¿Vuelve el lobo?

El objetivo actual en Andalucía es establecer un modelo de desarrollo del mundo rural que posibilite la convivencia con los grandes carnívoros en lugares donde desaparecieron hace décadas

El lobo está en expansión en buena parte del noroeste peninsular pero en recesión en Andalucía.
El lobo está en expansión en buena parte del noroeste peninsular pero en recesión en Andalucía. / Reportaje Gráfico: Rafael Arenas Y Fran Contreras Parody
Ignacio Henares

18 de diciembre 2016 - 02:36

Mientras que en la mitad norte de España el problema actual con el lobo es la gestión de las poblaciones, en Andalucía el problema es el riesgo de extinción. Según los datos del último inventario ofrecido por el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, el lobo es una especie en expansión en buena parte del cuadrante noroccidental del territorio nacional (se estima que hay unos 300 grupos familiares censados, 50 más que en el inventario anterior a principios de este siglo), pero sin embargo en el caso de Andalucía, desde los años 90 en los que se censaron ocho grupos con apenas medio centenar de individuos, la población ha ido perdiendo efectivos hasta situarse al borde de su extinción.

Causas del retroceso

A pesar de su protección desde los años 80, la especie no se ha recuperado sino que ha menguado en nuestra región hasta llegar prácticamente a la desaparición, haciendo inviable su supervivencia dado el exiguo tamaño poblacional. La hibridación con otros cánidos y la pérdida de variabilidad genética parece que han acelerado el proceso en las poblaciones relictas de Sierra Morena.

El rechazo social hacia el lobo, que acaba en su persecución y muerte ilegal, no viene, como en otros tiempos, desde la ganadería, sino desde el sector de la caza y el conflicto se centra en el impacto económico que supone la entrada del lobo en un coto, que lleva a que sean perseguidos y eliminados. Los últimos lobos andaluces han vivido en grandes superficies dedicadas a la explotación cinegética (mayoritariamente caza mayor) en donde los sistemas de gestión de la caza se han mostrado incompatibles con la supervivencia de uno de los últimos grandes carnívoros de Europa. La persecución ha sido intensa y constante hasta hace no demasiados años, quizá cuando ya ha sido demasiado tarde y las poblaciones se han situado bajo los umbrales desde donde la recuperación es prácticamente imposible.

"A lobo flaco todo se le hacen pulgas" y a sus poblaciones ya mermadas les afloran problemas de pérdida de variabilidad genética y posiblemente enfermedades. La realidad es que a día de hoy la recuperación del lobo en Andalucía solamente pasa por el refuerzo poblacional.

¿Lobos contra jabalíes y cabras monteses?

Desde varias asociaciones de defensa y protección de la naturaleza y desde diferentes colectivos naturalistas y ecologistas, se ha considerado que sería beneficiosa y conveniente la reintroducción de lobos en Sierra Nevada, (y en otros sistemas montañosos como la sierra de Baza-Filabres), que ejercieran de controladores de especies que actualmente no tienen depredadores naturales, como el jabalí y la cabra montés. No cabe duda de que el lobo incluiría en su dieta a estos ungulados silvestres, aunque resulta también claro que es muy poco probable que se produzca un efecto de 'control poblacional' dada la elevada densidad de presas potenciales en relación al número de grupos familiares que estos sistemas montañosos podrían albergar y que esta especie tenderá a optar por 'piezas' menos complicadas de capturar.

Dejando aparte la consideración de la efectividad directa de estas medidas sobre las poblaciones de los ungulados silvestres, diferentes expertos en la materia han señalado que la reintroducción del lobo a partir de la cría en cautividad tiene dificultades para el éxito pues la suelta de ejemplares acarrea problemas de adaptación por ser el lobo una especie eminentemente social que tiene que aprender ciertos hábitos de supervivencia como la caza en 'manada'. Otra posibilidad sería la traslocación de ejemplares cogiendo grupos familiares ya estructurados 'excedentarios' del Norte y soltándolos en Sierra Morena, con el riesgo de que los animales se vayan o mueran si no se eliminan previamente las amenazas que han puesto en jaque a este gran depredador en nuestra región.

