Un agricultor 'con vistas'

Antonio pérez robles

Su explotación agrícola tiene unas extraordinarias vistas a todo el valle del Poqueira

Ha orientado su finca con vistas a un mercado que apuesta por los productos ecológicos de calidad

Desde una era con el pueblo de Pampaneira a las espaldas..
Desde una era con el pueblo de Pampaneira a las espaldas.. / Fotos: Ignacio Henares
Ignacio Henares

26 de mayo 2018 - 02:34

Empiezo mi entrevista con Antonio hablando del pasado, de cómo era La Alpujarra y el paisaje cuando él era pequeño, cómo se vivía y de qué, entonces. Y acabamos hablando de futuro, de expectativas, de retos.

-¿Qué recuerdos tienes de tu infancia?

-La vida en esta zona era muy distinta a la actual. Los juegos, por ejemplo, eran muy diferentes, prácticamente no teníamos juguetes y algunos nos los fabricábamos nosotros mismos: aros de madera de alguna criba vieja o metálica de mis estrevez o el culo de un cubo de latón a los que rodamos por la plaza del pueblo con un palo, tirachinas y juegos de saltar como piola o de esconderse para que otro grupo tuviera que buscarnos llamado tabla.

-Se hacía vida 'en pandilla', ¿no es cierto?

-Todos los juegos eran en grupo y era normal entonces salir del pueblo a los campos cercanos en busca de alguna fruta como cerezas, higos, uvas … pues las chucherías en raras ocasiones las comíamos. Esto era así en los meses de escuela porque cuando acababa el curso casi todos lo pasaban en los cortijos.

-Todo el mundo vivía del campo en aquella época…

-El turismo que ocupa ahora a buena parte del Barranco (del Poqueira) entonces apenas existía, la mayoría vivía del campo, había mucho contacto entre los vecinos y una vida social estrecha, ayudándose mutuamente las familias en la época de la siembra, la parva y en las matanzas. En estas actividades participaba toda la familia, no faltaba tarea para nadie.

-Ha cambiado mucho Pampaneira…

-En el pueblo convivían personas y animales a la par en las casas, la planta de arriba era para la familia y en los bajos estaban las cuadras. Las calles eran empedradas o de tierra y el alumbrado consistía en unas bombillas de poca luz, no había agua potable y había que usar fuentes y lavaderos públicos. Ahora la vida ha evolucionado mucho, los niños tienen un buen colegio con enseñanza de mejor calidad. La sanidad no tiene comparación y las comunicaciones con el exterior han mejorado.

-¿Cuál es el reto más importante que tiene tu pueblo en estos momentos?

-La gente viene a visitar nuestros pueblos porque son muy bonitos y singulares, con sus casas y calles típicas, pero tenemos que recuperar el paisaje agrario que es la base de nuestra cultura, nuestro patrimonio y etnografía (acequias, cortijos, caminos, balates, albercas …). Hay que recuperar esa economía agraria que pueda ofertar nuestros productos y evitar que los jóvenes se tengan que marchar, es decir facilitar el relevo generacional. Ni el paisaje puede quedar 'fósil' sin vida ni los pueblos pueden envejecer progresivamente. Sin gente el paisaje se cae y los pueblos se mueren.

-¿Hay sitio, espacio, para la agricultura y la ganadería?

- Por supuesto. Cuidando nuestros campos conseguiremos una economía complementaria al turismo y de camino, tiene un efecto directo muy beneficioso para proteger el medio ambiente ya que se cuidan las paratas, los balates y al estar todo mas verde y cuidado evitamos el grave peligro de los incendios que por desgracia cada vez son más frecuentes.

-¿Ha sido positiva la política de protección del patrimonio para la gente?

-El Barranco del Poqueira con su protección del conjunto histórico y la declaración de Sierra Nevada como espacio natural protegido, ha marcado un modelo de desarrollo sostenible, sin crecimiento urbano y apostando por la conservación del nuestro patrimonio natural y cultural. El turismo llena nuestras calles casi a diario, lo que ha supuesto un cambio drástico en la vida, en la actividad de la gente, que tiene también algunas consecuencias que de alguna manera hay que corregir. No se puede vivir sólo del turismo y además hay que dar satisfacción a un turismo cada vez más exigente al que hay que ofrecerle, algo más.

