¿En qué hay que fijarse al comprar un vino?

Consejos. Al comprar un vino antes de nada hay que hacerse dos preguntas básicas: Cuánto vamos a pagar y si lo serviremos con un plato en particular. También hay normas para conservarlo en casa

02 de junio 2013 - 01:00

A la hora de ir a comprar un vino, antes de nada hemos de hacernos dos preguntas básicas: ¿Cuánto queremos pagar por una botella? ¿Vamos a servir el vino con algún plato en particular?

Una vez tengamos claras ambas cosas, podemos escoger comprar el vino en una gran superficie o en una vinoteca. En ambos casos, he aquí algunos aspectos a tener en cuenta a la hora de elegir el vino.

Lo primero es que las condiciones en las que se almacena sean las correctas. En los supermercados, las botellas suelen estar en los lineales (estanterías) en posición vertical, algo no muy recomendable ya que la posición correcta de almacenaje es en horizontal para permitir que el vino mantenga húmedo el corcho y este no se contraiga posibilitando la entrada de aire en la botella, lo que provocaría su oxidación. Pero también es cierto que los vinos en los supermercados rotan muy rápido, es decir, pasan muy poco tiempo en los lineales, por lo que esta premisa no suele afectarles mucho. Sin embargo, si son vinos de precios más altos, que se venden con menos frecuencia, evite comprarlos si las botellas están en posición vertical. Puede que lleven así mucho tiempo… En las vinotecas, el vino suele cuidarse más y las botellas suelen almacenarse en posición horizontal. De todas formas, fíjese siempre en el color del vino y compruebe que no está oxidado. ¿Cómo? Pues los blancos jóvenes, sin crianza en barrica, deben tener un color pálido; si presentan un amarillo oro viejo, deseche la botella. Los rosados no deben presentar matices anaranjados ni los tintos un color teja, a no ser que sean muy viejos (de una añada antigua), en cuyo caso es poco probable que lo encuentre en un supermercado, pues son botellas muy escogidas y de alto precio.

Otro factor importante es que las botellas no estén expuestas directamente a la luz solar (en un escaparate, por ejemplo) o a potentes focos de luz artificial ya que la luz y el calor son perjudiciales para el vino.

Fíjese también en la cápsula de la botella, la que protege el corcho: debe estar en buenas condiciones y, por supuesto, la botella no puede "perder": si está manchada o se aprecia que algo de vino se ha salido de la botella, huya de ella como de la peste!!!

Lea la etiqueta y la contraetiqueta, le dará mucha información: la añada, la variedad o variedades de uva con la que está elaborado, el tipo de producto (seco, semiseco, dulce, etcétera). Incluso muchas bodegas indican consejos de armonías con platos, temperatura de servicio y si una decantación mejorará su percepción del vino.

Una vez comprado el vino, y si no vamos a consumirlo de forma inmediata, ¿cuál es la mejor manera de conservarlo en casa? Lo ideal, evidentemente, es en un sótano o en un armario climatizado especial para vinos. Pero si no disponemos ni de lo uno ni de lo otro, hay varias reglas básicas que se deben seguir: conservarlo en un lugar a temperatura constante (entre 12º y 15º) y no muy húmedo (la humedad ideal es entre el 70 y el 75%), a oscuras y en posición horizontal.

Y ¿cuánto tiempo podemos guardar un vino? Que el vino mejora con el tiempo es una verdad a medias. Sólo lo hacen los vinos elaborados para ser longevos. Normalmente los vinos rosados deben consumirse cuando todavía son jóvenes y afrutados. Por lo tanto no conviene guardar la botella más de seis meses. En cambio, por regla general, un vino blanco joven puede conservarse hasta uno o dos años, como máximo. Pasado este tiempo, al degustarlos, los encontraremos menos frescos y afrutados.

Para elaborar un vino apto para envejecer se necesita una materia prima con las condiciones adecuadas: óptima calidad y elevada acidez, ya que es la acidez lo que mantiene vivo un vino. Obtener una uva de estas características sólo es posible en zonas templadas y frías.

En general, envejecen mejor los tintos que los blancos, salvo los grandes vinos blancos alsacianos, alemanes y austríacos, que son un caso único y aparte, capaces de envejecer maravillosamente durante décadas. Para otorgar longevidad a un vino tinto es imprescindible someterlo a una crianza en barricas de roble. Cuanto más larga sea la crianza, más capacidad de envejecer tendrá el vino. Así, un tinto joven es un vino sin paso por barrica elaborado para ser consumido en el año. Y un gran reserva se conservará más tiempo (e incluso mejorará) que un reserva, y éste que un crianza. En cualquier caso, es una experiencia única abrir una botella de vino que ha sido elaborado hace décadas (¡la botella más antigua que he tenido la suerte de probar era de 1892!) y comprobar que aún está vivo, que aún nos habla y nos cuenta un trocito la historia de un lugar y de unas personas que en su día pusieron todo su saber y su pasión en elaborar y embotellar ese líquido divino que estás bebiendo tú tanto tiempo después. No cabe duda de que la longevidad es lo que marca la diferencia entre un buen vino y un gran vino.

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