Los cuernos de Venta Micena
En el yacimiento de Venta Micena, muy rico en fósiles, han aparecido restos de un nuevo tipo de búfalo que habitó en la cuenca de Guadix-Baza del que no se tenía constancia en el contienente europeo
Si hay animales que son abundantes y además caracterizan las asociaciones de mamíferos fósiles, son aquellos que presentan apéndices frontales (cuernos en los bóvidos, astas o cuernas en los cérvidos, y osiconos en los jiráfidos). Nos referimos a los Rumiantes, herbívoros con el estómago compartimentado, cuya digestión se realiza en distintas fases de masticación y macerado para aprovechar al máximo los alimentos que ingieren.
Los rumiantes son muy abundantes en la mayoría de las asociaciones fósiles y Venta Micena, el paradigmático yacimiento de Orce con una cronología próxima a 1,5-1,6 millones de años, no es una excepción. Al contrario, es "muy rica en cuernos".
Aunque por el momento, no se ha encontrado ningún resto de jiráfido; se han detectado dos especies de cérvidos, una de gran talla llamada Praemegaceros verticornis, del tamaño de un alce, y otra del tamaño de un gamo, Metacervocerus rhenanus. Sin embargo, los animales más espectaculares entre los cornúpetas son los bóvidos, de los que hasta hace poco se habían detectado los siguientes: un bisonte de tamaño mediano (llamado Bison sp., por corresponder a una especie todavía indeterminada), un antecesor de los bueyes almizcleros que actualmente habita las tundras árticas (llamado Praeovibos sp., también de una especie aún por determinar), otro caprino muy raro con los cuernos singularmente dirigidos hacia delante (llamado Soergelia minor), una cabra (llamada Capra alba), que fue descrita por primera vez en Venta Micena en 1987 por S. Moyà-Solà, cuyo nombre obedece al color blanquecino del estrato en el que se encuentran los fósiles de este yacimiento, y por último, un pequeño bóvido al que se hizo referencia en el pasado y que aún se encuentra por caracterizar.
Así, hoy presentamos un nuevo y espectacular hallazgo recién publicado por nuestro equipo, en la prestigiosa revista Quaternary International, sobre un nuevo tipo de búfalo que habitó la cuenca de Guadix-Baza durante el Pleistoceno inferior y del que no se tenía constancia en nuestro continente.
Se trata de una especie de tamaño más pequeño que el de los bisontes, también presentes en el yacimiento, y de hábitos ecológicos más afines a las zonas arboladas. El nombre de esta extraña especie es Hemibos aff. gracilis y su localización en Venta Micena es muy interesante, tanto a nivel científico como por la particular historia que hay tras su determinación. Durante la campaña de excavación de 1990 en Venta Micena apareció un fragmento craneal (VM 9000) que conservaba gran parte de los huesos frontales, con una pequeña porción de la cavidad orbital derecha, la base de ambos núcleos óseos (esto es, la parte que se conserva de los cuernos, pues la vaina exterior de queratina se destruye normalmente en la fosilización), y la porción más anterior del hueso parietal, en la que se aprecia que la sutura interfrontal y la parieto-frontal forman un ángulo en "T". El resto del cráneo había sido consumido o destruido por la hiena gigante Pachycrocuta brevirostris, con el objetivo de acceder al cerebro del animal, muy rico en nutrientes. Este tipo de anatomía no había sido descrita en ningún otro bóvido fósil localizado previamente en Europa, por lo que su clasificación ha discurrido como una larga historia de veinte años de duración que, afortunadamente, acaba de concluir.
Cuando se localizó el fósil, el primero de los firmantes de este artículo (BMN) estaba en fase de finalización de su tesis doctoral sobre la fauna de Venta Micena, por lo que la clasificación de VM 9000 supuso un importante reto en la carrera de un investigador novel y todavía bastante inexperto. En un principio, y al no saber qué era, aunque sí tenía claro que no se trataba de un bisonte, lo clasificó como Bovini género y especie indeterminada, y así fue publicado en su tesis doctoral de 1991. Sin embargo, dadas las premuras y presiones para realizar su identificación, sin haber tenido tiempo de hacer las necesarias comparaciones, y debido a la inexperiencia, el mismo autor cometió un importante error adscribiendo un año más tarde el fragmento craneal a Bubalus sp., que corresponde al género de los búfalos de agua asiáticos de cuyas hembras se extrae la leche con la que se fabrica el famoso queso llamado mozzarella. Sin embargo, poco después se pudo demostrar que dicha anatomía no se correspondía con la de los búfalos de agua.
