Reflexiones desde el pupitre
El inspector Antonio Lara analiza en su último ensayo 'La educación que pudo ser' los pros y contras de la enseñanza reglada que se imparte actualmente en España en el sistema público y desde todos los agentes
"Vivimos en un tiempo en que a la escuela se le piden resultados (...). Pero hay también quien piensa que en educación cuentan otros resultados que no son medibles bajo ninguna escala fiable". Con esta reflexión inicia Antonio Lara, inspector de Educación en Granada, uno de los pasajes de su último libro La educación que pudo ser. Reflexiones desde el pupitre (Editorial Zumaya), que acaba de salir a la venta y se presenta el próximo 9 de febrero en la Fundación Instituto Euroárabe con la presencia de la presidenta del Consejo Escolar del Estado, Carmen Maestro.
"He intentado hacer un ensayo ameno y próximo", advierte Lara sobre su último trabajo. En él analiza la educación reglada que se imparte en España, sobre todo en el sistema público, que conoce en profundidad tras haber trabajado durante veinte años como docente en todas las etapas (Infantil, Primaria, Secundaria), luego como delegado provincial de Educación y, actualmente, como inspector.
Para introducir al lector en la materia, primero ofrece algunas claves de la evolución de la sociedad postmoderna, a la que achaca algunos de los grandes males que se atribuyen al sistema educativo, como es la falta de motivación del alumnado. "La televisión o las nuevas tecnologías bombardean de estímulos a los jóvenes y se sienten inmunes a los mensajes que les llegan de las escuelas", dice Lara.
Luego aborda las principales reformas educativas realizadas en la España democrática, que "se han visto afectadas por decisiones que muchas veces no les han ayudado", dice al tiempo que introduce su conclusión: "esa especie de obsesión reformista, antes de favorecernos ha dejado en la educación una carga de contradicciones, de complejos no superados, de vanidades insatisfechas, para más confusión que beneficio del sistema educativo".
Cuánto hay de crítica y cuánto de verdad en los análisis que se vierten sobre educación hoy en día. Lara se adentra en lo que él llama la "escuela dañada" y la "escuela fracasada". Con la primera denuncia el caso de aquellos centros que se encuentran inmersos en un entorno social muy desfavorecido, donde "ni los programas más innovadores de integración social han dado resultado". Y es rotundo en su diagnóstico: "En el tuétano de la gente hay un sentimiento de rechazo que es muy difícil erradicar. Usted pensará que más adelante esta situación evolucionará, cuando los actuales alumnos educados en valores de respeto, convivencia e interculturalidad sean adultos y tengan hijos. Mucho me temo que no. El ejemplo que están dando esos padres es revelador de cómo procederán sus hijos en el futuro".
Pero es el segundo supuesto, el de las "escuelas fracasadas el que más preocupa a Lara. "Es esa escuela que lo tiene todo y aún así no da respuestas", reflexiona a este diario. En su libro lo completa: "No sabemos si la escuela está fracasada o alguien ha hecho fracasar a la escuela".
Sin olvidar que en el ámbito educativo son muchos los agentes responsables, el autor dedica un capítulo entero al profesorado, clave de la educación. "De su actividad depende gran parte del éxito en la educación", recuerda Lara tras advertir que este colectivo tiene que rendir cuentas por su trabajo, sabiendo que su compromiso y su profesionalidad están bajo la atenta mirada de la sociedad.
Pero tampoco se olvida de la tercera pata de esta mesa: las familias. "La educación está esperando que la sociedad y las familias le ayuden", proclama Lara en su libro, aunque lleva tiempo emitiendo señales para que desde fuera le socorran en la labor que se desarrolla en la escuela.
Doctorado en Historia Contemporánea por la Universidad de Granada, Lara mina sus textos con multitud de ejemplos que ilustran cada una de las reflexiones que plantea. "Tenía ganas de decir las cosas como uno las piensa", reconoce. "Cuando la Administración no ha hecho las cosas como debiera o cuando uno ve la apatía de las familias es imposible eludir la crítica". Para este inspector, "la vocación de la educación es llegar al máximo número posible de personas, un instrumento para todos los ámbitos que a veces no consigue llegar a todos". Y cita a Kant como cabecera: "Las luces dependen de la educación, y la educación depende de las luces".
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