Nunca te sueltes | Crítica
No te sueltes cuando el mal acecha
Granada/El Instituto Patafísico de Granada (I.P.G.), cuyos miembros son los llamados sátrapas o patafísicos, está celebrando algunas actividades para conmemorar que ha cumplido diez años. Este instituto fue fundado por el escritor Ángel Olgoso y es un organismo "dependiente e independiente" del Colegio Patafísico francés, sociedad de investigaciones sabias e inútiles que propaga la Patafísica, que no es ni más ni menos que la ciencia que estudia las excepciones y las soluciones imaginarias creada por Alfred Jarry. La broma patafísica surgió en Francia en los años cuarenta, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la gente no estaba de humor. Su libro fundacional es Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico, del citado Alfred Jarry. Fueron patafísicos escritores que venían del surrealismo y no soportaban lo académico y lo solemne. Se burlan de la pomposidad y la gravedad, son niños traviesos, libres, desconcertantes. Pertenecieron al Colegio Patafísico francés Umberto Eco, Ionesco, Vian o Fernando Arrabal, entre muchos otros.
Los patafísicos cuentan además con su propio calendario (de trece meses, cuya era actual empezó el 8 de septiembre de 1873, día del nacimiento de Alfred Jarry), santoral laico, organigrama, innumerables cátedras, departamentos y subcomisiones, cargos y dignidades de críptico nombre y publicaciones internas de alto valor bibliográfico.
Durante los diez años en que Ángel Olgoso fue el único miembro del I.P.G. no le importó que la Patafísica no suscitara el más mínimo interés en Granada, y por pudor no hizo un sólo movimiento para consolidar la plaza fuerte o extender la acción de esta "ciencia de lo particular". Hasta que, espoleado por el escritor Miguel Arnas, decidió dar un paso adelante y desocultarlo definitivamente. A tal efecto, su conferencia Aproximación imposible a la Patafísica, -pronunciada el 25 de enero de 2007 en el Centro Cultural CajaGranada de San Antón- se reconoce como acto fundacional público del I.P.G. "Fue aquella una velada inolvidable y brillante, adobada por los sátrapas granadinos con declaraciones entrañables, entrega de diplomas, imposición de insignias, lectura de comunicados y fotografías pataphistóricas", recuerda Olgoso.
Durante casi dos años, el Instituto granadino vivió un feliz período creativo: encuentros, conferencias, un blog propio a cargo de José Vicente Pascual, la convocatoria del Premio Internacional A. F. Molina al Espíritu Patafísico (que en su primera convocatoria recayó en el dibujante y autor de los Grandes Inventos de TBO Ramón Sabatés, y en su segunda convocatoria en el poeta Carlos Edmundo de Ory), la supervisión y presentación del volumen El siglo Ubú, y la continua elevación a rango de sátrapa trascendente de nuevos y numerosos miembros, nacionales e internacionales, entre los que se cuentan José María Merino y Umberto Eco.
En la primavera de 2013, tras más de lustro de ocultación -transitoriamente perpetua- y de inactividad -innecesaria pero consecuente-, se procedió, durante un encuentro informal en Granada con José María Merino a la desocultación definitiva del I.P.G. A partir de aquel entrañable encuentro, se realizaron numerosas propuestas concurrentes tales como reuniones periódicas estacionales -a las que se acude con la reglamentaria insignia espiral-, página web propia, una Gran Exposición Patafísica invisible, el patalanzamiento de aviones de papel con consignas patafísicas, ágapes de hermanamiento, el aprendizaje por parte de todos del Himno del Heroico Destacamento Patafísico de Camellería, etc. También se inició una serie de publicaciones internas, los Escarbadientes Espirales del IPG, siendo sus primeros títulos El clítoris de Arrabal, El abrazo de la Venus de Milo y Porrón de Elea versus Sextercio Pírrico, entre muchos otros.
Mientras tanto, desobedeciendo la máxima del Dr. Faustroll ("las excepciones mejoran al permanecer excepcionales"), la progresiva imantación del IPG hace que su archivo no deje de crecer con las aportaciones de los sátrapas trascendentes.
Los sátrapas del I.P.G. son cooptados -por iniciativa propia- si muestran un interés genuino hacia la Patafísica, dándose por entendido que se trata siempre de seres creativos, con inquietudes intelectuales y artísticas. No están sometidos a ninguna regla, actúan patafísicamente con su sola presencia o incluso con su ausencia; sin embargo todos son miembros catalizadores, muy activos, también cuando se abstienen de toda actividad.
"La Patafísica no es sólo una ciencia que se ocupa del universo real y de los universos posibles, es sobre todo la Suprema Instancia más allá de la cual no hay nada, un eterno Presente, tanto en el sentido temporal como en el de regalo y feliz sorpresa, por lo que no debe preocuparnos su futuro. Incluso si la humanidad desapareciera, la Patafísica proseguiría sola y al margen de cualquier participante", dice Ángel Olgoso.
Para consolidar la plaza fuerte patafísica en Granada y extender la acción de esta "ciencia de lo particular", el IPG cuenta en la actualidad con cuarenta y ocho sátrapas trascendentes, entre ellos escritores como Umberto Eco, José María Merino, Ángel Olgoso, Miguel Arnas Coronado, José Vicente Pascual, Andrés Sopeña, Andrés Cárdenas, Antonio Fernández Molina, Fernando de Villena, César Requesens, Ginés S. Cutillas, Miguel Ángel Zapata, Antonio Dafos, José Antonio López Nevot, José Luis Gärtner, Jesús Cano Henares, Celia Correa Góngora, Marina Tapia, Carlos de la Fé, Manuel Moyano, Miguel Ángel Contreras, José Cruz Cabrerizo, Miguel Ángel Moleón Viana, Alberto Caffaratto, Nicolás Palma, Iván Humanes, Josefina Martos, Jaime Lechuga Rodríguez del Castillo, Fernando Jaén Águila o Rafael Saravia; magos como Miguel Aparicio; Profesores-Investigadores de Literatura como Lidia Morales Benito, músico-musicólogos como Ismael Ramos, y artistas de distintas disciplinas como Miguel Mochón de la Torre, Guillermo Rodríguez de Lema Blanco o Francisco Luis Gastón.
Normalmente los patafísicos se reúnen una vez al trimestre, correspondiendo a las estaciones de año. Todos tienen que acudir con la reglamentaria insignia espiral y en algunas ocasiones disfrazados. Y se lee lo que cada sátrapa ha escrito, siempre en tono de humor irreverente y de crítica hacia acontecimientos ocurridos en la ciudad. Cada vez que hay un nuevo miembro, este es defenestrado en un ambiente de cáusticas risas y cachondeos varios.
"Ahora, en esta época de voraces Ubús falsarios y en este año en que celebramos nuestro décimo ubuaniversario, hemos presentado la edición reunida, simbólica y oficial de aquellos primeros 25 números de Los Escarbadientes Espirales del I.P.G., sociedad sabia, inútil y faustrollizante. Setecientas deliciosas páginas al riguroso cuidado de Ismael Ramos, responsable de la maquetación. Se trata de toda una sublimación de lo irrelevante, una navegación epigeana, un regurgitamiento indiscernible", dice Olgoso.
También te puede interesar
Lo último