Ángeles Mora

Carmen Martín Gaite

cámara subjetiva

04 de mayo 2012 - 01:00

FUE curioso. En los años más oscuros y silenciosos de la dictadura franquista (hasta finales de los cincuenta) la miseria moral y económica de la vida española parecía absoluta, quizá inamovible. Sobre todo para los de abajo que eran la inmensa mayoría, aunque la inmensa mayoría era (o necesitaba ser) franquista. Y no digamos para las mujeres, que nada significaban. Por eso resultó insólito que una mujer, Carmen Laforet, ganara el premio Nadal con su novela Nada. Pero a mediados de los sesenta el tiempo pareció cambiar de signo: quería abrirse, volver a nuestros brazos.

Uno de los nombres de mujer que surgieron entonces con fuerza fue el de Carmen Martín Gaite. Sus primeras novelas como El balneario, Entre visillos, Ritmo lento, la iban a poner en la primera línea de juego. Pero no se convertiría en "grande" hasta la Transición (Retahilas, El cuarto de atrás). Y además su escritura se fue diversificando: sobre todo, dirigiéndose hacia el ensayismo, como un nuevo frente de lucha escasamente transitado por la mujer, y enfocando sus ensayos hacia dos líneas definidas: la falta de libre expresión en España (en sus ensayos históricos) y la falta de libertad de la mujer (en sus ensayos socio-literarios). Casi como teniendo ya el tiempo en los brazos, la sociedad española comenzaba a cambiar y Carmen Martín Gaite se convertía en una portavoz decisiva de tal cambio.

Recuerdo a Martín Gaite al hilo de un acontecimiento sucedido en los últimos días de la Feria del Libro que acaba de decirnos adiós. Un doble suceso feliz: la publicación de un magnífico trabajo (en dos volúmenes: Ensayos Históricos y Ensayos Literarios) que la investigadora granadina Sonia Fernández Hoyos acaba de dedicar a la extensa obra ensayística de Carmen Martín Gaite. Estudio lúcido y absolutamente necesario, pues apenas nada se había hecho hasta ahora al respecto. El otro suceso feliz ha sido la creación de una nueva editorial granadina: Ediciones Tragacanto, que se ha estrenado con dos colecciones: El libro de las mutaciones, que acoge precisamente el trabajo de Sonia Fernández Hoyos y la colección de poesía Por mi mala cabeza, cuyo primer título, Donde príncipes y bestias, se debe al espléndido poeta canario Pedro Flórez. El valiente editor que se atreve en estos reanudados días de miseria a desafiarlos no es otro que Ángel Collado, un artista, eso sí, de la edición y del diseño.

Pregunta final: ¿la actual dictadura del capitalismo financiero nos permitirá soñar con tener el tiempo de nuevo en nuestros brazos?

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