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Tribuna libre
COMO si de un chicle interminable se tratara, nuestra inefable concejala de Movilidad estira y estira el asunto del tráfico en Granada, para pasar de considerarlo algo que se puede y se debe arreglar desde las competencias municipales, a convertirlo (también) en asunto de confrontación y de buscar las culpas en algún agente exterior, naturalmente manipulado por los socialistas, cuando no directamente financiado por el 'oro de Moscú'.
Ahora resulta que la responsabilidad de la fluidez de nuestro transporte depende, exclusivamente, de que el bellísimo bosque de la Alhambra, vuelva a ver alterada su fisonomía y su actual esplendor, porque se permita el tránsito de los taxis por el mismo.
Olvida, premeditadamente, la concejala y el alcalde, que la prohibición de dicho tránsito obedece a razones de conservación y mantenimiento de nuestro primer monumento y que viene avalada por una serie de informes solventes de entidades serias, ajenas al rifirrafe que, periódicamente, monta el PP al hilo de nuestro monumento, y que, cada vez, provocan más rechazo ciudadano. También pretende hacernos olvidar el partido gobernante en la ciudad, que los taxis son los únicos vehículos privilegiados que pueden recoger turistas en los dos puntos acordados del monumento, uno de ellos en el interior del recinto, además de en el Hotel Alhambra Palace, y que el paso por la cuesta de Gomérez iría en contra de sus propios intereses, pues el trayecto actual es más largo y otorga mayor beneficio.
También pretenden hacernos olvidar los responsables municipales que el recientemente estrenado tren turístico de la Alhambra, es sólo una medida de carácter turístico, y en modo alguno, una solución de movilidad para el Albaicín, cuyo tráfico se ha visto sustancialmente alterado por decisiones adoptadas (sin consenso y con altanería) por el gobierno municipal del PP, como la supresión de la línea 32, que prestaba un gran servicio al barrio y su conexión, y así es considerado por residentes y visitantes, y un recorte brutal en líneas, horarios y frecuencias del transporte público, que está expulsando a cada vez más granadinas y granadinos del sistema.
Todo lo anteriormente mencionado forma ya parte de la conciencia colectiva de la ciudadanía granadina, que no admite, pues, nuevas vueltas de tuerca a una realidad, exclusiva responsabilidad del PP municipal, que es quien ha hecho y deshecho en materia de movilidad, en toda la ciudad, y en concreto en el Albaicín, barrio al que se condena al aislamiento y a la falta de conexión razonable con el resto de Granada.
Pese a todo, no deja de sorprender el nuevo afán reivindicativo del PP de pretender el paso de los taxis por Gomérez, pues la verdadera competencia que el tren turístico ocasiona al taxi no es el billete turístico de 6 euros, para circular por la Alhambra, sino, en todo caso, el billete ciudadano de algo más de 1 euro para que las personas residentes en el Albaicín, pueden desplazarse en dicho vehículo turístico. Sorpresa motivada, porque además, la flota de taxis granadina dista aún de ser toda ella de carácter híbrido, y porque el gobierno municipal, en connivencia con la directiva de la Gremial del taxi, haya pretendido derivar la responsabilidad al Patronato de la Alhambra, en una nueva versión de deslealtad institucional, sacudiéndose los hombros de su responsabilidad en la supresión y disminución de transporte público en el albaicín.
Basta ya de echar balones fuera y de buscar culpables exteriores. Basta ya de utilizar la buena voluntad de los taxistas granadinos, claramente perjudicados por las medidas que el PP quiere implantar en la movilidad de nuestra ciudad, y que, sin embargo, no reciben la misma crítica. Baste el ejemplo de la Línea de Alta Capacidad, verdadera y auténtica competencia al sector del taxi, y cuya ¿futura? implantación, hasta la presente, nadie del taxi ha cuestionado públicamente, aunque en privado es objeto de las más variadas consideraciones contrarias.
Confrontar, dividir, engañar, no es el camino ni la solución, por más réditos electorales que el PP crea que les aporta. A fuerza de darle vueltas a la tuerca de la movilidad, el alcalde y su equipo, están a punto de hacer estallar el mecanismo. Una buena dosis de humildad, consenso y diálogo les vendría muy bien a ellos, y la ciudadanía se beneficiaria de ello.
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