Charles Lloyd, una leyenda viva
El músico viene por primera vez acompañado de una sabia elección de músicos que rozan la excelencia artística: Jason Moran, Eric Harland y Reuben Rogers
Saxofonista, flautista y compositor, Charles Lloyd es probablemente una de las leyendas vivas de jazz más enigmáticas y uno de los pocos que fue capaz de rivalizar en los años 60 y 70 en venta de discos con estrellas de rock. Sus cuarenta años de carrera y una discografía que incluye más de treinta álbumes bajo su autoría y otras tantas colaboraciones le han permitido adquirir un prestigio enorme y ser una de las referencias imprescindibles cuando se habla de jazz moderno.
Charles Lloyd nació en 1938 en Memphis, Tenesse, en una ciudad donde el jazz fluía por todos los rincones. Lloyd no era ajeno a este ambiente y con 9 años empezó a tocar el saxo y su aprendizaje fue tan rápido que cuando tenía 12 años ya era sideman en bandas de blues tan prestigiosas como la de BB King o la de Howlin Wolf. En 1956 se traslada a Los Angeles donde Gerald Wilson lo incorpora a su banda pero Lloyd forma también la suya propia entre los que estaban: Don Cherry, Bobby Hutcherson y su gran amigo Billy Higgins, probablemente el músico más influyente en su vida. En 1960 es requerido para tocar con Chico Hamilton convirtiéndose poco después en su director musical. Cuatro años más tarde abandona el grupo para acompañar a Cannonball Adderley. Pero será en 1965 cuando liderará uno de las formaciones más impactantes: The Charles LLoyd Quartet que incluía a Keith Jarrett, Cecil McBee y Jack DeJohnette. El resultado: una interesante fusión de post bop, freejazz y soul jazz y el álbum Forest Flowers (1966) se convirtió en el primer álbum de jazz, grabado en directo en el Festival de Monterrey y consiguió un millón de ventas. El cuarteto no sólo atrajo adeptos del jazz sino del acid rock y la psicodelia y era reverenciado por iconos como Jerry García, Jefferson Airplane, Janis Joplin, Jimmy Hendrix, Grateful Dead. En San Francisco, en el ambiente de Haight-Ashbury, del Flower Power, llegó a ser el primer grupo de jazz que tocó en uno de los templos más sagrados del movimiento hippie, el Fillmore Auditórium. Love-in fue el registro de este concierto. Pero después de una gira por la Unión Soviética, y algunos conciertos más, cansado de excesos y con cierta inquietud espiritual, inicia un necesario retiro. En 1980, convencido por el pianista francés Michel Petrucciani, Lloyd vuelve a la escena. Tras una nueva reclusión que lo mantiene alejado, a finales de los noventa celebra su reencuentro con su maestro y amigo Billy Higgins con un buen puñado de álbumes, entre ellos Which Way Is East.
Charles Lloyd viene al Festival Internacional de Granada por primera vez acompañado de una sabia elección de músicos que rozan la excelencia artística con una compenetración brillante en la que el pianista Jason Moran, admirador de Monk o Bud Powel, interactúa magníficamente con la intensidad rítmica del batería Eric Harland y con el acertado swing de Reuben Rogers; todo ello liderado por extraordinarias y elegantes líneas de los saxos alto y soprano, flauta y de tarogato interpretadas sabiamente por el maestro.
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