La calle Pintor Ismael de la Serna
Curiosa la vida del pintor nacido en Guadix · Ilustró la primera obra de García Lorca, le quitó la novia al magnate Zervos y cayó en desgracia · Fue para algunos el Picasso granadinoAlgunos no le negaban inteligencia y originalidad; otros lo veían demasiado "modernista", algo extravagante, muy alejado de Velázquez · Sin embargo, su amigo Lorca le empezó a llamar "genio".
En el populoso barrio del Zaidín-Vergeles, junto a la calle Primavera, está la callecita que lleva el nombre de este aventurero pintor, nacido en Guadix en 1898; el 6 de junio, un día después que Federico García Lorca, del que sería amigo desde la infancia. Precisamente fue Ismael de la Serna el que ilustró el primer libro del poeta de Fuente Vaqueros Impresiones y Paisajes en 1918.
Ismael González de la Serna, que así se llamaba, era un granadino enamorado de su tierra; se vino desde Guadix siendo niño y llevaba Granada en el alma. Se entusiasmaba con los paisajes de la Alhambra y con los atardeceres de Sierra Elvira. Frecuentaba la Tertulia de El Rinconcillo y se relacionaba con Falla, Manuel Ángeles Ortiz, el escultor Juan Cristóbal, etc. Amaba la tortilla de patatas, el agua del Avellano y la guitarra de Ángel Barrios en el Polinario.
Su primera exposición la hizo a los 17 añitos, pero la más popular fue la que presentó en el Centro Artístico en 1918. A partir de ahí empezaron palmas y pitos en Granada. Algunos no le negaban inteligencia y originalidad. Otros lo veían demasiado "modernista", algo extravagante, muy alejado de Velázquez. Sin embargo su amigo Lorca le empezó a llamar "genio".
El final es que se marchó a Madrid y luego a París; allí se identificó con la obra de los impresionistas y alucinó con el cubismo picassiano. Conoció a Pablo Gargallo, a Juan Gris, etc. y se codeó con lo mejor del mundo del arte. Pronto su carrera se vio reconocida en la prensa francesa. Expuso en París, Berlín, Copenhague, Praga…. En 1927 el prestigioso crítico Tériade habla de él maravillas en la revista Cahiers d´Art.
Pero precisamente esta revista era del magnate griego Christian Zervos y a nuestro paisano Ismael no se le ocurrió otra cosa que arrebatarle su novia, la preciosa Susana, con la que luego se casó en Cannes en septiembre de 1929. Dicen que el pintor Pancho Cossío fue un día al estudio de Ismael de la Serna en París y dentro estaba en paños menores la bella Susana, novia del todopoderoso Zervos.
"¿Pero, Ismael, qué haces? ¿Quieres que nos hundamos los españoles contratados por Zervos?" A partir de ahí la fama del pintor granadino inicia su declive y su aislamiento. Imaginamos los obstáculos que tuvo que sortear.
Ismael de la Serna fue un pintor elegante, inquieto, investigador y creativo, pero los últimos años de su vida los pasó aislado del mundo. Aunque todavía tuvo tiempo de exponer con éxito en la década de los 50 en México, Londres y Nueva York. Obras de personajes deformes, misteriosos y fantasmagóricos, muy lejos de los bodegones y paisajes coloristas de su primera época. De él llegó a decir el pintor gallego Benito Prieto Coussent, Académico de la de Bellas Artes de Granada, que era "el Picasso granadino".
Al menos nuestro paisano se llevó el muy grato recuerdo de su regreso a Granada durante la República acompañado de su esposa Susana. No podía olvidar su ciudad y en una carta a su amigo Fernando Vílchez le dice: "Granada es para mí una obsesión, divinizo hasta a los betuneros de Puerta Real; estoy deseando oír tocar la campana de la Vela con un tejeringo en la mano…".
Aunque en el último tramo de su viaje, llegando a Granada, una avería del coche los dejó tirados en las Eras de Cristo y tuvieron que llegar a pie, y ella con un tacón roto.
Granada le brindó una exposición en el Centro Artístico y después de su muerte, ocurrida en París en 1968, otra en el Banco de Granada, pero el éxito de ventas y de crítica fue escaso.
Es curioso, aunque nos vamos acostumbrando, que granadinos reconocidos fuera sean casi olvidados dentro. El Museo de Arte Moderno de París le tributó una exposición homenaje póstumo en 1974. Y el Museo de Bellas Artes de la Alhambra nos recuerda su obra a diario.
No sé si la callecita a él dedicada le hace justicia, pero los vecinos que a ella se asoman estarán orgullosos.
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