Anatomía del paisaje granadino
Las becas de la Fundación Rodríguez-Acosta conceden a seis alumnos de Bellas Artes la posibilidad de complementar su formación artística durante los meses de verano
En la colina Sur de la Alhambra se erige una de las construcciones más evocadoras de Andalucía. Se trata del carmen de la Fundación Rodríguez-Acosta, un edificio que constituye, en sí mismo, una experiencia artística y sensorial. En su interior, seis jóvenes pintores disfrutan del poder lírico de sus jardines gracias a las prestigiosas Becas de paisaje de la Fundación. Los pintores, alumnos de Bellas Artes de las facultades de Sevilla, Madrid y Alicante, explotarán durante este verano el sugerente potencial del paisaje granadino, por el que todos se declaran fascinados.
En su testamento, el artista José María Rodríguez-Acosta dejó definidas las directrices que debía seguir su Fundación, la cual concibió desde sus inicios como centro neurálgico de la cultura en Granada. Con más de cincuenta años de historia, las Becas de paisaje constituyen todo un referente en materia de pintura nacional y se emparentan con la voluntad filantrópica de su fundador, que siempre promovió el progreso cultural y científico de la ciudad. Fomentar el diálogo artístico, la convivencia entre pintores y, en definitiva, construir un espacio idóneo para la actividad artística son los rasgos esenciales de unas becas que aspiran a cubrir el desamparo natural al que se enfrenta todo artista, según declara Carmen López, coordinadora de la Fundación. "Rodríguez-Acosta era consciente de las dificultades en el terreno cultural que había en Granada en aquella época. Actualmente, las carencias de Granada siguen siendo prácticamente las mismas", asegura.
José Manuel Albarrán, Iker Lemos y David Gómez son los tres beneficiarios del primer turno de la beca, que alojará gratuitamente a seis alumnos en el Carmen de la Victoria y les concederá una dotación económica de 750 euros. Se trata de alumnos que han sido elegidos mediante concurso nacional y que han superado una criba entre más de cincuenta expedientes. Como apunta la coordinadora de la Fundación, estas becas no sólo suponen un complemento en la formación de los jóvenes sino todo un "impulso" del alumnado a la realidad del arte, fuera del mundo universitario. Tras la finalización de estas becas, la Fundación Rodríguez-Acosta celebrará una exposición que recogerá una selección del trabajo realizado.
El paisaje es el leitmotiv pictórico de la obra de los jóvenes. Un género de gran calado histórico que los jóvenes recogen y reinventan desde la libertad de sus pinceles. Se trata de variaciones que celebran, de una forma u otra, la poética del paisaje granadino: abstracciones del agua, collages y síntesis del Albaicín, detalles de la naturaleza, alegorías de la cultura árabe o paisajes oníricos son algunas de las formas que los artistas han elegido para celebrar el género en un inevitable diálogo entre modernidad y tradición. Y es que a pesar de la personalidad de sus lenguajes, los tres coinciden en su fascinación por la naturaleza. "Lo que más me sorprendió al llegar aquí fue el sonido del agua", apunta David Gómez. "Es un elemento purificador que tiene una especial presencia en Granada: el agua está en todas partes." Por su parte, José Manuel Albarrán también ha trabajado la interpretación del agua, así como las vistas del Albaicín: "La panorámica de Granada es muy hermosa. Su poética expansión de casitas sobre la colina la convierte en algo muy cercano, casi de pueblo", asegura. Iker Lemos se declara fascinado "por el potencial escultórico de los cipreses". Su pintura aspira a reunir las cualidades escultóricas de la naturaleza y descubrir las huellas del hombre en estos espacios.
Desde la Fundación Rodríguez-Acosta, la representación paisajística es entendida como piedra angular en la formación de todo artista. Lejos de promoverse en su versión más decimonónica, el natural se concibe como un trampolín "desde el que realizar cualquier clase de representación, ya sea más tradicional o vanguardista", asegura Carmen López. En efecto, el recorrido por las obras de estos jóvenes artistas demuestra que a la naturaleza se puede cantar desde todos los tiempos posibles.
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