Sin resquicios para los terroristas

Editorial

20 de octubre 2010 - 01:00

LOS dos principales partidos democráticos (PSOE y PP) han pactado una reforma de la legislación electoral vigente cuya principal virtud reside en la eliminación de los resquicios que han permitido hasta ahora a las distintas fórmulas del brazo político de ETA concurrir a las elecciones y hacerse presente en la vida institucional. La reforma amplía, por una parte, los plazos existentes para poder recurrir contra la presentación de candidaturas municipales o autonómicas que se consideren defensoras de la violencia o sucesoras de formaciones previamente ilegalizadas. En segundo lugar, si una lista electoral incluye candidatos contaminados por su vinculación a la organización terrorista será anulada. En tercer lugar, pero no menos trascendente, los alcaldes, concejales y parlamentarios ya electos perderán sus cargos públicos, incluso aunque hayan tomado posesión, si la formación por la que se presentaron es declarada ilegal con posterioridad (es lo que ha ocurrido con las listas-trampa de ANV, cuyos ediles siguen en sus puestos). Su única posibilidad de continuar será que en el plazo de quince días desde la ilegalización expresen de manera indubitada su condena personal a la violencia y su apartamiento del partido. Se trata, pues, de cerrar el paso a Batasuna y a los partidos y agrupaciones electorales con que se ha disfrazado sucesivamente el partido proetarra para participar en la vida política como un partido más. Los batasunos han hecho trampas durante años para aprovechar los beneficios de la democracia con el propósito deliberado de sabotear, dada su condición mil veces demostrada de organización satélite de ETA. Cuando entre en vigor esta reforma de la ley electoral ya no será posible. La democracia, pues, se blinda contra sus enemigos. Y les manda el mensaje inequívoco que, por fortuna, ha triunfado en la sociedad española y en el conjunto de sus partidos políticos: o Batasuna convence a ETA, como dice querer, de que abandone las armas y se disuelva, o rompe con ella si es que quiere luchar por sus postulados a través de los métodos democráticos. No hay otra salida ni caben resquicios, subterfugios o atajos.

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