-¿La gente percibe las ayudas aportadas por el parque nacional?

-En un pueblo pequeño como el nuestro todo el mundo sabe que la reforma de la Iglesia, la recuperación de los Lavaderos públicos, el arreglo de los senderos… vienen de esas subvenciones aparte de las que haya recibido algún particular de manera directa. No hacen falta las pancartas que lo indiquen (risas).

-¿Se puede ganar uno la vida, dignamente en la agricultura?

-Hasta mediados de los 80 mi familia y otras muchas vivían del campo y a partir de ahí (coincidiendo con el declive de la agricultura en la zona, sobre todo al dejar de venderse las habichuelas y la papa de semilla para la costa que habían tenido hasta entonces unos precios bastante buenos), la agricultura pasó a ser una actividad complementaria en la economía junto con la construcción y el PER, que aunque criticado, tan importante ha sido para adecentar los pueblos y mantener a la población en el medio rural. Ahora estamos buscando fórmulas, productos, para que la actividad agrícola sea rentable y yo después de unos años en los que he realizado unas inversiones ahora empiezo a ver que se puede uno ganar un sueldo… digamos medianamente decente. También he contado con una pequeña subvención de parques nacionales para dedicarme a la agricultura ecológica que me ha ayudado a hacer frente a algunos gastos.

-¿Cuál es el tamaño de tu finca? ¿Con qué maquinaria cuentas?

-Ahora estoy trabajando un par de hectáreas de regadío y una de secano, de viñedo. Tengo maquinaria pequeña, dumper, desbrozadora... y la importante ayuda y compañía de mi mulo. Y tengo una persona contratada a tiempo completo.

-¿Qué productos cultivas?

-En estos momentos estamos con las fresas y las frambuesas, las papas y el cáñamo.

-¿Hay alguna variedad local de algún producto?

-Este es un tema que tenemos que trabajar. Yo por ejemplo cultivo papas diferentes, las pinta, tornado, mona lisa y tengo unas pocas 'copo de nieve' que me gustaría recuperar. También cultivo la habichuela cora que está teniendo un buen precio por su calidad. No hay que dejar perder las variedades locales que están más adaptadas al terreno y al clima. -La hostelería de la zona ¿consume los productos locales? -Una parte de mis productos va destinada a restaurantes de aquí del Barranco. Esta debería ser una estrategia colectiva, disminuir los canales de comercialización, venta directa.

-¿Cómo comercializas el resto de tu producción?

-La mayor parte de la producción, todo el ecológico, lo saco a través de la Cooperativa Las Torcas que me asegura un precio y además me presta un asesoramiento importante.

Un ejemplo para los vecinos

Antonio Pérez Robles, nació en el año 1957 en Pampaneira, precediendo a cuatro hermanas. Se casó muy joven, apenas 22 años, con Encarna con la que ha tenido tres hijos, Cristina, la mayor tiene 28 años y vive en Irlanda; Daniel de 27 y la pequeña Eva con 14, viven en Pampaneira. Hasta los 17 años estudió el bachillerato y el COU fuera del pueblo aunque durante las vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano las pasaba en el campo ayudando a la familia en el cultivo de los productos típicos de la época: habichuelas, trigo, cebada, patatas, habas, maíz y hortalizas para el consumo familiar. Además tenía que colaborar con el cuidado de los animales, varias cabras (para la leche), gallinas (huevos), conejos, cerdos y los mulos necesarios para arar las tierras y para el transporte a otras fincas situadas en la Sierra. Aunque nunca ha dejado de lado la agricultura, hasta hace unos años, a raíz de su participación en un Taller de Empleo de agricultura ecológica, no se había dedicado por completo a esta actividad habiéndose convertido en un ejemplo que está empujando a otros vecinos a recuperar sus huertos con una producción de calidad muy demandada por el mercado.

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