En tránsito
Eduardo Jordá
Linternas de calabaza
bloguero de arrabal
EL documento que la Real Academia de la Lengua acaba de colgar en su web, titulado Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, admite "que existe discriminación hacia la mujer en nuestra sociedad", pero trata a los que se han atrevido a escribir sobre el uso sexista del castellano, sin ser lingüistas, como la Santa Inquisición trató a brujas y a herejes. Primero, recordándoles la infalibilidad de la RAE en esta materia, en segundo lugar, abrumándolos con las verdades del filólogo, para terminar quemándolos en la hoguera de la ironía. En algunos aspectos, el redactor del correctivo, el académico Ignacio Bosque, no es muy original: como todo el mundo, en cuanto aparece un problema, lo remite a la escuela, anunciando que las guías, publicadas por todo tipo de instituciones para atajar el uso sexista del lenguaje, sumirán en la confusión a los profesores de Lengua de "Enseñanza Media" [sic], como si los docentes de Secundaria no tuvieran otra cosa que hacer que leerse esos recetarios.
En otros aspectos, el documento parece obra de alienígenas o de especialistas, que a veces viene a ser lo mismo. Entiendo que no es conveniente que un padre opere a su propio hijo de apendicitis, si no es cirujano especializado en digestivo, pero el lenguaje tiene esa particularidad: que al usarlo todo el mundo desde chico, con cierta competencia, en la mayoría de los casos, no es raro que los hablantes lo sientan como suyo y se atrevan, sin ser especialistas, a opinar sobre él y a proponer innovaciones y cambios, no siempre sensatos. Y más si te han elegido concejal de tu pueblo y te crees investido de una cierta omnisciencia. Pero cuando regañas es mejor que te repasases bien lo escrito para no equivocarte y así dar lugar a que el censurado, aún llevando tú razón, te descalifique por alguna fruslería. Por ejemplo, ni Bosque ni los otros 32 académicos que firman el documento, han reparado en que la "Enseñanza Media" ya no existe y que la asignatura de Lengua no sólo se da en la "E. Secundaria".
El actual feminismo de la Academia parece sincero y su enfado evidente porque otras instituciones se metan a opinar de algo que considera suyo: el lenguaje escrito. Sin tener en cuenta, aquélla y éstas, que la lengua oral -y no tanto la escrita- pasa muchísimo de lo que digan los diversos boletines, los recetarios anti-sexistas municipales y los documentos colgados en la red por la RAE. La lengua va a su aire. Ya encontrará ella solita, la forma de que hombres y mujeres, si no se interrumpe el camino hacia la igualdad, se sientan cómodos usándola. Y si no, al tiempo.
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