Unos turistas objeto de deseo

La inquietud por unir la Alhambra con Granada se remonta a principios del siglo XX En 1904 el gerente del servicio de tranvías eléctricos de la ciudad ya anunciaba como proyecto la conexión a través de un funicular

1. La conexión entre la ciudad y la Alhambra ha sido una cuestión eterna en Granada. 2. Imagen del tranvía de cremallera que subía por el Caidero. 3. La remodelación de la Puerta de las Granadas limitó el acceso de los vehículos.
1. La conexión entre la ciudad y la Alhambra ha sido una cuestión eterna en Granada. 2. Imagen del tranvía de cremallera que subía por el Caidero. 3. La remodelación de la Puerta de las Granadas limitó el acceso de los vehículos.
A. G. V. Granada

08 de marzo 2013 - 01:00

Granada ha mirado históricamente con deseo a los turistas del monumento nazarí a los que ha querido atraer hacia sí permanentemente en un intento por compartir los beneficios que este imán de riqueza supone para la ciudad. La conexión de la Alhambra con la ciudad es una asignatura pendiente desde hace más de cien años. Ya en 1904, no se había cumplido ni un mes de la inauguración del servicio de tranvías eléctricos en la ciudad su gerente, Nicolás de Escoriaza, anunciaba los próximos proyectos para la ciudad, entre ellos la conexión con la Alhambra a través de un funicular que partiría de la Carrera del Darro junto a los baños árabes y llegaría a las cercanías de la Alhambra.

Pero el tranvía de cremallera que subía por el Caidero desaparece y los autobuses no terminan de implantarse. Al pie de la Cuesta de Gomérez, desde Plaza Nueva, casi todos optan por subir andando.

La conexión entre la ciudad y la Alhambra ha sido una cuestión eterna en Granada. En el año 1995 la idea volvió a hacerse realidad. En esta ocasión se trataba de un tren neumático que conectaba desde Plaza Nueva con el Generalife. La experiencia fue breve. Un año duró el tren ya que no se volvió a renovar la concesión a la empresa encargada del servicio.

Desde entonces, la ciudad no se ha olvidado de los turistas que en la atalaya nazarí miran hacia la ciudad sin decidirse a bajar y compartir su riqueza.

Cuatro años después, en 1999, el Ayuntamiento, con Díaz Berbel a la cabeza, anunció su disposición a poner en funcionamiento un funicular para enlazar, por encima de la colina de la Alhambra, la ciudad con la explanada del Generalife. Este tipo de solución ya empezaba a generar recelos, puesto que había que descatalogar como jardines históricos varios sectores del bosque y de las huertas. El Ministerio de Cultura y el Patronato de la Alhambra no tardaron en mostrar su disconformidad con la propuesta.

El tira y afloja entre las administraciones se mantendría hasta hace bien poco. En la campaña electoral de 2011 el alcalde de la ciudad, José Torres Hurtado sorprendía de nuevo con una propuesta para unir ambas partes de la ciudad. en Esta ocación la proposición era construir un ascensor que llevaría al turista hasta la Carrera del Darro. Para ello sería necesario construir un túnel por debajo del río. Como era de esperar la idea incendió a los responsables patrimoniales de la Junta pero aún así la directora del Patronato de la Alhambra, Mar Villafranca se reunió con el alcalde para estudiar la viabilidad del proyecto. El veredicto del grupo de expertos fue claro: el túnel y el ascensor pondrían en riesgo el valor patrimonial del monumento.

La negativa no cerró en banda a la directora que, consciente de que la propuesta de mejora en la conexión es razonable y buena para la ciudad, así que en otro intento se mostró dispuesta a negociar con el alcalde otras formas de mejora de las conexiones entre la ciudad y el monumento que fueran menos agresivas que los túneles y el ascensor. Ideas no le faltaron. En 2011 ya decía: "Las conexiones existentes se pueden mejorar. El transporte eléctrico por Cuesta de Gomérez que cayó en saco roto, seguro que sería mucho más económico que el ascensor. También se puede mejorar la conexión por la zona del Realejo, donde hay interés turístico y vecinal y donde hay infraestructuras municipales como el Manuel de Falla o el Carmen de los Mártires".

La solución que ayer se tomó parece la más sensata si se antepone el valor patrimonial del monumento a los beneficios económicas que reportarán la conexión. No hay que olvidar que cualquier actuación que se haga en el patrimonio tiene consecuencias internacionales.

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