"En Chueca se hace negocio con nuestros derechos y nuestra lucha"

Shangay lily. Escritora y 'artivista'

La primera 'dragqueen' en España presenta en Granada su nuevo libro, 'La vida en rosa, en rojo y en violeta (Atrapasueños) después de aparecer en todos los telediarios con su 'escrache' a Rajoy

Shangay Lily, un icono de la cultura.
Shangay Lily, un icono de la cultura.
G. Cappa / Granada

08 de noviembre 2013 - 05:00

Shangay Lily es uno de esos personajes que dan un titular en cada línea. Fundadora del movimiento 'drag' en España, opina que "pocas cosas son más políticas que una dragqueen que cuestiona los géneros y el patriarcado". Hoy presenta a las 19 horas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología La vida en rosa, en rojo y en violeta (Atrapasueños), un repaso por sus monólogos siempre ácidos que para algunos puede ser como un trago de salfumán. Inclasificable, Shangay ayuda definiéndose a si misma como "un gran maricón con toda su exquisita pluma". Eso sí, entendiendo el adjetivo "como un halago y no como un insulto".

-¿La normalidad absoluta llegará cuando una figura del fútbol 'salga del vestuario' para reconocer públicamente su homosexualidad?

-Yo no creo en el concepto de 'normal', es muy tramposo. Es una manera de excluir siempre a grupos que disienten de la mayoría. Yo creo en lo cotidiano o lo mayoritario, que no es lo normal entendido como natural. Lo normal es todo porque existe en la naturaleza y sin las rarezas no podríamos vivir. Sin luz no hay sombra y sin sombras no es posible el concepto de luz. Creo que la homofobia, al igual que el machismo, el racismo o el clasismo, es un gran negocio que genera beneficios y carreras a los que se autoproclaman gestores de lo 'correcto', otro concepto imposible, salvo cuando hablamos de hacer daño o agredir al otro, que sí que es incorrecto y anormal. Los deportes son un semillero de nacionalismo, competencia, violencia, machismo y exclusión, a pesar de lo que proclaman. Ocultan la homosexualidad que cada vez es más evidente en su seno, al igual que las religiones. La normalidad absoluta llegará cuando no se entienda el concepto de 'normal'.

-Dice que el feminismo tradicional es el único que existe en realidad. ¿A qué se refiere exactamente? ¿Qué valores transformadores de la sociedad lleva implícito el feminismo?

-El feminismo ha vivido ya varias etapas que se conocen como oleadas. El feminismo de primera oleada fue el primitivo que, por cierto, adolecía de una homofobia espantosa. Betty Friedan se explayó en su Mística de la feminidad declarando la anormalidad y amenaza de la homosexualidad al feminismo. Todo esto se fue corrigiendo en sucesivas oleadas hasta llegar a lo que se denominó posfeminismo, que se imbrica en el postmodernismo, una tendencia repugnantemente capitalista que proclama el cinismo, todo vale, lo importante es estar en el sistema para cambiar el sistema. Sólo que las y los que se metieron en el sistema jamás lo cambiaron, se corrompieron y se volvieron más patriarcales del sistema que nadie, pero con un discurso mucho más perverso y engañoso. Así surge lo que yo llamo el mujerismo, el discurso que hace pasar por feminismo lo que es puro machismo hablando de 'todas las mujeres'. Como si no hubiesen mujeres machistas, clasistas u opresoras. El Partido Popular es una cantera de mujeres mujeristas o machistas que pretenden que el avance de la mujer se evalúa en la élite, el dinero y el poder, los derechos no son necesarios. Las mujeres cada vez son más utilizadas para atacar al feminismo o a sus semejantes, pretendiendo ser portavoces de todas las mujeres, el mujerismo. Dicen buscar el interés común cuando buscan el de la élite y el amo machista. Son lo que yo llamo 'esclavas agradecidas', antifeministas.

-Ha creado un vocabulario propio, se define como "artivista "y muchas de sus puyas van dirigidas a los "absurdigays." ¿Qué otras palabras ha tenido que inventarse para definir el panorama actual?

