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Ascenso de las temperaturas en la provincia de Granada durante el fin de semana
José Antonio Ayllón García. Coronel jefe de la Base Aérea de armilla
Acaba de cumplirse un año del cambio de coronel jefe en la Base Aérea de Armilla. La salida de Julián Roldán se produjo el 28 de junio de 2013. Desde entonces ocupa el sillón de la Jefatura del Ala 78 José Antonio Ayllón (Loja, Granada, 1959). Está convencido de que el Ejército del Aire goza "de gran respeto" en la sociedad y de que la gente ya no ve los cuarteles como recintos herméticos, llenos de secretos. Rehusa contestar a preguntas relacionadas con la Corona.
-¿Cuál cree que es la aportación del Ejército del Aire a la sociedad?
-La principal aportación del Ejército del Aire es su compromiso de servicio con la sociedad española, que le lleva a mantener una disposición permanente las 24 horas del día, 365 días al año, para cumplir donde se nos requiera, dentro o fuera de España, con las misiones que se nos encomienden, ya sean de Búsqueda y Salvamento, lucha contra el fuego, transporte, ayuda humanitaria, control y defensa del espacio aéreo, etc.
-La Patrulla Aspa ha cumplido diez años. ¿Qué resaltaría de sus integrantes?
-Han sido diez años de esfuerzo, trabajo, preparación y dedicación. Y resaltaría precisamente el resultado de ese esfuerzo: el altísimo grado de preparación técnica y de profesionalidad que tienen todos sus integrantes. El trabajo de los pilotos se apoya en el del resto de sus componentes y en el de todo el Ala 78, pero a su vez la Unidad se beneficia enormemente de esa gran cualificación que repercute positivamente en la calidad de la enseñanza que se imparte en la Escuela de Helicópteros, ya que los pilotos de la Patrulla son a la vez profesores de la Escuela. Es de destacar también algo que es imprescindible para poder ejecutar con perfecta sincronización las maniobras que ellos realizan: el espíritu de equipo y camaradería que existe en la Patrulla. En palabras de su actual jefe, el comandante Pablo Diego, pasan tanto tiempo juntos y separados de sus familias que al final la Patrulla es como una segunda familia.
-¿Usted también pilota, verdad?
-Soy piloto y tengo bastante experiencia en los dos tipos de helicópteros que tenemos en dotación en el Ala 78. De hecho tuve la suerte de ser uno de los primeros pilotos que realizó los correspondientes cursos de instrucción en vuelo tanto en el Sikorsky S76 como en el Colibrí EC120, y de transmitir luego esos conocimientos al resto de pilotos. En la actualidad, las restricciones presupuestarias han obligado a establecer una priorización muy estricta en la asignación de horas de vuelo, en la que, lógicamente, la máxima prioridad corresponde a los pilotos que llevan a cabo las misiones más esenciales y operativas. En nuestro caso, a los que actúan como profesores de vuelo, por lo que otros pilotos menos operativos estamos, por así decirlo, en el dique seco. De todas formas, como reza el lema de uno de los escuadrones del Ala 78 "Lo que bien se aprende... nunca se olvida". Por otra parte, los jefes de Unidad tenemos muchas otras ocupaciones.
-¿Ha afectado la situación económica actual al funcionamiento de la Base?
-La verdad es que el año 2014 está siendo también difícil. El presupuesto inicial para el Ejército del Aire de este año se ha visto reducido en aproximadamente un 10 % en relación con el del año pasado. A lo que hay que sumar las reducciones presupuestarias de años anteriores. Y eso evidentemente se nota en las Unidades. La solución está en concentrar los esfuerzos en lo que es esencial, priorizando el resto de necesidades y aplazando aquellas que pueden esperar. Para el Ala 78 lo esencial es seguir cumpliendo con nuestra misión de formar a los pilotos que serán la columna vertebral de las operaciones de helicópteros que hayan de llevar a cabo nuestras Fuerzas Armadas en los próximos años, y hacerlo manteniendo durante dicha formación la máxima seguridad en las operaciones aéreas. En este sentido, aunque a veces hay que poner a trabajar la imaginación, el funcionamiento de la Escuela de Helicópteros no se ha resentido demasiado. De hecho, el próximo curso académico vamos a hacer un esfuerzo para aumentar el número de alumnos en alguno de los cursos de helicópteros, ya que la demanda de plazas se ha incrementado sustancialmente, lo cual creo que es un acierto. Lo que sería un error es que cuando la situación mejore nos diéramos cuenta de que no disponemos de profesionales formados adecuadamente para cumplir con las misiones que se encomienden.
