Luces de América
El cuarto concierto del ciclo de conciertos matinales dedicados a la música en torno a 1808 se centró en la música religiosa venida de las colonias americanas. Para poner en atriles estas joyas del repertorio hispano se contó con el conjunto cubano de música antigua Ars Longa, que bajo la dirección de Teresa Paz recuperó durante una hora y media un patrimonio musical sumamente rico e interesante pese a que todavía sea poco conocido.
En el programa se interpretó tanto música en latín como en castellano, compuesta para cubrir las necesidades del culto divino de las catedrales iberoamericanas. En concreto, se centró la atención en dos maestros de capilla activos en América durante la segunda mitad del siglo XVIII: Esteban Salas, que trabajó en la Catedral de Santiago de Cuba, y Rafael Antonio Castellanos, maestro en la Catedral de Guatemala.
La música de Esteban Salas abrió el programa. El salmo Deus in adjutorium sirvió al conjunto Ars Longa para mostrar su calidad vocal e instrumental. Compuesto para un conjunto de cuatro voces con acompañamiento instrumental, esta pieza es un ejemplo de cómo el preclasicismo cruzó el atlántico y poco a poco fue sustituyendo al estilo barroco en la música litúrgica iberoamericana. También de Salas se interpretó el salmo Dixit Dominus, de mayores proporciones que el anterior; en él desarrolla un rico lenguaje polifónico, secundado por las voces instrumentales. Teresa Paz, que también actuó como intérprete, dirigió una estupenda interpretación de esta música.
Tal como nos comentaba en sus notas Miriam Escudero, organista del conjunto y transcriptora de las partituras de Esteban Salas, la producción de este compositor abunda en temáticas dedicadas a la Virgen María y a la Natividad de Cristo. En esta línea se enmarcan las piezas Tota Pulchra y Assumpta est, dos motetes de enorme sencillez y belleza que nuevamente embelesaron al público en la interpretación de Ars Longa. También de Navidad escuchamos los villancicos Claras luces y Los bronces se enternescan; este repertorio cambia de registro, simplificando la polifonía y permitiendo concesiones a elementos más populares, lo que los hacía en su día y los hizo a ojos del público asistente dignos de alabanza y aceptación.
Diferente es la producción de Rafael Antonio Castellanos, que trabajó toda su vida en la Catedral de Guatemala. De este maestro de capilla se interpretaron tres villancicos: Si de Rosa el nombre, Oygan una Xacarilla y Silencio, atención. Con distintas temáticas litúrgicas, estos villancicos están emparentados con la tradición barroca peninsular y con el estilo italiano que durante el siglo XVIII se exportó por toda Europa. Además, Castellanos introduce elementos castizos, como los aires festivos de la jácara. Ars Longa volvió a sorprender por la formidable fusión de sus cinco voces solistas y los ministriles que las acompañaron.
Para cerrar el programa se volvió al repertorio litúrgico en latín de Salas. Tres cantos marianos -Ave maris stella, Magnificat y Salve Regina- sirvieron a Ars Longa para poner el broche de oro a un concierto que elevó al cielo nuestras almas y transportó al otro lado del Atlántico nuestras mentes. La prolongada ovación del público obligó a dar dos bises: el gracioso y festivo Sarao de la chacona de Juan de Arañez y Tambagumbá, un villancico del compositor malagueño Juan Gutiérrez de Padilla.
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