Del acentor alpino al camachuelo trompetero
Sierra Nevada es un lugar de extraordinaria biodiversidad de avifauna gracias a su elevado gradiente altitudinal de más de 3.000 metros y a constituir un privilegiado pasillo migratorio
El extraordinario número de aves presentes en Sierra Nevada, 214 especies citadas hasta el momento, es uno de los argumentos a los que se hace referencia cuando se señala que Sierra Nevada es "una gran montaña, un pequeño continente". La diversidad de ecosistemas que alberga este gran macizo van desde la Vega de Granada, en el extremo occidental, hasta las estribaciones orientales de la confluencia entre los almerienses ríos Nacimiento y Andarax; entre la altiplanicie del Marquesado del Zenete, por el Norte, y la comarca alpujarreña a lo largo de todo el flanco sur. Todo este heterogéneo conjunto hace de Sierra Nevada un mosaico de múltiples nichos ecológicos para las especies de flora y fauna.
Pero hay dos elementos que resultan esenciales para explicar la rica biodiversidad de aves de Sierra Nevada. Uno deriva de su elevado gradiente actitudinal, que va desde el desierto frío de la alta montaña, desde la cumbre del Mulhacén, hasta los ecosistemas semiáridos contiguos al desierto de Tabernas en el borde Este, o hasta las vegas costeras. Es un viaje de apenas 30-50 kilómetros, que se asemeja al recorrido de miles de kilómetros de latitud a lo largo del continente europeo.
El otro elemento que explica el amplio catálogo de especies que podemos encontrar en Sierra Nevada se atribuye a que el macizo nevadense actúa como un partidor de rutas migratorias generando autovías invisibles, una suerte de pasillos de altura por los que la migración se activa cada año, permitiendo que una variedad formidable de aves utilicen en sus desplazamientos las cumbres, collados y puertos nevadenses de camino, o de regreso, hacia el continente africano a través del Estrecho de Gibraltar.
A estas dos razones habría que sumar que Sierra Nevada incluye una pequeña zona húmeda pero de gran importancia estratégica como son las Turberas y Humedales de Padul que elevan la tasa de especies incorporando al listado de aves forestales, esteparias y migradoras, la singular avifauna acuática asociada a los ecosistemas palustres.
De esta manera encontramos en Sierra Nevada un variado elenco de especies entre las nidificantes (locales y reproductoras), las que vienen a pasar el invierno o las estivales y las que utilizan Sierra Nevada como pasillo migratorio y estación de servicio hacia sus cuarteles de invierno o de regreso de ellos.
La pobreza en especies propiamente alpinas en el macizo nevadense, (el acentor alpino es el único que puede considerarse de este origen), viene compensada por la variada comunidad de especies que, como la alondra común o la collalba gris, en general propias de pastizales, han sido capaces de adaptarse a las durísimas condiciones de vida y a la brevedad de los periodos estacionales productivos de la alta montaña, alcanzando en Sierra Nevada las mayores altitudes conocidas en el conjunto de Europa. También resulta de mucho interés la presencia de núcleos de especies como el acentor común y el verderón serrano que, a buena distancia de las poblaciones más próximas, ubicadas en los sistemas Central e Ibérico, alcanzan aquí las latitudes más meridionales en nuestro continente.
Del ático a la planta baja
Hay dos especies que representan de manera muy clara esa ocupación de todos los pisos de la gran montaña mediterránea: el acentor alpino y el camachuelo trompetero.
(Prunella collaris). De pico fino con base de la mandíbula inferior amarillenta, zona gular blanquinegra estriada, pecho rojizo y bordes de las coberteras blancas, es el paseriforme más característico de Sierra Nevada encontrándose en época de cría hasta la misma cumbre del Mulhacén, a 3.479 metros de altitud, la más elevada de toda el área de distribución de la especie.
Su voz es en reclamo corto, tipo gorjeo, errático, cuando está posado o en vuelo. Su nido es herbáceo, en fisuras de la roca, con 3 a 5 huevos. Se alimenta picoteando en el suelo pequeños insectos y arácnidos, aunque completa su dieta con bayas y semillas. Se le conoce como nevero debido a su afición a visitar en verano, los restos de nieve que quedan en las cumbres para recolectar los insectos que quedan atrapados.
De carácter confiado, es un ave típica de la zona de altas cumbres, de cascajares y terrenos rocosos desnudos, que ha progresado gracias al uso del territorio por parte de montañeros, esquiadores y senderistas, a los que escolta con la esperanza de obtener comida fácil.
Como el resto de las aves de alta montaña, está sujeto a movimientos de trashumancia invernal que le llevan a zonas de la media y baja montaña donde podemos encontrarlo en bosques y en zonas de matorral. Es muy posible que los acentores alpinos invernantes que se han citado en las vegas de buena parte de Andalucía e incluso en zonas costeras alejadas, (hay referencias que llegan hasta el Algarve portugués), provengan de Sierra Nevada. La especie es objeto de un seguimiento especial por el Observatorio del Cambio Global de Sierra Nevada.
(Bucanetes githagineus) El nombre le viene del canto, muy distinto al de los demás pájaros, que consiste en una nota estridente con un timbre metálico que recuerda una trompeta.
Posee un llamativo pico rojizo, aspecto rechoncho y color rosado. Raramente se posa en árboles, seleccionando el hábitat de matorral de caméfitos asociado a ramblas y al modelado yesífero y arcilloso de los bad-lands en las zonas más cálidas Sierra Nevada, sobre los 450-500 metros de altitud. Tras la dispersión juvenil pudieran invernar, al igual que las subpoblaciones del desierto de Tabernas y Gorafe, en las zonas costeras arenosas de Almería.
Por su aspecto parece un pinzón algo rechoncho de plumaje gris uniforme, el cual se vuelve de un tono anaranjado en los machos durante la época reproductora. Se caracteriza por el pico corto y fuerte, de color anaranjado, apto para romper semillas duras, aunque también come otras partes de las plantas e incluso insectos. La puesta suele ser de cuatro a seis huevos en primavera y la incubación sólo dura dos semanas. Otras dos semanas más tarde, los polluelos abandonan el nido.
Es el fringílido más raro y quizás también la más reciente incorporación a la avifauna reproductora nevadense. A pesar de conocerse la cría en zonas cercanas fuera del macizo, no se localizó su presencia en la parte almeriense de Sierra Nevada hasta bien entrada la primera década de este siglo.
Más información en el libro Las Aves de Sierra Nevada, de Jorge Garzón e Ignacio Henares.
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