¡Que viene Papá Takeli!

Los niños de Bodjondè continuarán sus estudios en una Escuela Agraria gracias a la Fundación Takeli y la solidaridad de los granadinos Los miembros de la última expedición ven ahora el mundo de otro color

¡Que viene Papá Takeli!
¡Que viene Papá Takeli!

El mes de agosto en el poblado de Bodjondè (Togo) es el más fresco del año, aunque la temperatura no baja de los 30 grados. Es como si fuera invierno. En esas fechas, los niños de este enclave africano, aguardan nerviosos la llegada de alguien que, como Papa Nöel a otros niños del mundo, les lleva regalos. Esperan a "Papá Takeli" -así le llaman los críos-, el creador de la Fundación Takeli, una ONG que ha impulsado desde 2005 importantes proyectos para mejorar la Educación en esta zona situada al Oeste de África.

Papá Takeli es de piel oscura y sonrisa perenne, y su nombre real es Raymond Takeli. Cada vez que llega a su tierra -nació en Bodjondè, aunque reside en Granada desde hace 23 años- lo hace cargado de iniciativas para mejorar las vidas de sus pequeños paisanos, así como de cajas y cajas de material escolar, medicinas, alimentos, ropa y, por supuesto, juguetes.

En este viaje de solidaridad, que realiza todos los años en agosto, Raymond no va solo. Siempre lo acompaña un grupo de entre 9 y 25 personas, que colaboran en las distintas actividades programadas y en el reparto de cajas a los distintos lugares previstos (escuelas, hospitales, residencias..), tanto de Bodjondè como de otras aldeas.

Este año, Raymond y sus ayudantes han logrado materializar un sueño que garantizará la formación profesional de los niños de esta parte de África para que se labren un futuro, y nunca mejor dicho. Se trata de una Escuela Agraria donde los menores que completen los estudios de ESO y quieran continuar su formación lo hagan. El centro no sólo ofertará estudios relacionados con la agricultura, sino que también impartirá cursos de albañilería y carpintería. "Lo inauguramos el 7 de agosto y ha comenzado a funcionar ahora, en octubre", explica orgulloso Raymond, no sin antes aclarar que la Fundación ya ha construido en la zona una escuela, un colegio, un instituto, albergues, una farmacia, doce letrinas públicas (para que los niños no tengan que adentrarse en la selva a hacer sus necesidades) y tres pozos de agua potable.

Uno de esos pozos ha sido inaugurado también este año, en el que gracias a lo recaudado por la Fundación Takeli, se han repartido 444 cajas de material y comida. "Ha hecho falta un contenedor de 40 pies para llevarlo todo; ha sido apoteósico", resalta Raymond, al tiempo que precisa que su contenido estaba valorado en 325.000 euros. Durante todo el año, la Fundación Takeli almacena el material que recibe de los granadinos y de otras partes del país en una nave cedida por Moleón, a quien Takeli está muy agradecido.

Desde que esta ONG se creó hace ya ocho años, paga la matrícula a 538 niños durante seis cursos consecutivos y ha logrado dotar a los distintos centros con más de mil pupitres. El precio de la matrícula allí es de 3,92 euros al año y antes muchas familias renunciaban a la educación de sus hijos por no tener ese dinero. Raymond, que es profesor de Francés en el Colegio Mulhacén, contó esta realidad un día en clase y le desbordó la solidaridad de los alumnos. Así nació la ONG que lleva su nombre.

Gracias a la labor que se está realizando, en los últimos años la mortalidad infantil en Bodjondè ha bajado, un logro que Raymon resalta emocionado. Y es que los pequeños de esta región se mueren por no tener unas simples pastillas, ésas que aquí tiramos porque caducan olvidadas en el botiquín. Una de las enfermedades que está sesgando actualmente muchas vidas allí es la úlcera de Buruli, que se puede curar con un tratamiento de antibióticos que cuesta 48 euros. "Pero allí no tienen ese dinero, la úlcera se va extendiendo y se mueren", explica Carmen Morell, una enfermera del Clínico que ha acompañado a la ONG este año, junto a su marido, Jesús Ruiz, que es médico. Morell quiso agradecer expresamente al hospital donde trabaja su donación de medicamentos y material sanitario para este viaje.

"Uno se sorprende de lo poco que tienen y lo alegres que son", dice por su parte Jesús, que coincide con su esposa en que "se necesitaría estar allí todo el año", pues es mucha la ayuda que precisan. Mientras lo escucha, Julia de la Cruz, una futura arquitecta de 18 años que también formó parte de la última expedición, asiente con la cabeza. "Es que allí con muy poco se hacen grandes cosas", señala la joven, a la vez que explica que uno de los proyectos de este año ha consistido en enseñar a la población a prevenir la picadura de los mosquitos para tratar de poner freno a la malaria. El autor de ese proyecto ha sido José Luis Alarcón, un estudiante de Biología granadino. "Todo lo que se ha hecho hasta ahora ha sido posible gracias a la gente de Granada que ha ayudado a la ONG, una ayuda que ha ido a más pese a la crisis", enfatizan.

Tanto Ruiz, como Morell, como De la Cruz regresaron a España viendo la vida de otro color, apreciando mucho más lo que tienen y, sobre todo, con muchas ganas de volver al poblado para ayudar a unos niños que, cuando ven aparecer a Raymond, corren con alegría a saludar a su "¡Papá Takeli!". La web de la fundación es: www.fundaciontakeli.com.

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