Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Mar adentro
QUE cuándo qué dónde qué cómo qué quién / Nos aguarda al final de nuestro tiempo / Para colmar y colmar tan sostenido desvelo?". Así comienza el poema Rueda del exiliado, de la escritora cubana Nivaria Tejera (Cienfuegos, 1929), fallecida en París, la ciudad en la que vivió durante cincuenta años, el pasado 6 de enero. De padre canario y madre cubana, Nivaria integra desde 1965 esa rueda de cubanos esparcida por tantos lugares, que tan espléndidamente describe en su poema, sin duda uno de los más intensos sobre el larguísimo exilio que sufren aún los habitantes de la isla, y que no dudé en incluir en la antología Otra Cuba secreta, dedicada a las poetas cubanas, que publiqué en 2011 en la Editorial Verbum.
Pero, en realidad, Nivaria Tejera era una sobreviviente de exilios; o, como escribe Rafael Rojas, era alguien que ha asumido el exilio como destino personal. Rodar, nomadiar, escapar, alucinar en medio de la huida, podrían ser signos de su escritura, marcada siempre por la poesía, incluso cuando su género literario sea la novela. El primer exilio lo vive la escritora siendo apenas una niña, cuando su padre es hecho prisionero en la España de Franco, y ella tiene que escapar junto a su familia y viajar a Cuba. Más tarde, en su juventud, llegará el segundo, al huir hacia Europa de la Cuba dictatorial de Fulgencio Batista. Ya en plena adultez, en 1965, vendrá el tercero, cuando decide vivir en París, exiliada una vez más, ahora del régimen de Fidel Castro. Esos tres exilios los cuenta Nivaria en tres de sus novelas, El barranco (1958), considerada una de las primeras sobre la guerra civil española, aunque en España muy poco se conozca; Sonámbulo del sol (1972), que recibió el Premio Biblioteca Breve, y Huir de la espiral, escrita en 1987 y publicada en Verbum en 2013.
Nivaria entrevé, como pocos escritores, la condición del exiliado: "Somos los sospechosos deambuladores / de la Nada / Galopadores anónimos del pleno itinerario /
Del vacío al acecho de nuestro enigma". Ese vacío lo encarnan hoy los periódicos cubanos, los de la isla, que nada han dicho estos días sobre la escritora: la rueda de exiliados sigue sin percibida desde la isla oficial. Pero, como bien intuía Nivaria, "olvidan que la ausencia / Es presencia también / Y red / Y espuela / Y que una isla escapa con el mar al encierro / Y que es inútil / Aprisionar una estrella que continúa quemándose".
También te puede interesar
Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Todo lo que era sagrado
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Niño-Dios de esta noche
Rosa de los vientos
Pilar Bensusan
Érase una Navidad