Redes sociales en los colegios, un filón por explorar
La mayoría de los centros educativos sólo tratan las plataformas digitales como un peligro y no como una oportunidad de aprendizaje para los alumnos
"Algunos llegan de golpe y no saben usarlo. No saben qué es seguro y qué no. Y esa es una formación que debe recibirse desde pequeño". Francisco Durán, vicedirector del IES Fray Luis de Granada, plantea del debate sobre el uso de las redes sociales en el aula de una forma muy didáctica. Algún día, más pronto que tarde, los chavales saldrán solos a la calle. No habrá nadie que los acompañe. Eso ocurrirá y lo mejor para que ese primer paseo en solitario sea seguro -o por lo menos, responsable- es hablar antes de ello, tener la precaución de enseñar qué se debe hacer y qué no y, también, practicar. Primero de la mano, después, en solitario. Durán es el responsable de la cuenta de Twitter del centro, su community maganer. El Fray Luis cuenta, además, con Facebook, blog, canal de You Tube... en la gestión de estas herramientas trabaja también el jefe de Estudios, Miguel Honrubia. En estos días la cuenta de Twitter anuncia la quinta edición del concurso de microrrelatos y se prepara una exposición en la que se mostrarán qué objetos de uso cotidiano hace tres décadas han sido sustituidos por el móvil. Desde la linterna a los mapas. Del despertador a la cámara de fotos. Cuando finalice, las fotos de la expo se subirán al álbum en Google+, como se hace habitualmente, donde permanecerán de forma permanente. Son ejemplos del esfuerzo que desde el centro se hacen por trabajar con los alumnos en el entorno que todos ellos ya viven o se encontrarán cuando salgan del centro.
La posibilidad de que el primer encuentro entre los chavales y la red acabe en catástrofe motiva parte del discurso de Durán, que además de vicedirector imparte la asignatura de Matemáticas a alumnos de primero y segundo de ESO. Por edad -entre los 12 y los 13 años- ninguno de ellos tiene acceso 'legal' a las redes sociales. La realidad es otra, con un porcentaje importante, el 90%, que tiene móvil, y parte que tiene conexión de datos. "La sociedad va por delante de algunas normas". En su centro no está permitido el uso del móvil -algo que Durán entiende que "a la larga, tiene que cambiar"-, aunque puede emplearse siempre que esté justificado y con la autorización del docente. Durán ha sabido compaginar la edad de sus alumnos con el uso de redes en el aula. Emplea una aplicación específica, Class Dojo, que permite la comunicación entre docentes, alumnos y padres. No se trata de un foro ni un grupo de mensajería instantánea, sino de una vía de comunicación unidireccional -en la que se incluyen artículos sobre las actividades que se han hecho en clase- y que sólo de forma individual permite que haya respuestas. El docente recibe el permiso de los padres para utilizarlo y, en cualquier caso, no es obligatorio entrar. Además de esta herramienta, Durán ha sido capaz de sacar de las redes sociales ejemplos para plantear problemas matemáticos, como la velocidad a la que se difunde un rumor -vinculado con crecimiento exponencial- o las gráficas de menciones, sus picos y valles. ¿Crea eso una brecha entre los que sí y los que no tienen acceso? "Algunos no tienen móvil, pero todos saben de lo que estamos hablando" cuando aparecen estos temas en el aula, indica el docente, que indica que el debate sobre la brecha digital debería girar hacia el uso que se da a esas herramientas. Lo normal es que todos tengan acceso, por lo que el trabajo debe centrarse en aprender cómo debe emplearse. "Nosotros sabemos que en la mesa hay determinadas cosas que no se deben hacer. Es lo que antes se conocía como urbanidad". Pues en las redes la situación es la misma. Todos acceden, o lo harán, por lo que lo importante es saber cómo hacerlo.
En la misma línea se sitúa Paula Herrero Diz, periodista y profesora de Periodismo Digital y Géneros Periodísticos en la Universidad Loyola Andalucía. Entre sus numerosos trabajos en este ámbito, destaca una investigación sobre las competencias digitales que posee el docente español, para lo que se entrevistaron a 700 profesionales de la enseñanza (de Primaria, ESO y Bachillerato). El resultado de dicho informe avala que la mayoría de los centros educativos disponen de medios suficientes para generar contenidos digitales. Ahora bien, y aquí viene la segunda parte, la funcionalidad de estas nuevas tecnologías de la información y educación en los colegios e institutos es instrumental y no un fin en sí mismo. "Esto ocurre porque la formación digital y su aplicación en el aula depende más de la voluntad del docente, ya que en casi ningún centro son obligatorias", incide Herrero.
