"Alguna gente consagrada sigue recibiendo subvenciones que apenas necesitan"
La bailaora granadina estrena su espectáculo 'Suma y sigue' el próximo sábado en el Teatro José Tamayo
Lucía Guarnido es una bailaora curtida por la experiencia y una madurez intelectual que surte de efecto su obra. Elegante, delicada, seria, sin artificios, culta, Lucía nos propone un viaje al interior del flamenco que brota de ella misma, de una mujer que Suma y sigue, último título de la obra que estrenará el próximo sábado en el Teatro José Tamayo de Granada. Viene con ilusiones renovadas y muy satisfechas con el trabajo del grupo que la acompaña integrado por la guitarra de Luis Mariano, el cante de Sergio Gómez y Juan Ángel Tirado, la percusión del Cheyenne y la colaboración especial del bailaor Francisco Hidalgo.
-¿Qué hay detrás de Suma y sigue?
-Es un espectáculo de flamenco sin mucha tramoya ni floritura, centrado en el hecho flamenco, la música, el cuerpo y los sentimientos. Pero sí es verdad que tiene un sentido primigenio en el que recaí yo misma una vez elegidos los palos que lo componen. Me di cuenta de que yo quería retratar una cualidad de la mujer: la de desarrollar múltiples facetas diferentes y lejanas unas de otras, y de cómo esa capacidad de ser diligente, fuerte, amante y esposa a la vez la completa y la define. Mujer que suma y sigue.
-¿Cómo sobrevive un flamenco a la crisis con dignidad?
-Pues trabajando lo que se puede y procurando no bajar el listón. Aunque la cosa está que arde. Es una pena que la cultura casi siempre sea de las primeras en pagar los platos rotos. Yo, en estos tiempos que corren he decidido estrenar mi segundo espectáculo, Suma y Sigue, sin contar con subvenciones de ningún tipo. Sé que es arriesgado y soy consciente de que el momento no es para nada favorable, pero yo no puedo pararme por esos motivos.
-¿Cuáles son los principios éticos-deontológicos que tiene como artista?
-El trabajo bien hecho y la exigencia con uno mismo para mí es lo fundamental. Si uno hace algo creyendo que es lo mejor que puede y sabe hacer, eso está bien hecho, porque es sincero y es un regalo a los demás. El hacer algo a medias, querer vender lo que se sabe que no vale lo que cuesta o llegar arriba a toda costa, eso no merece mi respeto. Hay que premiar a los buenos artistas, a la gente trabajadora y respetuosa con el trabajo que hace. Al flamenco y a la danza en general hay que mimarlos, que aportarles y que respetarlos. No todo vale en nombre del flamenco. Ni es oro todo lo que reluce.
-Los artistas se quejan de Granada, ¿por qué, si es muy bonita?
-Pues porque a veces tenemos poca iniciativa o poco éxito en la iniciativa. Pero la verdad es que Granada, con la cantidad de buenos artistas que tiene y que genera, no tiene el sitio que debiera en el mundo del flamenco. No tiene el movimiento que debería tener, pero no sé de quién o de qué es la culpa, si de la actitud un poco desdeñosa o de la apoca iniciativa porque figure y triunfe lo granadino. Porque eso que dices sí que es verdad: ¡mira que es bonica mi 'Graná'!
-¿Hasta qué punto son comprensibles los criterios de la administración para conceder subvenciones, o hasta qué punto un artista tiene acceso a ellas?
-Pues poco comprensibles y apostando poco por los jóvenes. Gente consagrada sigue recibiendo subvenciones millonarias cuando apenas las necesitan y la gente más joven a veces no nos sentimos apoyados. La cosa es que casi siempre están los mismos, que puede que sean muy buenos, pero siempre son los mismos, y que estar bien relacionado y en la ciudad apropiada tiene mucho tirón. Tampoco puede ser ni se debe consentir que los grandes, los artistas ya consagrados cobren seguro, e incluso antes de trabajar, y la gente que está empezando, que es a la que más hay que apoyar, los que serán el futuro de esta profesión, tenga que perder los papeles exigiendo una y otra vez que les paguen el trabajo que ya han hecho. El flamenco es un trabajo, bonito, sí, creativo y satisfactorio también, pero un trabajo y como tal hay que valorarlo y, por supuesto, pagarlo.
-Cada vez proliferan más los flamencos con carrera universitaria, ¿en qué sentido le puede haber ayudado ser licenciada para con su danza?
-Creo que como artista, el ser licenciada en Filología Hispánica sí que me ha aportado muchas cosas. La literatura y la poesía te enseñan muchas cosas de las que quizá no eres consciente del todo pero, como se dice, 'ahí las llevas'. Son un poso que tienes y que alimentas. Quizá todo ello estimule tu sensibilidad artística, te haga imaginar, querer crear... A mí, por ejemplo, me apasiona la pintura y el sentimiento que genera en mí a veces me reconforta, me saca una sonrisilla, no sé, me hace respirar hondo y querer hacer cosas, superarme, porque tengo esa posibilidad. Personalmente, el haber hecho una carrera universitaria ha supuesto para mí sentirme completa y segura de mí misma en muchos momentos y haber hecho lo que quise en ese momento dado, que era estudiar y seguir aprendiendo a bailar.
-¿Cuesta mucho desembarazarse de esa etapa de bailaora de compañías flamencas y dar el salto en solitario?
-Bueno, en mi caso ha supuesto un esfuerzo, sí; pero más que por quitarte esa 'fama' de bailaora de compañía, ha sido por hacerte un hueco como solista, demostrar que quieres y puedes estar y sobre todo, por lo que de nuevo toca aprender. Se aprende mucho cuando se baila sola, en el tablao, de los compañeros, de tus errores... Pero con humildad y haciendo lo que mejor sabes hacer, el camino está abierto y es largo, sorprendente e interesante. Y hay sitio para todos.
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