-Creo que la palabra, el lenguaje, es una de las armas de sometimiento más poderosas. Lo que no se puede nombrar no existe. El lenguaje ha usado su reglamentación para oprimir a fenómenos que no reconocía de un modo sutil. Es lo que Gramsci llamó "hegemonía cultural". Así, si sólo se puede llamar mujer al modelo machista con tacones y falda y machorro a la mujer que disiente del modelo hegemónico, se está perpetuando el machismo y la opresión. O si se usa maricón como insulto en lugar de como halago se está perpetuando una jerarquía del opresor y el oprimido, o el verdugo y la víctima. Uno de los que más orgulloso estoy es el de cristofascistas, que utilizo para denominar a esos hipócritas que usan su religión y mitos para aplicar un fascismo violento para preservar su negocio o estafa inmobiliaria que vende parcelas en el más allá. También artivista, un término ya existente en EEUU que yo adopté para subrayar los prejuicios que tienen quienes niegan una u otra faceta mía: primero fue la de activista cuando estaba en la televisión y era famoso o hacía teatro y escribía, era presentado como artista divertido, una dragqueen que no podía tener vertiente política, cuando hay pocas cosas más políticas que una dragqueen que cuestiona los géneros y el patriarcado. Luego, para tomarme en serio como activista, especialmente tras mi escrache frente a Rajoy para denunciar su homofobia y la del PP, se me negó mi faceta artística y se me redujo a "periodista político o activista". Yo siempre he sido artista y activista y he usado una faceta para potenciar la otra. Lo que yo llamo absurdigays podría hilar con esa mariquita de cofradía, pero es algo más perverso, están más cercanos al reprimido franquista, pero aquellos estaban criminalizados y estos no tienen razón para esconderse, avergonzarse o votar al PP. Son muy católicos y atacan sus derechos y avances para complacer al amo heterosexista. Es muy absurdo que destruyas tus derechos, por eso creé el término absurdigays, porque no hay nada más absurdo que desandar tu libertad por dinero o servilismo. Ya antes había usado gaympresarios para señalar a una élite de gays que han mercantilizado nuestra lucha para conseguir dinero y poder, que mercadean con nuestras reivindicaciones. También hice el término burgayses, título de una de mis obras de teatro, para designar a esa élite centralizada en grandes capitales que se ha aburguesado y derechizado, que ha abrazado el modelo patriarcal, clasista, machista y endohomófobo para vivir en privilegio pisando o negando a sus hermanos y hermanas precarios, periféricos o excluidos de esa micro-casta, que también llamo oligayrquía. Creo que debemos crear nuestro lenguaje para poder señalar nuestra realidad que un académico de la lengua no puede ni concebir.

-¿La sociedad sigue caminando por delante de la política en cuanto a la normalización y el respeto a las tendencias sexuales?

-Sí y no. La política sigue teniendo la responsabilidad de reforzar comportamientos. Por eso fue tan importante que Zapatero, adoptando la lucha de activistas y de IU que llevaba 10 años con esas reivindicaciones, aprobase el Matrimonio Homosexual y otros mensajes de avance. La sociedad estaba preparada hacía mucho, pero en el momento que vio que la homofobia no estaba refrendada por el gobierno, como lo ha vuelto a estar ahora, se cuidó muy mucho de mantenerse en el primitivismo. Lo mismo que ahora es responsabilidad del PP el repunte de una homofobia que siempre ha estado ahí, pero si se anima o aplaude, como está haciendo el PP y la Iglesia, pasa de adormecida a virulenta. Se está enviando el mensaje de que ser homófobo vuelve a estar bien y te hace más cercano al poder. Igual que se está enviando el mensaje de que ser machista, misógino y atacar a la mujer y sus derechos es del agrado del PP y te hace más cercano a los poderosos. La manipulación política de la terrible realidad del aborto es de las cosas más perversas que el PP está haciendo. Querer convertir una última opción en crimen mientras se aplaude el hambre, la violencia o el analfabetismo infantil es de una hipocresía extrema.

-¿Cree que, todavía hoy, a algunos miembros de la derecha les gustaría colgar un retrato de Franco en sus despachos pero no pueden hacerlo por las convenciones sociales y por el revuelo que causaría?

-Creo que es peor. Creo que algunos miembros de la derecha que se presenta como democrática y 'de centro' nunca ha descolgado el retrato de Franco. Creo que el PP es el heredero de Franco con la perversidad de la peor publicidad engañosa. Creo que el franquismo nunca ha abandonado sus poltronas, simplemente se han cambiado de disfraz. Y están creando nuevos cachorros del franquismo como se ve en el escandaloso cristofascismo de Nuevas Generaciones del PP, que en pleno siglo XXI saludan brazo en alto, son machistas, homófobos, racistas y profundamente ignorantes. Su único objetivo es complacer a papá, como el único objetivo de Rajoy es complacer a papá Troika o Gallardón a papá Iglesia o sector ultramontano del PP para llegar arriba.

-En su momento, el movimiento drag que usted inició fue una auténtica revolución. Pasado el tiempo, ¿ha perdido el carácter de oposición a lo establecido y se ha convertido en el divertimento de las salas de fiestas?

-Sin lugar a dudas. Esa fue una batalla que perdí contra la impostura o la envidia que minó al movimiento drag. Hubo muchos intereses y al final ganó la vertiente más vulgar y mediocre. En televisión se negaron a darme un respeto que acabaron dándome. Pero cada vez que me negaba a ir a un programa como el de Nieves Herrero de entonces, que quería presentarme como un friki, aparecía algún amateur o amigo de barrio que les seguía el juego. Luego muchas drags optaron por intentar hundirme para que no fuese tan difícil. Fue el pan para hoy hambre para mañana. Al final me quedé yo y el movimiento social desapareció, perdió interés y quedó reducido a la anécdota. Es un ejemplo perfecto de cómo desactivar una amenaza al sistema. Ya lo habían hecho con las feministas, retratándolas como odiahombres e histéricas, una mentira que ocultó la verdad de su valentía, lucidez e importancia.

