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Rafael Sánchez Saus
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MALA gente que camina es el título de un libro de Benjamín Prado que el autor toma prestado de un verso de Antonio Machado, una de las mas insignes víctimas del fascismo español. Es la historia de un profesor que está escribiendo un libro que titula Historia de un tiempo que nunca existió referido al silencio con el que la historia oficial del franquismo tapó las atrocidades cometidas en la llamada guerra civil española y en la terrible posguerra, como los secuestros de entre 25.000 y 30.000 niños y niñas robados a las madres republicanas.
La reciente propuesta ciudadana, iniciada por intelectuales de Granada y apoyada por los partidos de izquierda en nuestro Ayuntamiento, de retirar la estatua a José Antonio Primo de Rivera de la Plaza de Bibataubín y declarar como lugar histórico la tapia donde se cometieron los fusilamientos de víctimas del franquismo ha encontrado una correcta acogida por parte de la Delegación de Cultura en el sentido de proteger patrimonialmente la memoria colectiva de Granada y a la vez la elaboración de un informe técnico que pone en duda el valor artístico de la citada figura. Más allá de debates estéticos, quiero mostrar mi repugnancia moral e intelectual por quienes parecen defender la figura de un fascista y la negación de nuestra memoria colectiva.
La Falange se presentó a las elecciones de 1936 y no obtuvo representación parlamentaria, en previsión de ese resultado su fundador ya había dicho : "La Falange no acatará el resultado electoral. Si el resultado de los escrutinios es contrario, peligrosamente contrario a los destinos de España, la Falange relegará con sus esfuerzos las actas del escrutinio al último lugar del menosprecio". Y lo hicieron, claro que lo hicieron, utilizando las armas para torcer el resultado de las urnas.
Según he podido leer en los medios de comunicación locales y hasta nacionales, ¡qué vergüenza!, el señor Pérez, jefe de filas del Partido Popular en Granada, ha dicho que "retirar el monolito a Primo de Rivera sería un acto talibán progre". Asombra la catadura de la derecha granadina actual que en lugar de distanciarse de sus ancestros políticos, de esa "mala gente que camina", hacen gala de una renovada intransigencia contra quienes legítimamente piensan de forma diferente y se vuelven a posicionar en la defensa de los símbolos de la etapa más cruel y más negra de nuestra historia.
Granada, nuestra Granada moderna y plural, no merece esta derecha que exhibe sin pudor a quien representa la desaparición, el asesinato por la represión franquista, de 130.000 personas según el investigador Francisco Espinosa, 5.000 de las cuales eran granadinas tal como ha publicado la Asociación de la Memoria Histórica de Granada.
Este no es un asunto de "odio, resentimiento y rencor" ni siquiera de sentimientos, es de defensa de la dignidad humana, del rigor histórico y la justicia, de los derechos humanos y de la lucha contra la impunidad y el olvido.
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