La gran escultura
arte
La Madraza acoge una brillante muestra del joven artista plástico Roberto Urbano
Granada/Otro de los jóvenes artistas granadinos que pisan con fuerza la escena artística española. Un autor importante más salido de la Facultad de Bellas Artes que promueve apasionantes desarrollos y que mantiene expectante esa línea segura del arte que se hace en Granada para todo el mundo.
Roberto Urbano es un escultor escultor. Su obra goza de todos los buenos postulados artísticos de la gran escultura moderna, esa que une los planteamientos constitutivos tradicionales, con formas plásticas clásicas, en este caso el hierro, con un concepto interpretativo nuevo que abre inmensas perspectivas.
Que el creador granadino llegue a esta importante comparecencia en el Palacio de la Madraza a pesar de su juventud, lo avala una obra importante que está presente en muchos importantes centros de interés artístico -en el vestíbulo principal del ECCO de Cádiz existe una más que sugestiva pieza suya de la impactante serie Desbordamientos-. Por eso, los espacios expositivos dependientes de la UGR que, con tan acertada mano, dirige Belén Mazuecos, acoge una muy importante muestra con tres especialísimas obras que redundan en esa gran escultura que, desafortunadamente, cada vez menos encontramos.
Con un acertado y riguroso planteamiento expositivo y una distribución museográfica absolutamente espectacular, las tres grandes piezas realizadas específicamente para el espacio de la Madraza, plantean todo el potencial plástico de la mejor escultura. Los espacio se cubren -literalmente- por la fuerza material del metal. Sobre unas bases metálicas se asientan láminas de hierro cubiertas con otros metales fundidos. La primera impresión es de suma fortaleza, lo estático parece imponer su suprema potestad; sin embargo, la propia distribución dentada abre nuevas perspectivas y, rápidamente, sobrevienen distintas impresiones. Las barras dentadas articulan un paisaje montañoso sugerido que, en una de las piezas, parecen movidas por un hipotético viento que hace ondular su estática superficie. En otra, la sensación de desbordamiento, tan querida por el artista, produce una inquietante manifestación de poderosa fluidez. Sin embargo, el ejercicio matérico produce, además, nuevas expectativas. La aplastante realidad física promueve un consciente ejercicio de introspección, de análisis sobre la existencia de cada uno. Aquella ventana que se abre a un paisaje evocado es, también, un espacio abierto a las circunstancias de cada cual.
La muestra de Urbano, titulada Sorge: el cuidado y la cura, propone situaciones que, desde esa realidad física aplastante, de la poderosa escultura, llena de los máximos postulados plásticos de la tradición, transportan a posiciones mediatas donde el concepto se impone sobre la forma o, dicho de otras manera, continente y contenido yuxtaponen desarrollos contrapuestos a la búsqueda de un final escultórico lleno de sentido y carácter.
De nuevo la gran escultura se nos hace presente planteando realidades formales llenas de profunda emoción. La obra de Roberto Urbano transcurre por los senderos más apasionantes de esa gran escultura que tanto echamos de menos.
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