-¿Qué le sugiere la palabra frivolidad?

-Una estrategia para desactivar las amenazas, las alternativas desde las mal llamadas minorías. Cada vez que algo alternativo que puede amenazar al sistema, se lo reduce a la frivolidad. En televisión, por ejemplo, se premia mucho la frivolidad. Especialmente si eres gay o mujer. Esa estrategia ha implantado en el imaginario colectivo machista la asociación entre mujer y frivolidad. Es lo que mujeres y homosexuales hemos tenido que sufrir en este patriarcado: no se te toma en serio porque eres una amenaza para el establishment, para el amo patriarcal, para la oligarquía, el monopolio. Y por otro lado, si eres un gay o una mujer seria no se te ve como interesante, entretenida, comercial para los medios. El caso de las femen es un magnífico ejemplo. Se condena a la mujer a la frivolidad o no se le saca porque es aburrida, seria, amargada. Y el caso de los contertulios homosexuales del corazón o concursantes de reality es igual. Si eres frívolo, hiperbólico, la caricatura de la loca, se te premia y paga. Si das un mensaje alternativo o disientes de la marca se te invisibiliza. Por eso abandoné la televisión.

-¿Por qué tuvo tanta repercusión su 'roce' con Mario Vaquerizo?

-Porque evidenció una realidad que muchos habían pensado pero no sabían cómo expresar. Volviendo a la necesidad de crear palabras que cuenten nuestra realidad, él es un ejemplo de absurdigay. Y por otro lado es el personaje de moda, muy cómodo para los absurdigays y los asimilados que quieres ser aceptados por el sistema y no sacrificar nada para luchar contra el recorte de sus derechos. Por otro lado, la maquinaria mediática de derechas o capitalista le respalda, es su creación para hacer popular la estupidez, la homofobia, la represión de tus sentimientos… Es una apuesta importante.

-Usted apuesta por la transversalidad frente a los colectivos que se agrupan en torno a causas muy concretas. ¿Su lucha es la lucha contra la marginalidad de los colectivos y de las reivindicaciones?

-De eso es de lo que hablo en mi libro La vida en rosa, en rojo y en violeta, como ya había hablado en mis novelas machistófeles o Escuela de glamour. Sin unificar luchas podemos ganar más fácilmente la batalla, pero perdemos la guerra. Cuando un logro se convierte en un privilegio de unos cuantos, de un grupo específico, se está alimentando al opresor en lugar de conseguir un avance para todos, para todas. La comunidad gay, por ejemplo, si consigue el matrimonio gay pero es a cambio de asimilarse y adoptar el clasismo o el racismo están reforzando el sistema que va a seguir oprimiendo a mujeres lesbianas, como se ha visto con la reproducción asistida. También a gays sin dinero que heredar, sin posibilidades de comprar una casa o adoptar o, mucho menos, casarse porque no tienen ni dirección que poner en el registro.

-Granada lanzó una campaña para captar el turismo gay, ¿le parece bien esta especialización? En este sentido, ¿barrios como Chueca son un 'parque de atracciones gay' o simplemente algo normal?

-No. Eso es el gaypitalismo que denuncio en mi venidero libro Adiós, Chueca: memorias del gaypitalismo, construyendo la marca gay. Eso es hacer negocio con nuestros derechos y nuestra lucha. Sólo interesa el gay que pueda gastarse dinero, no el que simplemente lo sea. Pero los mismos gaympresarios de Chueca, como mis exsocios de la revista Shangay, que sigue llevando mi nombre pero me fue robada, han encumbrado este modelo que ha llevado a los gays a ser de derechas, machistas, clasistas y patriarcales. En esa estrategia no se está pensando en los gays, se está pensando en el ayuntamiento, en los políticos que se ponen la medalla y hacen negocio. Los barrios como Chueca, en cuya creación fui parte esencial hasta que me opuse a ese modelo gaypitalista como cuento en el libro, son guetos que facilitan la marca la especialización capitalista, para quedarse con un sector, pero están creados desde la perspectiva empresarial, no la activista que es integrarse y educar a la población en el respeto.

-Hace tiempo declaró que estaba buscando una nueva editorial para publicar nuevos libros y reeditar viejos textos. Después de trabajar con las grandes editoriales del país, ¿por qué se ha decidido por la andaluza Atrapasueños?

-Fue azar, parte lógica. Tras preguntar a mi querido amigo Juan de Loxa, insigne faro de cultura, me dirigió al gran Felipe Alcaraz, que a su vez me llevó a Joaquín Recio, gestor de alternativas como Atrapasueños. Me gustó mucho lo que me contaba, porque ofrecen un modelo alternativo. Tras cuatro libros publicados con grandes editoriales me di cuenta de que el modelo capitalista está agotado.

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