Los más 'bellos' de la Sierra

Dos géneros de plantas, Narcissus y Adonis, han recibido los nombres de los seres mitológicos más representativos de la belleza masculina

Alguna de las especies están amenazadas

1. Narcisos de Sierra Nevada. 2. Narcissus cantabricus. 3. Adonis de primavera (Adonis vernalis). Plantas para refuerzo de poblaciones en Sierra Nevada . 4. Narcissus triandrus subsp. pallidulus. 5. Detalle de la flor del Narciso de Sierra Nevada.
1. Narcisos de Sierra Nevada. 2. Narcissus cantabricus. 3. Adonis de primavera (Adonis vernalis). Plantas para refuerzo de poblaciones en Sierra Nevada . 4. Narcissus triandrus subsp. pallidulus. 5. Detalle de la flor del Narciso de Sierra Nevada. / Reportaje Gráfico: Mario Ruiz Y José Miguel Muñoz

26 de junio 2017 - 09:56

El Narciso de Sierra Nevada (Narcissus nevadensis) es una planta perenne que puede llegar hasta los 50 cm de altura, bulbosa, glabra (desprovista de pelos y glándulas) y glauca (color verde natural). Pertenece a la familia Amaryllidaceae. Vive en suelos generalmente silíceos, en praderas de juncos o herbazales permanentemente húmedos y estacionalmente encharcados, sobre todo en bordes de arroyuelos y pequeños manantiales, entre los 1.400 y los 2.300 m de altitud. Florece entre marzo y abril. Es endémica de Sierra Nevada y de la Sierra de Baza.

Los narcisos, por ser plantas con flores de una gran belleza, han sufrido de intensas recolecciones que diezmaron sus poblaciones. En la actualidad es una planta amenazada por la escasez de su hábitat y por su fragilidad ante los usos antrópicos, las variaciones climáticas y la alteración del régimen hídrico.

Se realiza un seguimiento detallado de estas especies que están en peligroPasó la eternidad en el inframundo atormentado por su soberbia y vanidadAdonis resucita durante la primavera y el verano, siempre joven y bello

En Sierra Nevada hay presentes otras tres especies de narcisos. Narcissus baeticus, N. triandrus subsp. pallidulus y N. cantabricus.

Flor de Adonis

Adonis vernalis. La adonis de primavera, ojo de perdiz o flor de Adonis es una planta de distribución euroasiática que en la Península Ibérica queda restringida al Noroeste del Sistema Ibérico y parte oriental de la Cornisa Cantábrica. En el Sur sólo está presente en el Sistema Penibético y Sierras del Levante Valenciano. En Andalucía está limitada su presencia a la provincia de Granada, en Sierra Nevada y en el parque natural de la Sierra de Huétor.

Pertenece a la familia de las ranunculáceas. Es una planta calcícola de suelos húmedos que forma parte de herbazales umbríos en bosquetes caducifolios o marcescentes (robledales o quejigales), entre los 1.100 y 1.800 m. Florece entre abril y junio. Adonis vernalis, fue descrita por Carlos Linneo en 1753.

Otras especies del género Adonis presentes en Sierra Nevada son: las lágrimas de sangre (Adonis annua), gotas de sangre (Adonis flammea), el adonis estival (Adonis aestivalis subsp. squarrosa) y el adonis amarrillo (Adonis microcarpa).

MUY PROTEGIDAS Y 'MIMADAS'

El narciso de Sierra Nevada y la flor de Adonis son especies incluidas en la Lista Roja de la Flora Vascular de Andalucía. El narciso está además en el Libro rojo de la flora vascular amenazada de España, como especie en peligro de extinción. Ambas especies están bajo el paraguas del Plan de recuperación y conservación de especies de altas cumbres de Andalucía mediante el que se llevan a cabo experiencias de protección de los ejemplares y de reforzamiento de las poblaciones. Se conservan semillas en el Banco de Germoplasma Vegetal Andaluz y se realiza un seguimiento demográfico detallado de estas especies.

