaje, otro modelo de escuela
El IES Gregorio Salvador de Cúllar trabaja desde hace unos siete años con un plan que fomenta la educación inclusiva y la participación
Una clase que mezcla alumnos con padres o profesores de otra materia, reuniones de fomento de la lectura, asambleas para aplicar los cambios o ideas propuestos por los propios estudiantes. Estos ejemplos chocan frontalmente con el funcionamiento tradicional de una escuela en la que el aula es un espacio cerrado para alumnos y maestros y en la que las decisiones sobre el centro las toma jerárquicamente la dirección. Y es lo que defienden en el IES Gregorio Salvador de Cúllar, donde llevan unos siete años trabajando en comunidades de aprendizaje, un nuevo modelo de escuela, un proyecto que se vertebra en la escuela inclusiva y en la participación. De hecho, se abren las puertas del centro para que otras personas del pueblo, del barrio, las familias, participen en la organización y el funcionamiento del instituto. Todo buscando fundamentalmente el gran objetivo de mejorar el resultado académico.
"Defendemos que la participación de asociaciones, voluntarios, familias, etcétera llegue al aula, lo que era tradicionalmente el sitio sagrado del profesor. Compartir esos espacios con otros profesores, con personal del centro, para que se impliquen. También evitamos la segregación de alumnos con dificultades. Aquí trabajamos todos a una y aunque no es fácil, la experiencia es muy buena", explica el director del IES Gregorio Salvador, José Luis Sánchez.
Aunque este modelo de comunidades de aprendizaje engloba múltiples formas de trabajo, en este instituto tienen implantadas tres actuaciones de éxito: los grupos interactivos, las comisiones mixtas y las tertulias literarias.
Con los grupos interactivos se busca juntar en una misma clase a todos los alumnos (más motivados, repetidores...) con una parte práctica en la que realizar las tareas. En esta parte es en la que entra la colaboración de los voluntarios, casi siempre madres y profesores de otras materias. La clase se divide en cuatro o cinco subgrupos y en cada uno hay alumnos y un adulto para "dinamizar" al grupo y que se puedan realizar las actividades pero resolviéndolas los propios alumnos a través del diálogo. Es el aprendizaje dialógico, "una experiencia fabulosa". "Hemos hecho ya en estos años más de 500 grupos y nunca ha habido un problema de conducta. Se trabaja en equipo, se dialoga y se mantiene a los alumnos que peor van en el grupo para que el resto los motiven. Y todo logrando que también las familias se integren y trabajen en el mismo espacio", matiza Sánchez.
Respecto a los grupos, hay dos tipos: el fijo semanal, que se realiza en todas las materias instrumentales (matemáticas, lengua e inglés) una hora a la semana para los alumnos de primero y segundo de ESO; y a demanda, el que solicitan otros profesores de otras materias para tratar algún tema en cuestión.
En todo esto hay este curso por ejemplo participando más de 40 voluntarios, la mayoría familiares, casi siempre madres.
Las comisiones mixtas, la segunda actuación implantada, es "una forma de democratización" del centro, resalta el director del IES. "Cada cuatro años hacemos lo que se llama fase del sueño y consiste en que los alumnos nos digan qué sueños tienen por cumplir en el centro, qué instituto desean". A partir de esas propuestas, se crean tres o cuatro comisiones mixtas (formadas por alumnos, profesores y familiares) con una reunión mensual en las que se debate la forma de llevar a cabo esos sueños. "Al principio eran más generales como mejorar la convivencia, pero después se vio que era mejora cosas más concretas para hacerlas realidad". Así, por ejemplo, en estas comisiones se ha acordado a petición de los alumnos planificar los exámenes de forma que no haya más de dos por día, fijar las actividades extraescolares o por ejemplo organizar los recreos de forma que haya actividades paralelas en ese tiempo como una ludoteca.
La tercera actuación que tiene implantada este IES en el proyecto de comunidad de aprendizaje son las tertulias literarias dialógicas para familiares y para alumnos. Con esto se motiva a la familia a la lectura para que lo inculquen a los alumnos en casa.
Con todas estas ventajas y este clima de colaboración la pregunta es: ¿por qué no se implanta este sistema en más centros? Según Sánchez, en Primaria cada vez hay más centros pero no así en Secundaria. "No es porque los alumnos pongan pegas o por la familia sino por el miedo a lo desconocido, pero está claro que aunque no es fácil, funciona".
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