Bosques 'metamórficos'

En el otoño se produce la transformación de los robledales, los únicos bosques de caducifolios que se encuentran en Sierra Nevada

Los robledales nevadenses son los mas extensos de la Península

Bosques 'metamórficos'
Bosques 'metamórficos'

07 de octubre 2017 - 02:33

Llos robledales o melojares son unas formaciones vegetales escasas y raras del mediterráneo occidental: Península Ibérica, noroeste de Marruecos y Francia occidental. Este roble está bien adaptado a los climas continentales, soportando heladas y sequías.

Se localizan en el piso supramediterráneo, en laderas montañosas entre los 400 y 1.500 metros de altitud, sobre sustrato silíceo, constituyendo el límite altitudinal del bosque. Aparecen en aquellos enclaves mas húmedos y de menor índice de insolación, con suelos desarrollados, alternándose con los encinares silicícolas. Requieren precipitaciones por encima de los 600 mm que tienen que estar bien repartidas. En la época estival, cuando alcanza la plenitud vegetativa, necesita de 100 a 200 mm.

El roble melojo o rebollo puede alcanzar los 20-25 metros de altura y un diámetro de un metro de grosor aunque esta situación es excepcional ya que esta especie ha sido sometida a talados intensos para la obtención de leña y carbón vegetal. En estas circunstancias los robles no suelen pasar de los 5-10 metros de altura.

Las hojas son caducas y están hendidas en 4 a 8 pares de lóbulos profundos e irregulares. Tiene su floración en mayo o junio y su fruto, unas bellotas de sabor amargo, madura en otoño.

Los robledales nevadenses son los mas extensos de la Península están situados en el límite meridional de distribución de la especie. También los que se sitúan a mayor altitud de toda el área de distribución, (en un rango que oscila entre los 1.189 hasta los 2.035 m). En Sierra Nevada estas formaciones aparecen en barrancos de la zona occidental (ríos Alhama de Lugros, Maitena, Vadillo, Genil, Monachil, Dílar y Dúrcal), en orientación norte y en la Alpujarra en lomas y barrancos (loma de Cáñar, barranco del Poqueira, loma de Pitres-Busquístar) de orientaciones este, que se consideran relictos y que se benefician tanto de las precipitaciones encubiertas que proporcionan las nieblas que ascienden frecuentemente desde la costa mediterránea, como de las aportaciones extra de las acequias tradicionales.

Además de en Sierra Nevada, en Andalucía los podemos encontrar en el parque natural de Cazorla, Segura y las Villas (Jaén) y en el parque natural de Tejeda-Almijara (Granada-Málaga) y otras manchas de cierta extensión en Sierra Morena y la Sierra del Aljibe.

El roble melojo (Quercus pyrenaica) es el árbol dominante y en ocasiones forma bosques monoespecíficos, pues posee una gran capacidad de regeneración, tras las talas e incendios. Junto a él aparecen acompañantes con claras diferencias entre las especies de los robledales de las diferentes zonas. En los de la Alpujarra, el cortejo florístico es más parecido al de los encinares próximos que al de los robledales de la zona norte y parece que tiene una gran influencia la gestión y los usos que se hayan hecho en los dos últimos siglos.

Podemos citar especies como el rascaviejas, mostajo, lastón fino o el escobón. En los lugares más húmedos los melojares se hallan enriquecidos con otros elementos arbóreos y arbustivos como el arce granadino, el fresno, el espino cerval, cerezo silvestre, serbal, majuelos y rosales silvestres.

Al igual que otros bosques autóctonos mediterráneos los robledales se han visto afectados por la fuerte presión antrópica (roturaciones para cultivos y pastos, explotación de leña para uso doméstico e incluso industrial, incendios forestales, sustitución por pinares…). Este 'pasado' pesa fuertemente en la estructura y en la composición florística de los robledales de Sierra Nevada.

El abandono de la agricultura y las políticas de conservación de la naturaleza de las últimas décadas propicia una tendencia progresiva desde formaciones de matorral a robledal o de robledal aclarado a robledal mas denso pero la mayoría se encuentran en un estado de degradación significativo.

Según los estudios de simulación de escenarios de cambio climático el robledal tenderá a una disminución de su área de ocupación por aumento de las temperaturas y competencia con los encinares, y a 'sufrir' una migración altitudinal, mostrando un área de contracción a altitudes mas bajas así como un área de expansión a mayores altitudes.

¿Por qué caen las hojas?

Al llegar el otoño, cada año, los árboles caducifolios como los robles pierden el follaje. Las hojas de las plantas son como 'paneles solares' destinados a tomar energía mediante la fotosíntesis y a aportar nutrientes para su desarrollo y crecimiento. Con la disminución de las horas de luz y de la intensidad de la radiación solar la productividad de las hojas disminuye y la estrategia 'más rentable' que desarrollan estas especies es perder las hojas y pasar la estación desfavorable en un estado de baja actividad. Se retira el suministro de savia (y de clorofila para la realización de la fotosíntesis) y se crea una película entre la rama y la base de la hoja, que queda abandonada a su suerte. El viento y la lluvia completarán las acciones para hacerlas caer al suelo que quedará tapizado y se irán descomponiendo por la acción de otros seres vivos integrándose en los ciclos biogeoquímicos

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