"A la poesía granadina no hay que mirarla por una sola tendencia"
José Gutiérrez. Poeta y nuevo miembro de la Academia de las Buenas Letras
El autor e investigador granadino ingresa hoy en la Academia de la Buenas Letras reivindicando la figura de un gran desconocido en las letras, Javier Jurado Molina

El poeta José Gutiérrez ingresó ayer en la Academia de las Buenas Letras reivindicando en su discurso inaugural la figura de un autor granadino casi desconocido, Javier Jurado Molina (1963-1995), cuya obra está recuperando para su publicación. Gutiérrez, autor de libros formidables como De la renuncia, quiere con ello devolver la voz a los ignorados en la ciudad. Su ingreso en la Academia puede significar un espaldarazo para esa iniciativa.
-¿Qué significa para usted el ingreso en la Academia de las Buenas Letras?
-Un motivo de satisfacción, en un doble sentido: por el hecho de que me propusieran para ingresar amigos y maestros a los que admiro, y porque pienso que la Academia está haciendo una gran labor para el mejor conocimiento de la literatura granadina, andaluza y española.
-Su discurso de ingreso va a ser sobre la figura de Javier Jurado Molina. ¿Quién era?
-Era una persona magnífica, un intelectual nada pedante y un poeta de primer orden, además de un gran amante de la música, sobre todo del jazz. Dejó una obra escasa porque era muy exigente consigo mismo, pero es necesario darla a conocer porque sin ella estaría incompleta la historia literaria granadina de finales del siglo XX, si bien su poesía tiene una dimensión que va mucho más allá de los límites puramente locales.
-Granada es una ciudad en la que, al mismo tiempo que se ensalza la poesía, se ignora a muchos poetas ¿Por qué sucede eso?
-Quizás porque estamos mal acostumbrados a mirar en una única dirección. La poesía granadina de los últimos 30 años es de una gran riqueza y variedad, y con el tiempo se verá el error que pudo suponer reconocerla bajo una sola tendencia.
-Un caso parecido al de Javier Jurado fue el de Pablo del Águila. ¿Habría que empezar a reivindicar a los poetas "ignorados"?
-Sin duda. Pablo del Águila, que murió con 22 años, fue un poeta malogrado que, pese a su juventud, abrió caminos. Su recuperación en 1990, con extraordinario prólogo a su obra de Justo Navarro, marcó un hito en las letras granadinas. Espero que con la figura y la obra de Javier Jurado ocurra algo parecido.
-Javier Jurado pertenecería a la llamada Generación de los Ochenta. ¿Cuáles podrían ser las características de esa generación?
-Fue una generación un tanto ensombrecida por la repercusión que en esos años tuvieron los poetas de la llamada "otra sentimentalidad", de la que tomaban algunos elementos, como por ejemplo la escenografía urbana de sus poemas. No tuvieron suerte editorial, y fueron contados los que pudieron editar sus libros. Javier Jurado es el caso más paradigmático de esa "generación perdida" y sin duda su gran referente.
-Usted pertenecía al grupo de amigos de otro poeta desaparecido, Javier Egea. ¿Qué sucede que su obra sigue sin ver la luz?
-Bueno, yo conocía bien a Javier, coincidimos en varias lecturas y en antologías, pero no se puede decir que fuéramos amigos, tal como yo entiendo el término. Es verdad que existe un cierto vacío editorial de su obra, aunque hay un proyecto en marcha para su edición. Creo que se deberían aunar todos los esfuerzos posibles para que su voz de verdadero poeta no falte en los estantes de las librerías y de las bibliotecas.
-Cuénteme un secreto: ¿En qué consiste un buen poema? ¿Cómo debe hacerse?
-Un buen poema, para María Zambrano -definición que comparto-, consistiría en decir la palabra exacta con la voz justa. El poema es siempre una ajustada mezcla de emoción y exigencia técnica. Quiero decir que no se trata de una simple plasmación de determinados sentimientos, también entra en juego el aspecto formal, que es el que sustenta la armadura del poema para que éste mantenga su lozanía con el paso del tiempo. ¿Cómo debe hacerse? Si tuviera el secreto escribiría mucho más de lo que escribo. El poema, como el amor cuando nos falta, sólo se justifica por su permanente búsqueda. Quien lo encuentra es un privilegiado.
-¿Tiene ya algún libro de poemas en ciernes? ¿Podría avanzar algo?
-No, un libro no, sólo tengo algunos poemas. Soy de escritura lenta, y tardaré en tener un nuevo libro. Pero ilusión no me falta. Podría avanzarle algo como lector: un poeta se justifica por un solo poema verdadero que sea capaz de escribir. El ejemplo más claro de lo que digo es el capitán Fernández de Andrada y su Epístola moral a Fabio, poema cuya lectura nunca se culmina del todo. Es un libro que recomiendo.
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