La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
La tribuna
RECIENTEMENTE, el presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero tuvo ocasión de leer un pasaje de la Biblia ante un selecto público estadounidense. Eligió un fragmento que pertenece a los versículos 14 y 15 del capítulo 24 del Deuteronomio. Desde luego, se detuvo justo a tiempo. El versículo 16 justifica la pena de muerte, porque, al tiempo que prohíbe matar a los padres por las culpas de los hijos y viceversa, ordena: "cada uno será ejecutado por su propio pecado". En cualquier caso, la transcripción literal de las palabras de Zapatero es la siguiente: "No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en alguna de las ciudades de tu país. Págale su jornal ese mismo día, antes que se ponga el sol, porque él está necesitado, y su vida depende de su jornal".
Los lectores sensibles a la traducción nos preguntamos cuál fue la versión bíblica seleccionada por los asesores de Zapatero. Las primeras opciones en las que uno puede pensar quizá sean la Biblia de Jerusalén o la Sagrada Biblia de Nácar-Colunga, dos de las más extendidas en España. Sin embargo, en ellas el fragmento es el siguiente (las limitaciones del espacio obligan a cotejar únicamente el primer versículo): "No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que resida en tus ciudades" (Biblia de Jerusalén, 1975). "No oprimas al jornalero pobre e indigente, sea uno de tus hermanos o uno de los extranjeros que moran en tu tierra, en tus ciudades" (Nácar-Colunga, 1965).
Tras esta comprobación, puede asaltarnos una duda salpicada de incredulidad: ¿será una Reina-Valera? Se comprenderá el desasosiego ante la posibilidad de que Zapatero cite una Biblia protestante, cediendo al mismo síndrome de Zelig que hizo hablar castellano con acento tejano a su predecesor en el cargo. Pero no, ninguna de las versiones más usuales es la fuente de Zapatero. Por citar sólo la más reciente: "No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea de tus hermanos o de los extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades" (Reina-Valera, 1995). La opciones se reducen. ¿Alguna de las excelentes versiones de Luis Alonso Schökel?: "No explotarás al jornalero, pobre y necesitado, sea hermano tuyo o emigrante que vive en tu tierra, en tu ciudad" (Nueva Biblia Española, 1975; Biblia del Peregrino, 1996; La Biblia de Nuestro Pueblo, 2006).
Negativo. La perplejidad nos lleva en este punto a cotejar la Biblia patrocinada por san Josemaría Escrivá de Balaguer: "No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus hermanos o un extranjero que viva en tu tierra, en tus ciudades" (Biblia de Navarra, 1997) . E incluso la versión castellana conforme a la tradición judía de Moisés Katznelson: "No oprimirás a tu asalariado pobre y necesitado, ya sea de tus hermanos (de Israel) o de los extranjeros que habitan en tu ciudad" (Katznelson, 1996).
¡Ah, claro, es la reciente versión interconfesional publicada por la BAC, la editorial Verbo Divino y las Sociedad Bíblicas Unidas! Pero tampoco: "No explotarás al jornalero pobre y necesitado, bien se trate de un hermano tuyo israelita o bien de un inmigrante que reside en tu tierra, en tus ciudades" (Biblia Traducción Interconfesional, 2008).
No queda más opción que recurrir a Google, que nos da la anhelada respuesta: "No explotarás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus compatriotas, o un extranjero que vive en alguna de las ciudades de tu país". El resultado pertenece a Wikisource (proyecto Wikipedia), que dice contener la Biblia de Jerusalén de 1975. Se trata, como se ha visto más arriba, de una atribución errónea. Por otra parte, no puede ser -aunque nunca se sabe- que los asesores de la presidencia del Gobierno español recurran a la Wikipedia para elaborar sus discursos. De ser así, tendrían efectivamente razón las voces que afirman que, a primera vista, nos encontramos ante un panorama general oscuro y desolador.
Sin embargo, sólo es a primera vista, puesto que tras una búsqueda más profunda, descubrimos con alivio que la fuente real es la versión en castellano que, sin mención de traductoría, cuelga del sitio oficial del Vaticano. Un último esfuerzo ciberinvestigador pone de manifiesto que se trata de la traducción argentina realizada por los monseñores Alfredo B. Trusso y Armando J. Levoratti y llamada El Libro del Pueblo de Dios. La Biblia (1990).
No cabe duda de que estamos ante uno de esos signos luminosos que nos alientan a no perder la esperanza en la cultura general de nuestros dirigentes.
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