Este tipo de errores marcan bastante la carrera profesional de los investigadores. Desgraciadamente, lo peor no es equivocarse, pues todo aquel que trabaja puede (y suele) cometer errores, lo peor es perseverar en el error contra la objetividad de los datos. La verdadera Ciencia y la soberbia se llevan mal, pues la mayoría de las investigaciones están plagadas de caminos erróneos, hasta que se encuentra la vía más adecuada. Por ello, aunque duelan los errores cometidos, nunca es malo rectificar a tiempo, pues la refutación de las hipótesis científicas previas es algo consustancial al quehacer cotidiano de la Ciencia y, en gran medida, es lo que le resulta verdaderamente estimulante al científico en la aventura del conocimiento. Sin embargo, este error de juventud sirvió para que no se volviera a publicar sobre el fósil hasta veinte años después, tras muchos miles de kilómetros recorridos haciendo comparaciones a través de Europa, África y China. Pocas veces se ha invertido tanto tiempo y viajes en un fósil no humano hasta dar con su clasificación final.
Dada la presencia de otras especies de origen africano en Venta Micena, como el tigre de dientes de sable Megantereon whitei, que publicamos en 1995, o la de abundantes restos de hipopótamos, en un principio se pensó que el fósil podría corresponder a algún tipo de antílope, tan abundantes en el continente austral. Por ello, y gracias a un proyecto financiado por la Fundación Leakey, se estudiaron durante muchos meses del año 2000 las colecciones depositadas en los museos de Nairobi y Addis Abeba. Ahora bien, aunque se parecía bastante a una forma de antílope con cuernos espiralados, correspondiente a la especie Tragelaphus nakuae, muy abundante en los yacimientos con presencia humana del este de África, había algunas pequeñas diferencias que no cuadraban. En consecuencia, se optó por ser prudente y no publicar nada en aquel momento.
Una estancia en Florencia durante la Semana Santa de 2002 fue clave para resolver el enigma. Buscando distintos artículos en viejas publicaciones de muy difícil localización, se accedió a la biblioteca privada del profesor Augusto Azzaroli, uno de los paleontólogos más reputados y respetados del mundo. De esta forma en un artículo publicado por el profesor Nanda, paleontólogo hindú, se consultaron distintos datos sobre nuevos cráneos fósiles del género Hemibos hallados al sur del Himalaya, en los Siwaliks, durante los años setenta. Aunque no describía nada que fuera igual al cráneo VM 9000, sí que había ciertas similitudes. Dos meses más tarde se tuvo la oportunidad de trabajar en el Museo de Historia Natural de Londres, donde tienen conservados algunos de los fósiles tipo de Hemibos, recolectados cuando la India y Pakistán formaban parte del Imperio Británico. Allí se comprobó que el fósil de Venta Micena correspondía realmente a este género. Sin embargo, aunque se parecía bastante a una especie llamada Hemibos antelopinus, no era totalmente igual, por lo que la publicación de VM 9000 era todavía prematura. Curiosamente, hay que decir que Hemibos es probablemente el ancestro del búfalo de agua Bubalus, el de la mozzarella, por lo que aunque la primera determinación fuera un error, tampoco iba tan desencaminada.
Afortunadamente, de vez en cuando el diablo se pone de tu parte, como diría Sabina. En 2004 una nueva publicación, en chino pero con resumen ampliado en inglés, sobre el yacimiento de Longdan, situado en el desierto mongol chino, por el profesor Qui y sus colaboradores, nos puso sobre la pista. En este remoto lugar de la China más interior habían encontrado varios restos fósiles, entre ellos un cráneo bastante completo, con el que describieron la nueva especie Hemibos gracilis. Se encontraba la solución al problema VM 9000. En 2007 se tuvo la oportunidad de visitar Pekín y cerrar de una vez la investigación sobre este cráneo.
VM 9000 solapa anatómicamente con las formas chinas de Longdan adscritas a Hemibos gracilis. Por tanto, o es la misma especie o se trata de una muy próxima. Esto significa que a lo largo de las latitudes medias del continente eurasiático, hubo importantes conexiones faunísticas durante el Pleistoceno y que la Península Ibérica no fue un cul de sac en esa época, como se ha argumentado en reiteradas ocasiones.
El género Hemibos ha sido localizado en épocas más recientes en torno a 0.7 millones de años, en forma de una especie de mayor tamaño y con una anatomía mucho más derivada que la de Venta Micena, llamada Hemibos galerianus, en la Península Italiana, junto a Roma, especie que fue publicada en 2004 por B. Martínez-Navarro y María Rita Palombo en la revista Quaternary Research.
Como conclusión, queremos reiterar que la extraordinaria localidad fosilífera de Venta Micena sigue y va a seguir proporcionando nuevos y muy importantes datos sobre el registro de las faunas cuaternarias en Europa, no carentes de sorpresas en cuanto a su capacidad de cambiar el paradigma asumido hasta el momento, como ocurrió primero con Megantereon o ahora con Hemibos. Por el bien de la Paleontología y por el mejor conocimiento del patrimonio histórico-natural para disfrute de nuestra ciudadanía, es necesario y conveniente que este yacimiento pueda ser de nuevo excavado.
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