La investigación también revela que las docentes más jóvenes son "potencialmente más activas" en la creación de contenidos digitales que sus compañeros. Facebook, además, se convierte en el canal preferido de los profesores a la hora de transmitir conocimientos. También se constata que las instituciones privadas superan a las públicas a la hora de formar a maestros y alumnos en contenidos digitales. "Es cierto que detrás de ellas existe un interés económico y de imagen, pero su labor es mucho más importante que la que desarrollan los organismos públicos, a veces bastante precaria", resalta la periodista.
En este punto, Herrero concreta que a la hora de abordar las TIC existen dos posturas: la que adoptan los entornos competitivos, en los que se utilizan las tecnologías para formar a los jóvenes; y la de los entornos conservadores, que sólo las toman como un peligro. La realidad actual de los centros educativos se inclina claramente (y con diferencia) por la segunda, ya que se advierte bastante del riesgo de las redes, pero se incide muy poco en el provecho que se puede sacar de ellas. "Las nuevas tecnologías son un excelente canal de aprendizaje, pero, al igual que ocurre cuando te sacas el carné de conducir, antes han de enseñarte a usarlas, y eso se hace con su utilización constante", recalca esta investigadora.
Los alumnos de quinto y sexto de Primaria del Colegio San Agustín de Granada ya tienen experiencia en la creación de contenidos para la red. Resultaron galardonados en el certamen Consumópolis, promovido por el Ministerio de Sanidad , Servicios Sociales e Igualdad. Su trabajo, publicado en forma de blog, trata precisamente del uso de la tecnología entre los chavales. A golpe de encuesta, señalan que todos los alumnos de sexto curso tienen móvil propio. El uso de dispositivos es mayor en los fines de semana y la finalidad es entretenimiento, concluyen. El centro, a pesar de tener alumnos de Infantil y Primaria, se esfuerza por dar "formación" en el correcto uso de internet a los niños, indica su director, Daniel Megías. Como en buena parte de los centros de la provincia, allí también reciben charlas de agentes del cuerpo Nacional de Policía -también las imparte la Guardia Civil- en las que se ponen de relieve la necesidad de ser cauto, se explican los delitos y el peligro que entraña entrar en internet sin supervisión.
Y desde la administración, ¿qué se dice al respecto? En este punto debe aclararse que la Junta de Andalucía cuenta desde principios de este año con un protocolo contra el ciberacoso. Se observa, por tanto, cómo en este caso la principal responsable en competencias educativas pone de nuevo el énfasis en uno de los peligros principales del uso de las TIC. ¿Y sobre su utilización positiva en la enseñanza? Conviene destacar aquí la guía didáctica sobre el buen uso de las nuevas tecnologías editado por la Consejería de Educación en el curso 2015/16. En él se incluye un apartado dedicado a las redes sociales en el que se recuerda que la Ley de Protección de Datos "prohibe a cualquier empresa o entidad registrar información de menores de 14 años sin el consentimiento de los padres y de las madres, y por ello, redes sociales de uso general como Instagram, Facebook o Twitter, que carecen de controles especiales de contenidos y abiertas a todos los usuarios, no pueden ser utilizadas directamente por menores de 14 años". También se recuerda que para el uso del Whatsapp la edad mínima es de 16.
No obstante, la misma guía admite que "no hay un modo seguro de garantizar la edad mínima a la hora de acceder a una red social y cada vez son más los menores de 12 años que tienen abierto un perfil en alguna de ellas". Se advierte, además, que estos usuarios "no son capaces de comprender la trascendencia que tiene el desvelar su privacidad, compartir fotos propias o de compañeros o el dar información personal a través de la web, por lo que conviene dar a conocer a las familias la normativa básica, así como las recomendaciones generales que garanticen la protección y seguridad del menor en la red".
Quedan claros los riesgos, pero ni una sola línea se dedica a las posibilidades de aprendizaje que aportan las redes sociales.
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