Asesinatos, humor y alcohol en plena Avenida de Dílar
Feria del libro de granada
El escritor Alfonso Salazar publica 'El detective del Zaidín', la segunda novela de una tetralogía protagonizada por un curioso personaje, Matías Verdón
"Me interesan más los perdedores que los triunfadores: son más ricos, más interesantes". Ésa es la razón por la que Alfonso Salazar (San Fernando, Cádiz, 1968) está encantado con el personaje de Matías Verdón, barrigón y de barrio obrero, y protagonista, de nuevo, de su segunda novela, El detective del Zaidín, que fue presentada ayer en la Feria del Libro de Granada. Salazar destripa en este libro la Sevilla de la Expo en una novela negra que, como reza el subtítulo, está llena de humor.
"Que el espacio donde ocurre parte de la historia sea el Zaidín es porque yo he vivido siempre allí", explica el escritor, cuya primera novela, Melodía de arrabal, significa el nacimiento del personaje de Matías Verdón, un detective cincuentón y gordo que tuvo que dedicarse a esa profesión después de haber perdido su viejo oficio de fontanero. "Al tener el barrio tan presente, puedes desarrollar muchos detalles y empezar a dejar volar la fantasía".
El detective del Zaidín narras las peripecias de Verdón y su buen amigo Desastres, un cartero más pendiente de los chatos de vino que del reparto del correo. Un pariente de Desastres muere en un hospital psiquiátrico y los dos deciden investigar las causas de esa muerte. La trama les llevará, en la primavera de 1992, a la Sevilla de poco antes de la Exposición Universal, aunque el grueso de la acción ocurre en Granada. "Más concretamente, en el Zaidín, explica. En la Avenida de Dílar, para ser más exactos".
"Escribir sobre el Zaidín es como escribir sobre cualquier barrio de ese tipo", comenta. "Son barrios que difícilmente aparecerían en la literatura. Me interesan esos barrios y me interesan los antihéroes, porque son más interesantes y más ricos que los triunfadores. No son perdedores, pero tampoco gente con éxito en la vida".
El detective del Zaidín forma parte de una tetralogía novelística que se completarán con dos obras más, una cuya siguiente trama transcurrirá un año después de la Expo '92, cuando Andalucía tuvo que aguantar toda la resaca de la borrachera económica sevillana y la última novela ocurrirá en 1996, con la llegada al Gobierno del PP de José María Aznar. "Me gusta tomar diferentes acontecimientos históricos para ir guiando al lector sobre lo que sucede. Procuro que sean una trama como excusa de otra trama", explica Salazar. "En el fondo subsiste una descreencia respecto a todo. Todo es sospechoso. La novela se refugia en el humor, pero es un humor de reír por no llorar".
Precisamente el humor es lo que caracteriza la narrativa de Alfonso Salazar, como señaló en la presentación el profesor de Filosofía del Derecho Mariano Maresca. "Yo es que no sé escribir de otra manera", apunta el escritor. "Desde luego, si escribo poesía o ensayo, lo hago de un modo totalmente distinto. Pero cuando quiero ser yo mismo, escribo sin pretender se trascendente".
A su juicio, ese estilo hace que la lectura sea muy fácil. "No hay estorbos que hagan que el lector se tenga que detener ante un párrafo muy sesudo". No obstante, puntualiza: "Maresca piensa que debajo de la trama siempre hay otra cosa. Lo cierto es que creo que cuando has terminado la novela, te queda un regusto agridulce, amargo a veces. Las historias son estrafalarias, esperpénticas, pero en el esperpento siempre ha habido algo de verdad también".
Alfonso Salazar ha encontrado en Matías Verdón la veta de un personaje, el potencial para desarrollar historias en las que, diluida en el humor, va también oculta una sensación crítica del mundo. "Los acontecimientos históricos en los que suceden las tramas tuvieron todos sus efectos positivos. Pero también negativos", dice.
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