-Recientemente se han celebrado unas Jornadas de Puertas Abiertas en el Ala 78. ¿Por qué son necesarios estos actos?
-Los objetivos son múltiples. El primero y fundamental es facilitar el acercamiento del ciudadano a sus Fuerzas Armadas, y en nuestro caso particular al Ejército del Aire. Afortunadamente cada vez son menos los ciudadanos que ven los cuarteles como lugares inaccesibles, llenos de secretos militares, y en los que solo unos pocos pueden entrar. Con este tipo de actividades se trata de mostrar a esa sociedad a la que servimos cuáles son nuestros medios, lo que hacemos y cómo lo hacemos. También tienen un componente lúdico para los aficionados a la aeronáutica, que son muchos, pues pueden disfrutar del magnífico espectáculo de las exhibiciones de nuestra Patrulla ASPA u otros aviones y helicópteros en vuelo, hacerse fotos junto a los pilotos y los helicópteros o sentir como si fueran dentro de la cabina de un avión en el emulador de la Patrulla Águila. El ofrecer a las casi 7.000 personas que nos visitaron ese día unas horas de diversión es también una forma de agradecer el cariño que demuestran al Ejército del Aire y a la Base de Armilla. Y por supuesto, también nos ayuda a fomentar las vocaciones: más de un chiquillo, después de presenciar una exhibición de la Patrulla ASPA, ha empezado a soñar con ser un día uno de esos pilotos. Se les nota en la cara.
-¿Cree que el Ejército del Aire tiene una buena imagen?
-El Ejército del Aire goza de un gran respeto en la sociedad, al igual que el resto de las Fuerzas Armadas. Nuestra nación tiene una gloriosa tradición militar y esa tradición se fundamenta en una serie de valores que siguen siendo totalmente válidos incluso en un mundo como el actual, sometido a los efectos de la globalización y a continuos cambios, tecnológicos, sociales... Para los militares, conceptos como el valor, la disciplina, la lealtad, la honestidad, el espíritu de sacrificio y el compromiso siguen formando parte de nuestro código de conducta, que son las Reales Ordenanzas, y los consideramos útiles para enfrentarse a los retos que plantea esta sociedad moderna. Creo que el ciudadano de a pie también lo percibe de esa forma y por eso nos ve con buenos ojos.
-¿Se sienten bien valorados por la sociedad?
-El apoyo y la consideración de la sociedad española hacia sus Fuerzas Armadas lo reflejan las encuestas, que revelan que son una de las instituciones mejor valoradas. En el caso de la sociedad granadina ese sentimiento de apoyo al Ejército del Aire y a la Base de Armilla es patente y constante, solamente hay que ver la respuesta masiva ante cualquier evento como puede ser la última Jornada de Puertas Abiertas. Para mí, como Jefe, fue una satisfacción enorme ver la Base repleta de civiles mezclándose con nuestros uniformes: la gente visita a sus amigos no a quienes les caen mal.
-¿Por qué optó usted por el aire, y no por la tierra o el mar?
-De pequeño siempre me habían atraído los aviones, pero ser piloto lo veía como un sueño inalcanzable, ya que la formación como piloto civil era carísima. Hasta que un militar conocido de mi familia me explicó que, aunque la oposición de ingreso era difícil, tenía la posibilidad de conseguirlo si me preparaba bien y conseguía una plaza en la Academia General del Aire para formarme como piloto militar. La vida me dio esa oportunidad y, a pesar de las dificultades, con el apoyo de mis padres, la aproveché. Y no me arrepiento ya que el Ejército del Aire te permite disfrutar del placer de volar y de otras muchas cosas.
