Bunbury hace arder el Coliseo de Atarfe con su rock frenético
Música hoy
El ex cantante de Héroes del Silencio ofrece un concierto perfecto con su nueva banda para presentar su último trabajo discográfico 'Hellville de Luxe'
Enrique Bunbury puso ayer hirviendo a la gélida noche de Granada. El ex cantante de Héroes del Silencio mantiene su tónica de grandes conciertos, espectacular puesta en escena, buenos temas, mucho rock, guitarras estridentes y una legión de seguidores incondicionales que contagian a cualquier. Anoche le dio la vuelta al Coliseo de Atarfe con su último disco, Hellville de Luxe, un disco completo e intenso que lo devuelve a la carretera y a los escenarios y con el que ha demostrado que está en plena forma.
Mucha camiseta de Bunbury de Héroes del Silencio. Muchísimas fans pululando por el Coliseo y mucha expectación por ver a un músico que en 2005, en plena gira con su banda, decidió que ya no podía más y suspendió los conciertos que quedaban. Pero a Bunbury, esta vez, no se le nota el cansancio por ninguna parte. Muy al contrario. Sabe cómo dominar en el escenario y cómo domeñar al público.
Una impresionante puesta en escena con grandes pantallas de televisión. Nada más apagarse las luces, aparecieron los músicos que ahora acompañan al cantante: Álvaro Suite a la guitarras y la mandolina, Jordi Mena a las guitarras y la lap steel guitar, Robert Castellanos, al bajo, Jorge Rebeneque a los teclados y Ramón Gacías a la batería. El Coliseo estalló en cuanto sonaron los primeros compases de El club de los imposibles, a los que seguirían la señorita hermafrodita y Hay muy poca gente, uno de los temas de su nuevo disco. A partir de ahí, el cantante zaragozano desataría la locura entre sus seguidores con temas como Sólo si me perdonas, El hombre delgado o Infinito.
Ataviado con su clásico sombrero tejano y colgándose de vez en cuando la guitarra acústica, Bunbury demuestra que no necesita de Héroes del Silencio ni de su repertorio para ofrecer un concierto de primer nivel. De hecho, el no estar anclado a un grupo formal es lo que le ha permitido en los últimos años sonar a Dylan, a mundo circense, a cabaret o a Tom Waits siempre que le apeteciese. Ahora sus inclinaciones directas van por el rock and roll puro y sin complejos, por letras bastante elaboradas y por una puesta en escena espectacular. Los músicos, por su parte, funcionaron como una máquina perfecta de relojería.
Es curioso cómo Bunbury despierta tanto interés en España o en países como Alemania, en donde desconocen el idioma de sus canciones. Pero es que el cantante tiene un poderoso carisma que despierta la atención y las caídas de su voz atraen inmediatamente al oído. Bunbury emprende en febrero una gira por Estados Unidos. Se trata de un nuevo reto para el cantante aragonés, tal vez una de las voces españolas más internacionales. México lo tiene completamente conquistado, al igual que Argentina. Primero conquistó Berlín y ahora le toca Manhattan.
Sí, El rescate o Lady blue también fueron cayendo en un repertorio que todo el mundo coreaba al compás del cantante. Y Bunbury parecía disfrutar mucho con ello. Bailoteó sobre el escenario, se fue de un rincón a otro, dialogaba con el público. Se le veía satisfecho y feliz, de nuevo sobre las tablas. Camaleónico.
Su voz oscura y personal, su espíritu absolutamente inquieto y su gana de romper fronteras dentro de la música y salirse de cualquier estereotipo han hecho de Bunbury una rara avis en el panorama musical español. Eso se pudo ver perfectamente anoche en el Coliseo de Atarfe. La soltura con la que maneja los diferentes estilos y su facilidad para pasar de un género a otro son, tal vez, la razón por la que no cansa a sus seguidores y por la que cada vez va consiguiendo más adeptos.
Sonido perfecto en el pabellón, espectáculo muy bien medido y un Bunbury pletórico en Granada, una ciudad en la que parece disfrutar y que anoche se volcó con el cantante. El público estuvo enfervorizado hasta el final. No era para menos.
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