El bosque encantado
La Dehesa del Camarate es un lugar privilegiado para disfrutar de la 'otoñada', un espectáculo de colores que atrae cada año a senderistas de muchas procedencias, naturalistas y fotógrafos
La Dehesa del Camarate es unos de los rincones más hermosos del Parque Nacional de Sierra Nevada y alberga uno de los bosques mixtos mejor conservados de toda Andalucía. Se encuentra en la vertiente norte del macizo, en el término municipal de Lugros. La abundancia de agua y su orientación han propiciado una biodiversidad extraordinaria, un lugar paradisiaco que en estos días de otoño luce sus mejores galas con una amplia variedad cromática aunque la explosión floral en la primavera es otro momento magnífico para su visita.
En este auténtico tesoro de joyas botánicas se dan cita numerosas especies de árboles de hoja caduca, tales como robles melojos, mostajos o serbales, arces, cerezos silvestres, maguillos, fresnos, sauces y toda la corte de arbustos que los acompañan (agracejos, rosales silvestres, majuelos, zarzamoras…), que lo convierten en uno de los parajes más fotogénicos y fotografiados del otoño andaluz.
Ha sido denominado El bosque encantado porque ofrece múltiples paisajes diferentes, rebosantes de color, en donde los tonos rojos, anaranjados, amarillos, ocres y verdes van componiendo sinfonías caprichosas de colores. Los días variados de otoño, lluviosos, con nieblas o soleados, multiplican la posibilidad de encontrarnos con bellas estampas diferentes, a veces incluso en la misma jornada. El encinar, en las zonas de solana y el piornal o matorral almohadillado, en las zonas más elevadas, ofrecen un contraste que remata la composición de colores y texturas.
Hasta hace unos pocos años la Dehesa del Camarate fue dedicada a la cría de reses bravas. En el año 2002, el Ministerio de Medio Ambiente adquirió unas 800 hectáreas, (aproximadamente la mitad de la finca), que transfirió a la Junta de Andalucía para su gestión, con el objetivo de asegurar su conservación y propiciar un uso público sostenible. En la normativa del Espacio Natural Sierra Nevada un sector ha sido considerado como Zona de Reserva del Parque Nacional al ser incluido entre "aquellas áreas que, al contener valores naturales de primera magnitud por su rareza, fragilidad, biodiversidad o interés científico, requieren el máximo grado de protección".
Además del valioso patrimonio natural, la Dehesa del Camarate cuenta con un rico patrimonio cultural asociado. A la entrada de la finca, junto al Horcajo encontraremos las ruinas de una coqueta ermita elevada con su escalinata de acceso y un poco más adelante se sitúan los corrales de embarque de los toros bravos que se criaban aquí hasta el siglo pasado. En la parte más alta de la finca descubriremos un antiguo tentadero, quizás el más alto del mundo, un pequeño coso donde se probaba la casta de los toros.
El paseo por nuestro Bosque encantado, desde la base en el Horcajo del Camarate hasta la Piedra de los Soldados en el lugar más elevado, puede ser considerado un recorrido por una magnífica colección botánica. Ya al cruzar la verja en el Horcajo del Camarate, nos encontramos con unos buenos ejemplares de sauces y fresnos. En esta zona de entrada también son destacables unos espectaculares majuelos y rosales silvestres. En las inmediaciones podemos ampliar nuestro listado de especies con álamos y alisos y dos variedades de sauces: blancos y cenicientos.
En nuestro primer tramo de subida nos vamos a encontrar de manera alternativa a los robles en su evolución cromática foliar, con toda su corte de arbustos y matorral acompañante -en las zonas más umbrías- y a las siempre verdes encinas, -en la solana- con todas las especies que las escoltan. En nuestra ascensión zigzagueante por la pista aprovecharemos cada recodo para ir descansando y cobrando una visión más amplia del paisaje conforme ganamos altura.
En la espesura del follaje podremos distinguir todavía más especies para sumar a nuestro catálogo: zarzas, madreselvas, clemátides y heléboros. Entre el matorral arbustivo abundan rascaviejas y anotaremos también en la lista a durillos, espino cerval o algún endrino perdido.
El espectáculo multicolor está a nuestro alcance. Los fresnos son los primeros árboles que comienzan a amarillear junto a los arces granadinos. De este endemismo podremos encontrar ejemplares con distintos tonos, o en un mismo pie incluso podemos observar hojas de múltiples tonalidades, verdes, amarillas y rojas. Destacan también los anaranjados del mostajo y el profundo rojo bermellón de los cerezos silvestres. Si escudriñamos por los barrancos aledaños descubriremos verdes tejos mezclados con abedules y una nueva especie, junto a robles y encinas, entre las quercíneas productoras de bellota: el quejigo.
Continuamos ascendiendo hasta alcanzar el collado del Cerro de los Carneros. En este punto se da acceso a una propiedad particular aunque nuestro recorrido continuará por el ramal público. Desde aquí podemos apreciar ya en todo su esplendor el paisaje de la alta montaña, presidido por el cerro del Mirador Alto (2.684 metros) y detrás y más alto el Picón de Jerez (3.088 metros).
Un tramo más arriba, tras haber superado el Tentadero de la finca, se encuentra el Prado de los Chapiteles donde obtendremos una perspectiva amplia de toda la Dehesa desde la que podemos disfrutar de las vistas al cortijo ganadero de El Camarate que da nombre al lugar, rodeado de amplios prados formados por el careo de las acequias tradicionales.
Si echamos una mirada hacia la Hoya de Guadix, veremos el paisaje acarcavado de los bad-lands con toda la llanura salpicada de pequeños pueblos blancos. Desde l o alto la vista alcanza hasta poder identificar los perfiles de Sierra Mágina, Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, Sierra de Castril, La Sagra, Jabalcón, Sierra de Baza…
Subimos un poco más hasta alcanzar el lugar conocido como la Piedra de los Soldados. Nos encontramos ya en el dominio del matorral almohadillado de alta montaña conocido como piornal, en el que podríamos ampliar nuestra colección de plantas con más de 50 especies adicionales. Desde aquí volvemos al punto de partida por el mismo lugar por el que hemos ascendido.
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