Milena Rodríguez / Gutiérrez

Despojos

Mar adentro

04 de marzo 2015 - 01:00

SEGÚN el diccionario de la RAE, los despojos son sobras o residuos; y en las reses muertas, suponen el vientre, la asadura, la cabeza o las manos. Pero incluso una palabra o un concepto como despojo, que parece tan contundente y absoluto, puede ser relativo. Lo que para muchos no vale nada, puede resultar para otros de un valor incalculable.

Según han contado los medios de prensa, diversas fábricas de porcino españolas están viendo crecer notablemente sus beneficios con la venta a China de los despojos de cerdo. Al parecer, en el país asiático estiman y se comen como platos exquisitos las partes del cerdo que en España se llaman despojos y que son despreciadas; es decir, la oreja, el fémur, el estómago, los intestinos, las manos o la cabeza. En las fábricas de porcino españolas reciben a los empresarios chinos compradores de despojos con los brazos abiertos: colocan banderas chinas, ponen retratos de Mao, el Gran Timonel y, supongo, recitan a Confucio y al poeta Li Bai y prohíben a sus empleados pronunciar la palabra Tiananmén.

Los despojos, ya hemos visto, son relativos. O pueden, sin duda, revalorizarse. Es lo que ocurre ahora en Cuba, con la reanudación de relaciones con Estados Unidos. Los despojos cubanos empiezan a ser codiciados. Por eso, recientemente, ilustres visitantes, como las supermodelos París Hilton (bisnieta del dueño del antiguo hotel Habana Hilton, llamado Habana Libre desde su nacionalización en 1960) y Naomi Campbell, o el ex presidente español Rodríguez Zapatero y el flamante ex ministro Moratinos, han estado en la isla. Las dos primeras aparecieron fotografiadas en un banquete de lujo, nada menos que con el hijo de Fidel Castro, Gran Despojo cubano, en la clausura del llamado Festival del Habano. Los segundos se reunieron con Raúl Castro para no se sabe muy bien qué. Y es que, como los del cerdo en España, los despojos cubanos están en venta. Y hay muchos aspirantes a compradores en cola. No sólo de China, sino de variados lugares. Y toca mirar, palpar, sopesar los despojos, y calcular su valor.

El diccionario de la RAE puede equivocarse. Un despojo no es siempre un residuo. Después de todo, en ese diccionario de saber alternativo que es la santería cubana, un despojo es algo así como una limpieza espiritual, un ritual que libera del mal de ojo, que sirve para atraer las energías positivas, o para, nunca mejor dicho, abrir los caminos.

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