Fontcuberta, el discreto encanto de la mentira

La Madraza acoge una exposición sobre la ColecciónTrepat, un fondo fotográfico y documental que se exhibe por primera vez en España

1. La Colección Trepat se revela como un tesoro desconocido de la historia de la fotografía. 2. Joan Fontcuberta, ayer, en la inauguración de la muestra en La Madraza. 3, 4, 5 y 6. Entre las riquezas de este fondo, el MACSA, ha decidido presentar una primera selección para divulgar su inestimable valor.
1. La Colección Trepat se revela como un tesoro desconocido de la historia de la fotografía. 2. Joan Fontcuberta, ayer, en la inauguración de la muestra en La Madraza. 3, 4, 5 y 6. Entre las riquezas de este fondo, el MACSA, ha decidido presentar una primera selección para divulgar su inestimable valor.
G. Cappa Granada

16 de enero 2015 - 05:00

Intentar explicar la muestra Trepat. Vanguardias fotográficas: un caso de estudio, que el Premio Nacional de Fotografía Joan Fontcuberta inauguró ayer en La Madraza, es como contarle a un amigo una película de suspense y cometer el error capital de destripar el final. La muestra, organizada por el Centro de Cultura Contemporánea de la UGR, parte del hallazgo del fondo fotográfico del magnate Josep Trepat, quien creó una industria para la producción de maquinaria agrícola que fue uno de los motores económicos de España en el siglo XX. Inquieto y atento a las dinámicas del arte de su tiempo, además de a los balances de sus empresas, Trepat estaba atento a Man Ray, Albert Renger-Patzsch, László Moholy Nagy, Alexander Rodchenko, Charles Sheeler, Walker Evans y otros fotógrafos de la vanguardia histórica "que encontraron en las formas industriales un universo renovador de la mirada moderna", según explica Fontcuberta sobre un empresario que encargó trabajos a algunos de los grandes maestros de la época para crear la imagen corporativa de su empresa. Tras una reciente exposición en Arles, es la primera vez que la colección Trepat se exhibe en España bajo el comisariado del fotógrafo y premio Nacional de Ensayo 2011 por el libro La cámara de Pandora .

Pero Fontcuberta no se ha limitado a seleccionar las imágenes, incluye fotografías propias que se insertan en la muestra en la que el espectador es quien debe discernir qué fotografías son de principios del siglo XX y cuáles del XXI. El artista parte de la premisa de que la fotografía es una mentira que se presenta como real, con lo que reta al visitante a no dar nada por sentado; así que no hay letreros debajo de cada obra que expliquen el contenido, ni siquiera un catálogo razonado al que aferrarse, con lo que una visita a la muestra que ayer se inauguró en La Madraza nada tiene que ver con recorrer un museo al uso, donde la capacidad crítica del visitante se difumina ante la información previa que recibe.

Desnudo ante las ocurrencias de Fontcuberta, el espectador avezado verá enseguida la trampa o, como le pasó al mismísimo Iker Jiménez, morderá el anzuelo. De hecho, el presentador de Cuarto Milenio dedicó un capítulo especial de su programa a Iván Istochnikov, un cosmonauta soviético que pilotó el Soyuz 2 y habría desaparecido durante la operación de ensamblaje con el Soyuz 3. Invitó a diversos especialistas, que debatieron con ardor mientras Fontcuberta se descacharraba de risa en su casa, porque él mismo se había inventado a este personaje y la historia sobre la que Iker y sus amigos hablaban con cara de estar descubriendo la pólvora.

El espectador precavido, lo primero que hace es buscar si existió este industrial catalán, que efectivamente fundó una fábrica que actualmente es un museo industrial sobre la mecanización agraria. La primera prueba ya se ha pasado. Pero Fontcuberta no se ha limitado a insertar fotografías propias en la muestra, aunque el autor no quiso dar más detalles para no contar el final de una película que, más allá de la intervención del fotógrafo, supone una lección de historia de todo el recorrido experimental de las vanguardias: del Cubismo a la Nueva Objetividad, del Preciosismo al Surrealismo, del Constructivismo al Realismo Social...

Fontcuberta, que para redondear su currículum ganó en 2013 el premio de la Fundación Hasselblad -el Oscar de la fotografía-, destaca que, como creador, siempre ha entendido que realiza su trabajo a través de una historia, a través del pasado. "Cuando comencé a interesarme por la fotografía, en los setenta, en los años finales del franquismo, la situación de la fotografía en nuestro país presentaba grandes carencias, no había archivos, museos, programas de fotografía en la universidad... Eso hizo que los de mi generación tuvieran que convertirse en hombres orquesta que no sólo se dedicaron a producir una obra, también tuvieron que construir infraestructura, crear festivales, editar revistas, poner en pie escuelas de fotografía, dar la lata a los políticos para crear colecciones públicas...", enumera.

En ese sentido, el propio Fontcuberta es una muestra como historiador de la fotografía o como comisario de exposiciones, caso de las muestras que organizó en 1984 en la Biblioteca Nacional sobre las vanguardias y sobre fotografía pictorialista. Y aunque recalca que ya hace tiempo que entregó el objetivo de la investigación histórica a los especialistas de las universidades, todavía mantiene intacta su curiosidad. "Cuál fue mi sorpresa cuando encontré una antigua fábrica, que hoy es un museo de arqueología industrial, donde se conservaba un patrimonio fotográfico de valor internacional porque eran los depósitos de todo el material fotográfico originado por la empresa Trepat, fundada por un hijo de campesinos con una gran visión, que se convirtió en un emporio comercial importantísimo".

Josep Trepat pasaba por ser una persona muy innovadora, atenta a las corrientes tecnológicas y artísticas en una época de efervescencia en todos los campos. Por motivos profesionales tenía que viajar muchísimo, con lo que amplió su conocimiento sobre el diseño, las artes visuales, la fotografía... Cautivado por las vanguardias, "que en ese momento eran unos alocados que rompían los esquemas tradicionales", Trepat pensó que una manera de dar modernidad y una imagen internacional a su empresa era encargar trabajos de vez en cuando a algunos de los grandes fotógrafos internacionales. "Los originales de esta fotografías se conservaban en un archivo y, para mí, entrar ahí fue como entrar en la cueva de Alí Babá. La empresa se fundó en 1914 y se cerró a finales de los sesenta, con lo que recoge toda la historia del siglo XX de una forma comprimida", señala sobre un material que llega en primicia a Granada con imágenes de piezas, de diferentes momentos laborales de las fábricas, retratos de los trabajadores...

Más allá de la funcionalidad comercial de estas fotografías, con la perspectiva que da el tiempo y el conocimiento de la Historia del Arte, "estas imágenes revierten en todo un potencial de estética, de renovación, y en definitiva, nos enseñan lo que ha sido la consolidación de la mirada moderna".

Trepat. Vanguardias fotográficas: un caso de estudio es una exposición de materiales históricos que dialogan de manera "muy potente" con la actualidad y el trabajo contemporáneo, con los intereses de hoy, lo que, según el comisario, "demuestra lo importantes que son las imágenes para nosotros". En su opinión, la reciente tragedia de París en el semanario satírico Charlie Hebdo demuestra el poder de las imágenes, que pueden ser un elemento de confrontación y que afecta a la vida y la muerte de las personas. "En un momento en el que la imagen adquiere ese valor y esa intensidad es más necesario que nunca conocer cómo funcionan y qué poder tienen sobre nosotros, así que esta muestra es un instrumento para hacernos mejores ciudadanos", concluye Fontcuberta, un artista que ha elevado la mentira a una de las bellas artes.

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