El Patronato de la Alhambra, doloroso parto

Ayer y hoy

Se cumple el centenario del nacimiento del Patronato. Enfrentamientos y desavenencias entre restauradores (Cendoya) y conservadores (Gómez-Moreno) fueron sus padrinos.

José Luis Delgado

01 de diciembre 2014 - 08:34

En Granada, como en La Parrala del maestro Rafael de León, "unos decían que sí, otros decían que no". El recién nacido le parecía muy guapo a unos y horrible a otros. Dicen las hemerotecas que el Patronato de la Alhambra nació el 16 de enero de 1914 en medio de una agria polémica. Pero a esto los granadinos estamos acostumbrados.

Se cumple este año el centenario de su creación, que tiene su semilla en la Comisión Especial para la conservación y restauración de la Alhambra creada en 1905 y presidida por Gómez-Moreno. La muy criticada actuación del nuevo arquitecto de la Alhambra Modesto Cendoya acabó con la dimisión de Gómez-Moreno González y la creación del Patronato Amigos de la Alhambra, que no llegó a cuajar pero que sirvió como plataforma para la creación definitiva del Patronato de la Alhambra, presidido por el diplomático y político maurista Guillermo Joaquín de Osma, que posiblemente no había visto la Alhambra en su vida. Había nacido en Cuba y murió en Biarritz.

Esto en Granada es muy frecuente. Menos mal que el secretario del Patronato era un granadino de reconocido prestigio, don Manuel Gómez-Moreno (hijo), catedrático de Arqueología Musulmana en Madrid. Uno de los ocho vocales era el propio alcalde de Granada Francisco Aurioles y otro el polémico arquitecto Modesto Cendoya.

El Patronato ya nacía tras un doloroso parto. Para empezar, el propio presidente Osma no tenía ni idea de qué era eso de la Alhambra ni el funcionamiento de un Patronato; él había sido Ministro de Hacienda con Alfonso XIII y un prestigioso diplomático pero sabía poco del Patio de los Leones que se le venía encima; y para colmo los ocho vocales estaban radicalmente divididos entre los partidarios de la conservación del monumento según criterios arqueológicos y los que preferían la restauración (Cendoya) para que la Alhambra quedara "mu bonica".

También los granadinos quedaron divididos, canción cuya letra y música bien conocemos; la prensa local se decantó por la oposición a la gestión del nuevo Patronato con artículos muy agresivos aparecidos en El Defensor y en El Noticiero granadino. Se critican duramente las escasas e ineficaces reuniones de los miembros del Patronato y su lejanía con la realidad de las necesidades del monumento; por otra parte parece que era el propio Cendoya el que paralizaba las gestiones y retrasaba las obras desobedeciendo descaradamente al Presidente del Patronato; todos los esfuerzos que hizo Osma para despedir a Cendoya fueron inútiles; y el final fue que la cosa acabó como el rosario de la aurora: la dimisión de Guillermo de Osma y la casa sin barrer. La Alhambra se muere en medio de estas disputas; la mayor parte de las obras se paralizan; los presupuestos se despilfarran en pagar expropiaciones de los vecinos que allí vivían, entre ellos la casa de la familia Linares junto a la Puerta del Vino, y los granadinos, la mayoría analfabetos en esta década de 1910, asisten una vez más a estas disputas de despachos y covachuelistas, de periodistas de todos los signos y políticos caciques en donde no podía faltar don Natalio Rivas.

Según Real Decreto de 29 de febrero de 1984 la Alhambra pasó a ser gestionada por la Junta de Andalucía. Esperemos que en estos últimos años la gestión del Conjunto Monumental sea fructífera, se olvide para siempre ese mar de confusiones con el que nació hace un siglo y sea la Alhambra una villa franca de problemas, patrimonio de la Humanidad desde hace 30 años y vital fuente de ingresos para Granada. Siempre he pensado que en la ciudad en la que hubiera una Alhambra no debería existir ni un solo pobre. A lo mejor la Dobla de Oro nos pone ricos. Críticas no faltarán, porque en Granada hay canciones que repiten machaconamente su letra… como en La Parrala.

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