"No olvidemos que el Albaicín, además de Patrimonio Mundial, es un barrio habitado"
El Centro Unesco de Andalucía lamenta que en los últimos años prácticamente hayan desaparecido las actuaciones en el barrio
Las perfumadas calles del Albaicín, sus vistas a la Alhambra y su laberíntico urbanismo morisco son una experiencia que ningún visitante que llegue a Granada debe perderse. Pero el barrio es algo más que un escenario turístico de cartón piedra; es un núcleo urbano de más de 8.000 habitantes que salen a comprar, van al médico, vuelven tarde del instituto, barren su puerta y riegan las macetas. Son ellos los que mantienen vivo el barrio pero también son ellos los que sufren cada día las limitaciones de un enclave con pocas comodidades, más pensado para ir de paso que para el día a día.
Desde el Centro Unesco de Andalucía (asociación civil que defiende los valores de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación pero que nada tiene que ver con el organismo Icomos de la Unesco que se encarga de aprobar y revisar los expedientes de protección) creen que "no hay que olvidar que el Albaicín, además de ser Patrimonio Mundial es, sobre todo, un barrio habitado".
Veinte años después de que la Unesco declarara el barrio Patrimonio de la Humanidad, Ángel Bañuelos, presidente del Centro Unesco de Andalucía, cree que la declaración supuso un impulso importante para el barrio, que venía sufriendo un acelerado deterioro y una despoblación alarmante. "Durante este tiempo, al amparo del Plan Especial vigente se han realizado importantes actuaciones financiadas por fondos europeos, por la Junta de Andalucía, el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento, que consiguieron mejorar los equipamientos y los espacios públicos, pero estas actuaciones han sido insuficientes y, en los últimos años, prácticamente han desaparecido. A la despoblación continua se unen las pintadas, excrementos de perros, viviendas ruinosas, cableado...", opina Bañuelos.
Toda esta información deberá plasmarse en el mes de mayo en un informe periódico que encarga cada diez años la Unesco y en el que ya trabaja la Agencia Albaicín.
A lo largo de estos 20 años se han vivido momentos económicos de todo tipo. Ciertamente se acabaron las vacas gordas pero el artículo 6.2 de la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial y Cultural no entiende de crisis. Y sigue diciendo: "Los Estados Partes se obligan a prestar su concurso para identificar, proteger, conservar y revalorizar el patrimonio cultural y natural y natural". Es decir que los gobiernos: nacional, autonómico y local tienen la obligación de velar porque su Patrimonio Mundial esté en perfecto estado de conservación.
Ante las deficiencias de habitabilidad que presenta el barrio, los vecinos decidieron hace unos días recopilar toda la información con las necesidades del barrio para presentárselas a la Unesco.
"El papel de los vecinos es importantísimo y definitivo a la hora de exigir unidad de criterios entre las administraciones responsables. Es importante que todas las organizaciones vecinales sean escuchadas, sin exclusiones. Nadie conoce los problemas del barrio mejor que los vecinos", reconoce Ángel Bañuelos.
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