En tránsito
Eduardo Jordá
Sobramos
Palabra en el tiempo
CUANDO ayer leí en la edición digital de nuestro periódico las palabras del alcalde sobre el AVE no supe, al primer golpe de vista, de qué iba aquello aunque la impresión me resultó muy sugestiva. Me saltaron a los ojos "Virgen", "Moneo", "AVE", "Magdalena Álvarez" y, al lado, como ilustración, una foto de Torres Hurtado rodeado de micrófonos. Una lectura más sosegada recompuso en su lugar a cada sujeto: "Pido a la Virgen de las Angustias que Moneo viva muchos años para que le dé tiempo a hacer la estación del AVE con Magdalena Álvarez". Una bonita frase y una atinada mezcla de devoción mariana, arquitectura, ferrocarril y ministerio.
Tiene razón el alcalde. Dada la crueldad de la crisis, la volatilidad de los presupuestos y el desajuste histórico que sufren las obras públicas en Granada quizá haya llegado la hora de recurrir a los santos no para que abrevien con su intercesión las obras comprometidas (no creo sinceramente que esté en sus manos semejante prodigio) sino para que nos alarguen a todos la existencia al menos hasta la edad de don Francisco Ayala para que veamos concluidos los proyectos que llevan en ciernes tantos años. Si se sacan los santos para que llueva ¿por qué no darle un vuelta para que nos mantengan vivos y veamos lo que durante tantos años hemos soñado?
Hablando en serio: la aparición ¡a estas alturas del nombre de Moneo parece más una distracción para que prorroguemos por varios años la ilusión por el AVE que una mención puramente informativa. Es muy importante que Granada cuente en su patrimonio con una obra de Moneo que se sume a las contadísimas manifestaciones de arquitectura contemporánea, pero creo que hemos llegado a punto de escepticismo en el que nos importante más el objeto que la firma. Y no es que se menosprecie la firma, qué va, se menosprecia la confianza en quienes se han enredado en fechas incumplidas y compromisos vanos.
Porque si el PSOE tira de las carreteras comprometidas para Granada desde hace ya tantísimo tiempo como si fuera un fardo pesadísimo, el PP, además de las implicaciones que tuvo cuando gobernó, celebra ahora, desde la oposición, la posibilidad de un nuevo retraso con una sospechosa alegría. Como si más que una carretera o un tren a tiempo le importaran los réditos que pueda sacar de las dilaciones. Por cierto, las contradicciones en que incurrió respecto al AVE Francisco Álvarez-Cascos cuando fueron estremecedoras.
¿Y mientras tanto? Bueno, el chiste de la Virgen y Moneo no está mal, aunque yo hubiera preferido la intercesión de fray Leopoldo. Cuestión de gustos.
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