Un ágora con fondo azul
El día en el campamento pasa entre debates y solucionar cuestiones básicas, como cocinar o resguardarse de la lluvia
Siempre hay solución. Ayer, pese a que no fue nada fácil sortear las inclemencias meteorológicas y las carencias logísticas propias de lo precario del campamento instalado en la Plaza del Carmen, los allí congregados se armaron de paciencia y buen humor. La jornada comenzó con medio centenar de jóvenes en la plaza de los doscientos que, según fuentes policiales, pasaron la noche acampados, la mayoría al raso y con un cartón como cama. Apenas se instalaron una decena de tiendas de campaña.
Mientras unos se dirigieron a hacer la compra, otros pusieron rumbo a sus domicilios para asearse y quizá descansar después de una larga noche, en la que no hubo incidentes. Otro grupo se lanzó a las facultades y barrios de Granada para publicitar los acuerdos de la asamblea, dar a conocer sus inquietudes y dejar claro a quienes tuvieran alguna duda de que detrás de este movimiento no hay ni sindicatos, ni partidos ni ningún tipo de sigla, según María, una de las personas que ha estado en las movilizaciones desde el principio.
Tras el primer e intenso chaparrón de la jornada, poco antes de las doce, hubo que echar mano de plásticos para tapar colchones y demás utensilios. Cuerdas, paraguas y palos de cepillos de barrer sirvieron para sujetar una extensa lona azul, que sirvió de improvisado techado. Hubo que improvisar, ya que los agentes de la Policía impidieron que las cuerdas de la lona se sujetara a las farolas de la plaza "porque no era seguro", relata Laura.
Entre chaparrón y chaparrón, el grupo de acampados continuó con el programa previsto, que incluía, a la una y media, una comida solidaria. Cus cus, macarrones y ensalada formaron parte del menú. Y debate, mucho debate. Los concentrados se han dividido en cuatro grupos. A saber, Comunicación, que se dedica a actualizar información a través de internet; Logística, que gestiona el dinero; Seguridad Legal, donde se plantean todas las cuestiones que tienen que ver con los derechos y deberes de los manifestantes; y Propuestas, que, por ejemplo, ayer trabajaba en la elaboración de un decálogo para su debate en la asamblea.
La logística
Cuestiones más personales pero igual de importantes también se solucionaron. Según explica otra de las acampadas, Laura, se utilizan los servicios públicos, los que altruistamente ofrecen aquellos acampados que residen más o menos cerca de la Plaza del Carmen y los de varios establecimientos de la zona, que les han ofrecido utilizar sus aseos. "Tenemos una lista de bares, y nos apuntamos para evitar ir todos al mismo", reseña Laura.
También explica cómo funciona el tema económico. Los manifestantes aportan a un fondo común, que es controlado por el grupo de logística. "Se cuenta lo que hay y el que va a comprar trae la factura. Todo está controlado".
Para el tema eléctrico, la cuestión no es fácil. Todavía no cuentan con un generador, así que quienes residen más cerca son los encargados de ir y venir con portátiles, móviles y demás aparatos para mantenerlos operativos.
Los bulos
La vida en el campamento también gira en torno a lo que ocurre en las redes sociales. Sin embargo, algunos mensajes han difundido informaciones falsas que han provocado algún que otro problema. Así, a primera hora de la tarde de ayer algunos dejaban en Facebook el mensaje de que la Policía había comenzado a multar a los concentrados en la Plaza del Carmen. Sin embargo, los mismos manifestantes replicaban a ese mensaje con otros en los que se desmentía que se estuviera sancionando. Además, en la madrugada del miércoles al jueves también se difundió una agresión a una voluntaria de campaña del PP. Falso también.
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