El parqué
Álvaro Romero
Tono alcista
No por recurrente deja de estar de actualidad el tema de la educación en nuestro país. A estas alturas de la película nadie discute su importancia como valor estratégico, pero parece que es el único punto en el que coincidimos. Otros aspectos, esenciales e inherentes a la propia educación, no parecen generar el mismo consenso: la apuesta decidida por la inversión y la garantía de su financiación a los niveles que recomienda la UE (mínimo 5% del PIB, mientras en los PGE de este año se queda en el 3,7%), el modelo de escuela, que para una mayoría (pero no todos) debe ser laica, inclusiva y garante de la igualdad de oportunidades, o el apartarnos de intereses partidistas, centrar el debate en lo que importa, que es el futuro de nuestras hijas e hijos y el nuestro propio como sociedad, y llegar a un gran pacto de estado que represente a toda la ciudadanía, desde estudiantes y familias hasta docentes y personal de administración y servicios, desde las escuelas infantiles hasta la universidad.
Y es que nos jugamos mucho en esto. En el mundo globalizado y cambiante en el que nos encontramos, la preparación de la persona en todas sus facetas y en todas las edades de la vida va marcar la diferencia entre una sociedad cohesionada y versátil y un país tercermundista al que otras potencias puedan venir a hacer su agosto. Incluso China ya está invirtiendo en educación y empezando a llevarnos la delantera.
Tenemos que resolver más pronto que tarde muchos de los problemas apremiantes en los que se encuentra nuestro sistema educativo: la derogación de la Lomce, una ley polémica, que no representa a nadie más que al partido que la impuso, que nos ancla en valores del siglo pasado (o el anterior), incidiendo en una educación puramente academicista que no pone en valor la educación integral de la persona, la financiación educativa estable y no sujeta a los vaivenes de otros intereses, la universalización del acceso a la educación a todos los niveles, no sólo los obligatorios, para que no nos dejemos a los mejores en el camino por falta de recursos económicos… Todo esto sólo es posible si apostamos firmemente por lo público y revertimos los recortes y la tendencia a la privatización de los servicios educativos que se ha ido produciendo en los últimos años.
La educación no puede ser un negocio. La escuela que queremos, de todos/as para todos/as, debe garantizar el derecho pleno a la educación; debe ser inclusiva, integradora, equitativa y solidaria, compensadora de desigualdades y garante de la igualdad de oportunidades para el alumnado, debiendo ser una de sus principales finalidades la cohesión social. La escuela que queremos no busca sólo resultados académicos sino el desarrollo personal y social del alumnado. El modelo de escuela que consiga todas estas cosas debe a su vez ser laica, democrática, feminista, y libre de violencias, visibilizando a las mujeres y luchando contra los estereotipos y desigualdades de género y contra los paradigmas culturales que los perpetúan.
Es por tanto el momento de aunar fuerzas e insistir. Hoy, 8 de mayo, volvemos a la calle en toda España para pedir esta educación, y en Andalucía toda la comunidad educativa nos manifestamos saliendo desde la Plaza de la Constitución de Málaga a las 19:00 horas. Espero ver a muchos granadinos y granadinas. Nos atañe a todos/as.
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