Un volumen reúne los últimos hallazgos del Cuaternario en Andalucía
'El Cuaternario del sur de España: un puente entre África y el dominio Alpino' ofrece algunas de las claves de los registros paleobiológicos de yacimientos como Orce, en la cuenca Guadix-Baza, o Lucena
Probablemente decir que los yacimientos de Orce son inagotables sea una exageración pero, a juicio de uno de los mayores expertos en esta región, la idea no es del todo descabellada. Aun siendo excavados de manera continuada a lo largo de "muchos cientos de años", Bienvenido Martínez-Navarro cree que las excavaciones en Orce darán "para unas cuantas generaciones de paleontólogos". Ahora que la Junta asegura que Orce seguirá entre sus planes prioritarios -lo dijo ayer la directora general de Bienes Culturales, Margarita Sánchez-, el objetivo de los paleontólogos será seguir trabajando en uno de los yacimientos con más y mejores registros del Cuaternario.
Ayer precisamente vio la luz la obra El Cuaternario del sur de España: un puente entre África y el dominio Alpino. Se trata de un volumen especial que recopila, en 14 artículos, las contribuciones más importantes dadas a conocer durante un congreso celebrado en Orce en 2009 con expertos como el propio Martínez-Navarro, José Mª García-Aguilar, Paul Palmqvist u Oriol Oms, entre otros.
Este trabajo, que alcanza un nivel internacional a través de su publicación en la prestigiosa revista Quaternary International, es un compendio de conocimientos sobre el Cuaternario andaluz -el registro geológico y paleobiológico de Andalucía durante los últimos 2 millones y medio de años-, no sólo en Orce sino en la cuenca de Guadix-Baza, en Padul, Píñar o el nuevo yacimiento de El Chaparral en Villaluenga del Rosario. La obra, que se presentó ayer en el Parque de las Ciencias, pretende "valorizar y dar una visión conjunta de este patrimonio que es uno de los más importantes de todo el continente europeo por el extraordinario registro que posee y especialmente por la situación privilegiada que tiene Andalucía en el sur de la Península Ibérica, estando sólo a catorce kilómetros de África".
Andalucía es clave para entender "las potenciales conexiones entre el registro del norte de África y el del sur de Europa". La obra responde, por ejemplo, a muchas de las dudas que existen sobre si Gibraltar hizo de puente o de barrera en dicha conexión. Para el paleontólogo del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, fue ambas cosas: "un puente por la cercanía con África y una barrera porque el mar impidió que muchas especies pudieran pasar de un continente a otro".
Los científicos que participan en esta publicación se inclinan por la teoría que explica que "la dispersión humana no vino a través de Gibraltar sino a través de la ribera norte del Mediterráneo, del sur de Europa, puesto que las faunas que encontramos en la Península Ibérica se parecen mucho a las que aparecen en otros lugares del sur de Europa y del Caúcaso, e incluso de China", como el búfalo de origen indio Hemibos que se encuentra en el yacimiento del norte de China en Longdan y que es "probablemente de la misma forma o una muy próxima a la encontrada en Venta Micena" por Martínez-Navarro. Sin embargo, el paleontólogo explica que también existen "potenciales conexiones" con África como demuestran los restos de especies como los hipopótamos, que por ser animales de agua pudieron "pasar perfectamente el Estrecho sin mayores problemas". Lo importante, dice, es "conocer bien el registro y estudiar los datos para acercarnos en la interpretación".
Venta Micena, que es el yacimiento paleontológico por excelencia, sigue aún guardando muchos secretos. De una extensión que los paleontólogos han calculado puede medir más de un millón de metros cuadrados, "sólo se han excavado 350". Bienvenido Martínez-Navarro asegura que "hay que seguir excavando allí porque continuamente seguimos trabajando y mejorando el registro".
En la cuenca de Guadix-Baza, por ejemplo, "hemos encontrado restos de industrias líticas, que son las evidencias más antiguas de la presencia humana. Esas piedras talladas son los cuchillos que usaban nuestros antepasados y que tienen una cronología de 1,3 o 1,4 millones de años". Aunque por el momento no han aparecido restos humanos, el paleontólogo tiene claro que "deberán aparecer en algún momento porque alguien tuvo que fabricarlos. La presencia humana allí es evidente".
Sin embargo, el investigador destaca que "lo importante es conocer un poco más cómo eran nuestros antepasados y cómo se desenvolvían. No sólo hay que estudiar la arqueología sino conocer el entorno, el contexto ecológico en el cual habitaron los primeros homínidos que poblaron el continente, y ese contexto está en el estudio de las especies".
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