Resulta mucho más adecuado como solución 'dejar que lleguen los lobos por su cuenta", es decir, permitir que los grupos reproductores vayan avanzando hacia el sur de la Península; más aún se podría incluso facilitar esa necesaria expansión natural con una política coordinada con las comunidades de Castilla-La Mancha y Extremadura, para conectar las poblaciones de Castilla y León con Sierra Morena.

Mientras tanto deberíamos ir avanzando en una serie de medidas como la recuperación de técnicas tradicionales de ganadería extensiva abandonadas (uso de perros especializados, guardar por la noche el ganado, que los ganaderos sean 'pastores'...), así como adaptar las infraestructuras para evitar los daños (rediles, pastores eléctricos, barbacanas, ahuyentadores luminosos, etc.), amén de un sistema ágil y justo de indemnizaciones económicas para compensar los eventuales daños producidos por el lobo sobre el ganado doméstico.

El futuro en Andalucía

Recientemente se ha puesto en marcha un nuevo proyecto europeo de Gobernanza y Comunicación Ambiental para la recuperación del lobo ibérico que tiene como socio principal a la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio y en el que participan también colectivos cinegéticos y ganaderos. A través de él, se articularán las acciones del Programa de Recuperación de la especie. Esta iniciativa cuenta con un presupuesto de 1,6 millones de euros y se extenderá hasta el año 2020. El proyecto consiste en diferentes acciones de comunicación y divulgación para involucrar a todos los sectores implicados en la recuperación y la preservación de este cánido.

El proyecto se ha denominado El Lobo en Andalucía: Cambiando actitudes lo que indica que la primera necesidad para la recuperación de la población del 'lobo andaluz', caracterizada por estar aislada del resto de poblaciones ibéricas y por su bajo número de ejemplares, requiere antes que otras medidas de conservación y recuperación, eliminar o al menos minimizar las amenazas que han conducido al lobo al borde de su extinción.

Aldeire: Morrón del Lobo

Alpujarra de la Sierra: Peñón del Lobo y la Lobera

Bérchules: Puerto del Lobo

Dílar y Dúrcal: Barranco de los Lobos

Dólar y Huéneja: Cerro de los Lobos

Fiñana: Rambla de los Lobos

Jérez del Marquesado: Cortijo del Lobero

Laujar: Puerto del Lobo

Monachil: Cortijo Barranco del Lobo

Pinos Genil: Fuente del Lobo y Camino del Lobo

Pitres: Hoya del Lobo

Trevélez: Pico de la Plaza de los Lobos

Se llama loberos a la gente de Huéneja que cuenta con una hermandad.

La localidad de Lugros viene de lupus, y significa 'tierra de lobos'

El último lobo en Sierra Nevada

El lobo fue abundante en Sierra Nevada en la Edad Media. Debió aumentar mucho su población tras la expulsión de los moriscos y el abandono posterior del campo aunque su población fue diezmada por su caza que era recompensada por las autoridades municipales granadinas en una casa en la céntrica Plaza de los Lobos, denominada así por esta razón. A mediados del XVII por ejemplo se entregaban allí una media de 55 ejemplares al año. En el siglo XIX todavía eran abundantes en muchas comarcas de la Sierra y en años de mucha nieve bajaban hasta la Vega produciendo cuantiosos daños al ganado doméstico. El ocaso de la especie hay que encontrarlo tanto en la desaparición de herbívoros silvestres, (paralelamente a la deforestación del territorio, los otrora abundantes ciervos, gamos, corzos o jabalíes habían ido desapareciendo y sólo quedaban cabras monteses), como en las severas campañas de envenenamiento a que fue sometido, siendo la estricnina el causante principal de la rarefacción del lobo a principios del siglo XX. Se cita el año 1933 como el del último avistamiento de un lobo, un ejemplar solitario, en Sierra Nevada. Mientras construían el Albergue Universitario, en los alrededores de los Peñones de San Francisco, los obreros fueron testigos de esta última cita. Una década después desaparecería de la Sierra de Cazorla y entre 1951 y 1952 se abatieron los últimos lobos en las marismas de Doñana aunque hay una cita de caza de un ejemplar adulto en 1972, en Moguer, en el mismo paraje en que Juan Ramón Jiménez se inspiró para escribir su obra Platero y yo.

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