ORÍGENES MITOLÓGICOS

Narciso. El bello y vanidoso joven llamado Narciso era hijo del dios río Cephissus y de la ninfa Leiriope. Preocupada por el bienestar de su hijo, Liríope decidió consultar al vidente Tiresias sobre el futuro de su hijo. Este le dijo a la ninfa que Narciso viviría hasta una edad avanzada mientras nunca se conociera a sí mismo.

Narciso era muy hermoso. Las doncellas se enamoraban de él, pero él las rechazaba. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, condenada por la diosa Hera, (celosa de esta ninfa, que no quería que encandilase a su esposo Zeus), a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Un día cuando Narciso estaba caminando por el bosque, se apartó de sus compañeros y al oír un ruido preguntó: "¿Hay alguien aquí?", a lo que Eco respondió: "Aquí, aquí". Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: "¡Ven!". Eco salió de entre los árboles y le declaró su amor e intentó abrazar a su amado. Narciso la rechazó y le dijo vanidosamente que lo dejara en paz, y tomándose a mofa la declaración ya que se consideraba el más apuesto y guapo, capaz de tener a las más jóvenes y bellas de Atenas, Esparta o Corinto y despreciando a la 'incapacitada' ninfa. Desolada, Eco se ocultó en una cueva sola, triste y rota de desamor y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz. Sin embargo, antes de su muerte, esta musa oró a Némesis, deidad de la venganza y la justicia divina, que maldijera a Narciso. Para castigar a Narciso por su engreimiento, Némesis, lo condenó a enamorarse únicamente de su propio reflejo.

Cuenta la leyenda que al ver su propio rostro reflejado en una fuente (o en un río) quedó Narciso en una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen y acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor a su nombre y memoria. Narciso pasó el resto de la eternidad en el inframundo atormentado por su soberbia y vanidad.

En la tradición helénica, hay una variante en la que el joven Ameinias ama a Narciso pero es rechazado cruelmente por él. Como una forma de burlarse de Ameinias, Narciso le entrega una espada; él la utiliza para suicidarse ante las puertas de la casa de Narciso, mientras reza a la diosa Némesis pidiéndole que un día conozca el dolor del amor no correspondido. Se cree que esta maldición se cumple cuando Narciso se enamora de su propia imagen reflejada en un estanque e intenta seducir al hermoso joven sin darse cuenta de que se trata de él mismo hasta que intenta besarlo. Entristecido de dolor, Narciso se suicida con su espada y su cuerpo se convierte en una flor a la que se le puso su nombre.

Adonis. En la mitología griega Adonis es hijo de Cíniras, rey de Chipre, y de su hija Mirra, castigada por Afrodita, diosa del amor, a enamorarse de su padre. Fruto de esta relación incestuosa queda embarazada Mirra por lo que los dioses la convierten en una planta, el arrayán. De este arbusto partido nacerá Adonis, cuya belleza ya sorprendía incluso siendo un bebé. Afrodita ocultó al pequeño Adonis en un cajón y se lo llevó a Perséfone, diosa del Averno. Cuando Perséfone miró dentro del cajón quedó prendada y llevó al pequeño a su propio palacio, rechazando devolvérselo a la diosa del amor. Zeus no quiso pasar inadvertido en esta historia y decidió que el niño debería pasar una tercera parte del año con Afrodita, otra con Perséfone y el resto del tiempo, solo.

Afrodita, hechizada por la belleza de Adonis, lo que significaba que estaba perdidamente enamorada de un mortal, temía por su adorado y le advertía de los peligros del bosque. Pero el joven hizo oídos sordos y durante una cacería fue atacado por un jabalí, (que era Ares, dios de la guerra y celoso amante de la diosa), que acabó con la vida de Adonis; la inconsolable Afrodita hizo brotar anémonas rojas de cada gota de sangre vertida.

Zeus permitió que Adonis resucitase durante la primavera y el verano, siempre joven y bello, de manera que pudiese pasar el periodo de tiempo establecido con Afrodita. Su leyenda está unida al cambio de las estaciones, su coincidencia con Afrodita en el tiempo y el reencuentro de ambos marca el inicio de la primavera y el reverdecer de la naturaleza, mientras que su regreso al inframundo con Perséfone promueve el estreno del otoño y el inicio del invierno.

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