Érase una vez
Agustín Martínez
Masoquismo andaluz
Buscando razones
SE trata de dominio. Eso es lo que mueve la llamada Ley Gallardón o el proyecto con que desde el gobierno de la derecha se quiere modificar la legislación sobre el aborto. Cuando se quiere acabar con la ley de plazos de 2010, que no sólo reguló de manera muy sensata la interrupción voluntaria del embarazo, sino que ha hecho que disminuyan los abortos en España, no es, como se dice, por salvaguardar el derecho a la vida. Por el contrario, es para consagrar el dominio sobre la vida de las mujeres desde un poder patriarcal como el que representa el ministro de Justicia y el gobierno del PP, con su presidente a la cabeza.
Esa voluntad de dominio es la que no pasa desapercibida a la ciudadanía española y, desde luego, la que no queda oculta para las mujeres. Éstas han visto que no sólo se les hurta, de salir adelante el proyecto de Gallardón, el derecho a decidir sobre su embarazo, sino que además se las humilla con la falta de respeto con que se las trata en una propuesta tan machista que les niega la capacidad para un juicio fundado sobre su propia situación desde y por sí mismas. Llegar al colmo de negar a la mujer el derecho a decidir sobre su embarazo en casos de malformación del feto no es defensa del derecho a la vida, ni razonable protección del bien jurídico que puede suponer la vida concebida o el llamado nasciturus; es una ofensa a la dignidad de la mujer que tiene que decidir sobre su maternidad -incluso por mucho que comparta su decisión con su pareja-. Por eso, decenas de miles de personas, mujeres , con el apoyo de varones, promovieron el Tren de la libertad para expresar su rechazo al proyecto legislativo de Gallardón, levantando la bandera de su dignidad.
Y que nadie se engañe: el proyecto de contrarreforma sobre el aborto que Gallardón defiende 'sin abdicar', es pieza marcadamente conservadora que opera como clave de las políticas del PP que van desde la supresión de la educación para la ciudadanía hasta las brutales reformas laborales y la recentralización 'españolista' del Estado. Estamos ante un proyecto de dominio. Y en el caso de la legislación sobre el aborto, no por casualidad, se puede verificar aquello que Marx escribía allá por 1844: que en el modo de relacionarse hombres y mujeres "se puede medir perfectamente el nivel de cultura que ha alcanzado el ser humano". Las manifestaciones del Tren por la libertad lo fueron contra la barbarie.
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