La séptima maravilla de Sánchez Cotán
Ars Magazine dedicará su número de octubre al descubrimiento de un nuevo bodegón del importante pintor toledano del siglo XVII que había sido atribuido hasta la fecha a Zurbarán
Hay veces que una obra reclama su propia verdad. Se sabe que Juan Sánchez Cotán (Toledo, 1560-Granada, 1627) pintó al menos nueve bodegones. Hasta ahora sólo se conocía el paradero de seis que habían sido enumerados en su inventario de posesiones antes de entrar como lego en la Cartuja de Granada. Cuatro siglos después reaparece el último. Bodegón con flores, hortalizas y un cesto de cerezas que posee una cualidad diferenciadora, es el único del autor que incluye flores.
El cuadro reapareció el pasado abril durante una exposición en Lisboa. Era la primera vez en muchos años que se mostraba al público. Julio Cavestany lo había incluido en 1935 en una muestra titulada Floreros y bodegones en la pintura española. Sin embargo, Cavestany lo atribuía a Zurbarán en el catálogo de su muestra y tenía sus dudas respecto a su autoría, ya que realmente pensaba que pertenecía a Juan van der Hamen. Pero el bodegón tenía mucho en común con todos los del género que había pintado Sánchez Cotán. Sólo había un problema, Bodegón con flores, hortalizas y un cesto de cerezas no aparecía en el completo inventario que el artista toledano había hecho en 1603, antes de mudarse a Granada.
Independientemente, dos expertos lo atribuyen a él. Lo hizo el historiador de arte Enrique Lafuente Ferrari (1898-1985) y lo hace ahora Peter Cherry (profesor de Historia del arte en el Trinity College de Dublín que ha sido comisario de diversas exposiciones, entre ellas la dedicada al Bodegón español, que pudo verse en la National Gallery de Londres). En un completo artículo que publica en la revista Ars Magazine (que verá la luz en octubre), Cherry soluciona el contratiempo de que esta obra no aparezca en el inventario arguyendo dos razones: o el cuadro fue pintado después o ya estaba en manos de un cliente, algo muy plausible teniendo en cuenta que Sánchez Cotán tuvo bastante éxito en la venta de sus obras.
Lo cierto es que Bodegón con flores, hortalizas y un cesto de cerezas reclama a gritos su consanguinidad con el que es considerado piedra angular del género del bodegón. Cherry se basa en diversos aspectos. Uno de los de más peso es la perfección ilusionista que alcanzó Sánchez Cotán. El artista siempre ofrecía al observador un bodegón visible a través del marco de una ventana. En este caso, una ventana ligeramente más alta y situada al mismo nivel que los ojos de quien lo admirase y que podía contemplar, en un nivel muy realista, la cara interna del marco o el gancho del que pende el cesto de cerezas. La tridimensionalidad la consigue a través del espacio vacío del centro del cuadro. Emulando el estilo de su admirado Luca Cambiaso, el artista toledano también dominó la perspectiva lineal logrando un trampantojo, una técnica que perfeccionaría en su etapa como monje en Granada, ya con pinturas de tipo religioso. En éste, las flores parecen buscar la luz y la cesta de cerezas parece ceder mínimamente por el peso de la fruta que contiene.
A semejanza de otro de sus bodegones, titulado Bodegón con fruta y hortalizas, el cuadro está pintado sobre un lienzo fino con una preparación de gris claro. La diferencia es que este bodegón parece referirse a la estación primaveral mientras que en los otros Sánchez Cotán aborda, ante todo, el invierno.
Sánchez Cotán fue, como los artistas de su época, un naturalista al detalle. Aquí aparecen azucenas blancas, anaranjadas, rosas, lirios y alhelí. Su perfección se hace visible en este cuadro, donde el polen amarillo cae sobre los pétalos de las azucenas blancas. Las rosas, azucenas y lirios aparecerían en obras de tipo mariano del Greco por su significado simbólico. Zurbarán parece, tal como explica Cherry en Ars Magazine, extrapolar las azucenas del cuadro de Sánchez Cotán en su obra La Anunciación. Si no fuera por algún detalle, pareciese que "Zurbarán, en sus últimos años en Madrid, conoció la pintura de Sánchez Cotán (o una copia de ella)", subraya el experto. De ahí, quizás, la confusión de Cavestany.
La cuestión es que el bodegón fue un género muy copiado. Incluso el propio Sánchez Cotán copiaba originales suyos. En el inventario de Granada, sin embargo, sí describe un lienzo de un cenacho de cerezas y cestilla de albaricoques (que no es del que estamos hablando). Nada se sabe de ella excepto que fue la obra más copiada del artista en el XVII -según Cherry-, y son estas copias las que arrojan algo de luz: en ellas aparece, colgado de un gancho, el cestillo de mimbre con cerezas, manzanas y claveles que aparece también en el lienzo -y es protagonista- de Bodegón con flores, hortalizas y un cesto de cerezas. Hacia el cestillo dirige la luz Sánchez Cotán y quizás sea él la pieza clave de un rompecabezas que devolvería a su autor una de sus obras perdidas. Su séptima maravilla.
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