-¿Cuál es la mayor complejidad a la que se enfrenta un piloto de helicóptero del Ejército del Aire?
-Los pilotos de helicóptero solemos decir que mientras que los aviones están diseñados para volar de forma natural, e incluso planean, los helicópteros no, y hay que estar continuamente ayudándoles para mantenerlos en el aire. Ello requiere una gran coordinación de movimientos al estar actuando continuamente sobre los mandos a la vez que se monitorizan y controlan todos los parámetros de vuelo y de motor. Lo más complejo surge cuando eso hay que efectuarlo bajo la tensión que supone el desarrollo de una misión de cuyo éxito depende la vida de un compañero o de otra persona. Y máxime cuando la misión se lleva a cabo bajo el hostigamiento de fuerzas enemigas, como ha sucedido en muchas de las que han realizado los helicópteros del Ejército del Aire en Afganistán. En los 8 años que nuestras tripulaciones han estado allí han completado centenares de misiones de este tipo, en las que han rescatado a 1.030 personas, compañeros, aliados y afganos cuyas vidas corrían peligro. Ahí es donde reside la dificultad, pero también la satisfacción de haber cumplido con tu deber.
-¿Qué resaltaría de la labor del Servicio de Búsqueda y Salvamento del Ejército del Aire?
-Su entrega y su vocación de servicio hacia los demás, dando lo mejor de sí mismos mientras se preparan para cumplir con la misión que tiene encomendada el Servicio de Búsqueda y Salvamento (conocido más por sus siglas en ingles: SAR de Search and Rescue), que no es otra sino la de localizar y rescatar a personas en peligro. Y sin olvidar la humildad con la que son fieles al lema del SAR, que es el mandato del buen samaritano: Vade et tu fact similiter (Ve y haz tú lo mismo).
-¿De qué misión se siente más orgulloso?
-Si se trata de recordar alguna misión en particular, recuerdo especialmente la aeroevacuación, desde Pontevedra hasta el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, de un joven que había tenido un accidente. Yo iba de segundo piloto en el helicóptero, los médicos aconsejaban no subir mucho pero la situación meteorológica a baja cota no era la más favorable. Lo recuerdo porque aprendí mucho en aquella ocasión. Pero más que en misiones concretas la satisfacción profesional la encuentras en etapas de tu carrera. En este sentido, para mí fue muy especial mi paso por el 402 Escuadrón, donde tuve el honor de actuar como piloto al servicio del rey Juan Carlos I, así como del resto de la Casa Real, incluyendo al entonces Príncipe de Asturias y actual monarca. También fueron muy gratificantes los seis meses que permanecí en Sarajevo como Jefe de Operaciones Aéreas del Cuartel General de las Fuerzas de la Unión Europea en Bosnia-Herzegovina, sobre todo porque entre los medios aéreos de distintas procedencias y nacionalidades que dependían de mí estaban dos helicópteros S76 del Ala 78 que participaban por primera vez en una misión internacional.
-¿Cómo cree que será el helicóptero militar del futuro?
-La tendencia general va orientada a obtener plataformas aéreas lo más polivalentes posible, y que permitan realizar misiones de diversos tipos: transporte, salvamento, operaciones especiales, etc. Sin embargo, si no queremos quedarnos desfasados hay que tener en cuenta que en un futuro no muy lejano gran parte de las operaciones aéreas se llevarán a cabo con lo que conocemos como drones o vehículos aéreos tripulados remotamente, y entre estos habrá plataformas de características similares a los helicópteros. Y lo que es todavía más fascinante, habrá helicópteros que en función de las características y riesgos de la misión podrán ser tripulados directamente por un piloto en la cabina o conducidos a distancia por un operador desde tierra. En esta dirección se orientan los estudios de diseño más novedosos.
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