Vagamundos en el camino

Mañana viernes, en la librería Picasso, se presentará a partir de las 19:30 horas los últimos títulos de la colección Vagamundos: 'Agua quieta', 'El Rif' y 'Perversiones. Breve catálogo de parafilias ilustradas'

La colección otorga gran protagonismo a las ilustraciones de las obras.
La colección otorga gran protagonismo a las ilustraciones de las obras.
José Abad

02 de diciembre 2010 - 05:00

Dos años después de echar a andar, la colección Vagamundos sigue en el camino; no es poco, en vista de las muchas trampas de éste. La editorial Traspiés ha sumado ya nueve títulos al catálogo y lo ha hecho cumpliendo a rajatabla el planteamiento primero: dedicar un rincón a los libros ilustrados no sujeto a ningún género específico; de hecho, el responsable de la colección confiesa el propósito de abrirles la puerta a la poesía y al teatro. Se agradece la amplitud de miras. Vagamundos está mostrando las numerosas posibilidades combinatorias entre palabra e imagen en este soporte único, el libro; se ha querido dar carta de nobleza al muy noble arte de ilustrar, hallar el equilibrio entre ilustraciones y textos, impedir que las primeras sean un mero apéndice decorativo de los segundos. Las últimas entregas de la colección, tan diferentes, son prueba fehaciente del éxito de la empresa.

Agua quieta, la primera en salir de la imprenta, es una gavilla de recuerdos de Cristina Grande. El agua quieta del título sería la acertada metáfora de una existencia aparentemente sin sorpresas; no obstante, todos sabemos cuánto bulle bajo la superficie más serena: la vida es efervescencia o no será, dijo o debiera haber dicho el poeta. La autora elabora una especie de diario informal en el que la chispa del recuerdo salta, cuando menos te lo esperas, sobre sentimientos altamente inflamables. En las páginas de Agua quieta se hilan evocaciones de una infancia en Los Monegros, una de esas geografías que impone carácter, recordaciones de una vida en familia, de una abuela nonagenaria en especial, una de esas ancianas todoterreno a quienes la edad les ha ido dando años y redaños para aguantar cuanto les echen. Cristina Grande muestra un gran dominio del lenguaje y, sobre todo, de la voz (Y es que el léxico más selecto chirría como tiza en la pizarra de no mediar el tono oportuno). Las ilustraciones de Esperanza Campos, en sintonía con los textos, ofrecen estampas de una cotidianidad reconocible, de figuras familiares, de objetos y paisajes inmediatos.

El Rif, en cambio, oscila entre el cuaderno de viaje y el reportaje de una realidad, la de la región al Norte de Marruecos, que, aunque pertenezca a otro continente, se olvida, está a sólo unos cuantos kilómetros de las costas españolas. El libro, firmado al alimón por el antropólogo melillense Mokhtar Mohatar y el fotógrafo (y editor) José Antonio López ofrece una selección, drástica de necesidad, de cientos de instantáneas y docenas de horas de conversaciones con los habitantes de las tierras rifeñas. El objetivo del estudio es el zoco en tanto centro neurálgico de las ciudades marroquíes. El doble relato, textual y visual, empieza en la frontera, en las colas de gente que pasa fardos de mercancía para suministrarle género al mercado, un espacio en proceso de mudanza debido a la aparición de modernos centros comerciales en respuesta a las nuevas costumbres (y a las divisas) introducidas por la población emigrante. La obra deviene un valioso documento de un momento de cambio que ha de transformar, que está transformando profundamente, dicha región.

De muy distinto signo es la tercera propuesta, recién salida del horno, seguramente una de las iniciativas más originales de la colección. Su título: Perversiones. Breve catálogo de parafilias ilustradas. Hace un año, Vagamundos lanzó un órdago a un grupo de narradores: escribir una pieza breve -eso que llaman "microrrelato"- a partir de una fijación sexual particular. El envite tuvo tal acogida que el blog creado a propósito se vio inundado por centenares de aportaciones de espontáneos, muchas de las cuales han hallado acomodo en el volumen definitivo. Una vez seleccionadas, estas fantasías se repartieron entre una veintena de artistas para que las ilustraran. El resultado es, como poco, llamativo. Sin perder el buen humor, algunos autores han aprovechado para soltarse el pelo, cuando no desmelenarse, aunque no falten quienes han optado por la sutileza, por contar sin decir, por vestir o disimular nuestras vergüenzas. La variedad es la reina de la función. Entre tantas voces y miradas, el lector sin prejuicios encontrará modo de enriquecer su concepto del placer. Y quién sabe si no dará alguna idea a más de uno.

Hay donde escoger: un ejercicio de evocación intimista, un estudio etnográfico y un divertimento desinhibido. ¿Cuáles serán las próximas etapas de este saludable vagabundeo? Lo dirá el camino.

La crítica italiana ha puesto por todo lo alto la segunda novela del último autor revelación, Mattia Signorini, La sinfonía del tiempo, un libro de aventuras en torno a las peripecias de un joven que se echa al mundo para descubrirse a sí mismo. A propósito de esta novela se han mencionado los nombres de Italo Calvino y Joseph Conrad, nada más y nada menos.

Mattia Signorini La sinfonía del tiempo breve. Seix Barral. Barcelona, 2010.

Richard Elster, asesor del pentágono, se retira a vivir al desierto, un paisaje altamente simbólico. Un joven cineasta lo sigue hasta allí con la intención de rodar un film en el que Elster revelaría secretos de Estado. A ese rincón apartado del mundo llegará asimismo la hija del primero, Jessie, para acabar de complicar aún más las cosas.

Don DeLillo Punto Omega. Seix Barral. Barcelona, 2010.

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