Félix De Moya

Información porcina

La bitácora

02 de mayo 2009 - 01:00

EL mundo se inquieta ante la rapidez con la que salta de unos países a otros la epidemia de fiebre porcina. Casi sin darnos cuenta, en pocos días, desde decenas de países se habla ya abiertamente de casos posibles o reales. Y frente a la inmediatez de la información recibida desde cualquier punto del globo, resulta irritante la lentitud con la que se confirman o rechazan desde los laboratorios de referencia los posibles casos detectados. Es como si no pudiéramos entender que todo en el mundo no funciona a la velocidad de la luz. Que se tarda algo más en averiguar si hay o no un determinado virus en una muestra biológica, que en trasmitir a través de internet en todas direcciones la noticia de la posibilidad de su existencia.

La irritación social con la lentitud de los acontecimientos ha llegado a su culmen cuando hemos sabido que necesitaríamos al menos seis meses para desarrollar una vacuna contra el virus en cuestión. Por lo que no parece que esa vía nos vaya a dar muchas alegrías de momento. Entre tanto, la eficientísima red de transporte aéreo mundial traslada con prontitud supersónica viajeros y virus de unos continentes a otros sin que las autoridades se atrevan a impedirlo hasta ahora. En cierto modo, la tecnología al tiempo que nos condena a la pandemia, nos mantiene informados en tiempo real de sus riesgos y asegura el conocimiento público de las medidas de prevención.

Cuando hace unos días, tanto la ministra Jiménez como la vicepresidenta De la Vega, hicieron referencia a que se estaba informando en tiempo real a la población tuve la impresión de que este asunto de los virus porcinos tendría más una solución a base de terapias informativas que medicamentosas. Mucho me temo que tanto el famoso Tamiflu (Roche) como el menos mediático Relenza (Glaxo) tendrán, a fin de cuentas, un papel menor en esta representación que la noticia misma de su acopio por parte de los diferentes gobiernos. Estos dos antivirales, que han presentado su candidatura a salvadores de la pandemia, de momento están siendo útiles para que sus respectivos propietarios de licencias de distribución y patentes hagan suculentos negocios. Esperemos que la cosa no quede ahí.

Entre tanto, Donald Rumsfeld, antiguo señor de la guerra con Bush, aparece por todas partes en los medios de comunicación como gran manipulador capaz de inventarse una epidemia como esta con tal de hacer negocio con sus acciones de la empresa propietaria de la patente del Tamiflu. Siempre que haya alguien jugando con el miedo de los demás, habrá otro cerca inventando conspiraciones.

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