La esquina
José Aguilar
Tragedia grande, política pequeña
El termómetro
ES para estar contento. Entre José Luis Rodríguez Zapatero y José Ignacio Goirigolzarri nos han acabado de convencer de que somos ricos, de que pertenecemos a una minoría privilegiada y que por tanto mejor haremos en quedarnos calladitos y no andar protestando por la nueva subida de impuestos. Según dicen los expertos, las rentas medias y las del trabajo serán las que soporten mayormente esta subida. Y es lógico que así sea. Entre otras medidas, se suprime la deducción de los 400 euros en el IRPF y el IVA pasará del 16% al 18%, lo que supone un aumento de los impuestos indirectos, esos que pagamos igual tanto ricos como pobres y todos los que haya entre medias. ¿No esperarán que se le suba el ratio a las Sicav (sociedades de inversión de capital variable, que tributan al 1 %)? Eso sería tanto como hacer recaer el peso de la recuperación económica en las sociedades financieras, que como todo el mundo sabe han sido las más castigadas por la crisis.
Personalmente, asumo que me quiten una parte mayor del pastel que me llevo a la boca si eso sirve para paliar la situación de los que están peor que yo. Por eso no entiendo que se haya armado tanto revuelo por esos tres millones anuales que va a cobrar de pensión vitalicia el jubilado Goirigolzarri, Goiri, según le dicen sus allegados, consejero del BBVA. El resto de altos directivos de los demás bancos cobran cantidades similares sin que nadie se escandalice por ello. Además, ¿preferirían ustedes que cobraran poco y que tuvieran siempre revoloteando sobre sus cabezas la tentación de meter la mano en la caja? Si de verdad queremos un sector financiero fuerte y estable, blindado contra las cíclicas crisis que ponen en peligro la subsistencia misma del sistema, tenemos que entender de una vez por todas que lo mejor, tanto para los bancos como para los propios clientes, es que sus directivos estén inmunizados contra las tentaciones del mangoneo con unas normas retributivas que las soslayen.
Y no olviden que si todos los bancos tratan de forma similar a sus directivos (y no duden que es así), el consumo va a verse impulsado de forma significativa ya que tendrán que gastar esos millones en algo.
Viva la redistribución de la riqueza.
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